Redacción internacional

Martin Richard, de ocho años, mostraba su sonrisa con unos cuantos dientes y sostenía un cartel que decía: “No más gente herida. Paz”. Nunca imaginó que esas palabras las dirían, esta vez, por él y por muchos más. Esperaba ver a su papá llegar a la meta y darle un abrazo  al terminar el  maratón que se celebraba en la ciudad estadounidense de Boston.

Pero un acto de cobardía truncó su vida y su felicidad. Krystle  Campbell de 29 años y Lu Lingzi de 24 murieron también. Muchas están gravemente heridas. Dos bombas colocadas en mochilas negras estallaron en las calles donde se corría este maratón, llenando de llanto, de gritos, de tragedia un evento de armonía y paz.

Así, el fantasma del terrorismo regresó una vez más a Norteamérica. No podían creer que ahora ellos estaban viviendo lo que muchos de sus compatriotas han estado sufriendo durante los últimos años.

En tanto, el FBI pidió la colaboración de la ciudadanía para el envío de videos, fotografías, pistas y testimonios de todos aquellos que hubieran estado en la escena del crimen para analizarlos en sus laboratorios de Quantico, Virginia.

Los servicios de inteligencia trabajan a contrarreloj para recabar las pistas que despejen la incógnita de este acto terrorista. En tanto, el presidente de los Estados Unidos prometía ante un breve encuentro con la prensa: “Aunque por el momento estamos en una fase de especulación, vamos a llegar al fondo de esto para descubrir quiénes son los responsables de este acto atroz y cobarde y llevarlos a la justicia”.

Ninguna organización terrorista internacional había reivindicado el atentado lo cual entrampó la investigación.

Las pesquisas proseguían su curso con una fuerte presión de la Casa Blanca. Los médicos y asistentes que están dando atención a casi 200 heridos dieron un  reporte médico con una larga lista de personas amputadas de piernas, brazos o manos  y gente en estado de vida o muerte.

Bill Richard ya no podrá abrazar a su hijo y no sabe aún si podrá abrazar a su esposa de nuevo, ya que resultó gravemente herida, con daños cerebrales. Y cómo explicarle a su hijita de 6 años que tuvieron que amputarle una pierna.

“Mi querido Martin murió por las severas heridas que sufrió”, dijo el padre del niño. “Agradecemos a todos su pésame y sus rezos”.