Pese a la solidez macroeconómica

Julio A. Millán B.

Recientemente, el gobierno federal presentó sus estimaciones de crecimiento para 2013 y 2014, en donde para este este año prevé un crecimiento de la economía del 3.5% y para el próximo de 4% y una inflación del 3%, ello sin considerar la eventual aprobación de una reforma hacendaria, que mejoraría las expectativas. El problema es que tampoco está tomando en cuenta los posibles impactos negativos de la extraordinaria entrada de capitales especulativos, que sólo desestabilizan cualquier economía cuando éstos únicamente buscan ganancias rápidas o un refugio temporal.

En efecto, en los últimos tres años la entrada de capitales extranjeros ha registrado movimientos extraordinarios, al cierre de 2012 la inversión extranjera de cartera contabilizó 80 mil 230 millones de dólares, el doble de lo registrado en 2010 y 2011. Lo anterior es preocupante porque estos flujos son a todas luces capital golondrino, ello si consideramos que 46 mil 643 millones se invirtieron en valores del sector público comercializados en el mercado de dinero, instrumentos que tienen la ventaja de ser menos riesgosos que las acciones empresariales o la deuda privada.

De hecho, esta dinámica continúa con una tendencia creciente, según la información del Banco de México, al mes de marzo la tenencia acumulada de valores gubernamentales en posesión de extranjeros superó los 135 mil 200 millones de dólares.

Lo anterior, más que reflejar confianza de los inversionistas en la solidez de la economía mexicana, es signo evidente del oportunismo que la globalización financiera encierra.

En este contexto, nuestro país destaca debido al gran atractivo que representa la rentabilidad de las inversiones en valores denominados en pesos.

Ahora bien, el problema del oportunismo de los capitales golondrinos es que dejan una serie de efectos más negativos que positivos: primera consecuencia es la revaluación del peso.

Desde el cierre de junio de 2012 cuando el tipo de cambio llegó a los 13.96 pesos por dólar, hasta marzo de 2013, el peso se ha apreciado 10%, y desde febrero de 2009 la cotización ha ganado casi 2 pesos.

Cabe advertir, sin embargo, que esta relativa fortaleza del peso es un arma de dos filos. Por un lado, se reduce o mantiene baja la inflación vía el abaratamiento de las importaciones, pero por otro se causa un gran perjuicio a los exportadores. Otro efecto negativo es la revaluación ficticia de activos e incluso del crédito.

Hoy en día las condiciones son diferentes, nuestro país ha logrado acumular una importante solidez macroeconómica; el riesgo-país es favorable; las reservas internacionales alcanzan la nada despreciable cifra de 166 mil 900 millones de dólares, amén de que contamos con líneas de crédito contingentes disponibles. Pero todo ello no le resta peligrosidad a los capitales especulativos.

jmillanb@grupocoraza.com