Golpe soberbio al Pacto

Félix Fuentes Medina

Ni el respaldo del presidente Enrique Peña Nieto ni la presencia del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ayudan a la titular de Sedesol, Rosario Robles, a creer en la Cruzada Nacional contra el Hambre. Para colmo del gobierno de Peña Nieto, el PAN y el PRD acusan a la experredista de intervenir en el proceso electoral de Veracruz y esto deriva en profunda fractura del Pacto por México.

Rosario Robles arrastra una carga negativa desde cuando salió del PRD, acusada de un desfalco de 300 millones de pesos, y con su sorpresivo ingreso al gabinete del presidente Peña Nieto no purifica su conducta y menos goza de prestancia para resolver los graves problemas de hambre y pobreza de México.

La política no perdona y aniquila a quienes fallan a los gobernados. Hemos sabido y visto a políticos que desaparecen terminada su gestión, incapaces de dar la cara a gente del pueblo.

A Plutarco Elías Calles lo desterró Lázaro Cárdenas. Luis Echeverría se enclaustró en su domicilio. José López Portillo vivió en la opacidad tras dejar el poder. Carlos Salinas ha hecho unas cuantas apariciones, lejos del pueblo. Ernesto Zedillo se fue a Estados Unidos, como lo hace Felipe Calderón, y Vicente Fox se encierra en su rancho o viaja al extranjero, a hurtadillas.

A Rosario Robles la repudia el PRD y se desempeña en el gobierno del PRI, sin pertenecer a este partido. Ella es amiga de Salinas de Gortari y la relación entre ambos es evidenciada en el libro Derecho de réplica, escrito por el argentino Carlos Ahumada, expareja de ella.

Sabidos los antecedentes de Rosario Robles, eran de esperarse sus tropiezos. Ya suceden y para empezar destruye el Pacto por México, carta máxima del mandatario mexiquense en el arranque de su gobierno.

Hasta para los priistas resulta inexplicable la ubicación de Rosario Robles en la Secretaría de Desarrollo Social y más sorprendió la encomienda de la Cruzada Nacional contra el Hambre mediante programas sociales ideados en los gobiernos panistas, en primer término el de Oportunidades.

Este programa debió desaparecer porque durante el sexenato calderonista hubo evidencias en exceso de su utilización en procesos electorales y los padrones del mismo excluyeron a quienes no estaban afiliados al PAN.

Sin embargo, Robles se encaramó en Oportunidades para la Cruzada Nacional contra el Hambre y lo extendió a la oscura campaña electorera de Veracruz, de común acuerdo con el gobernador de ese estado, Javier Duarte, prototipo de marrullerías heredadas de quien lo encumbró a su actual posición, Fidel Herrera Beltrán, famoso por dejar en la ruina a la entidad jarocha.

Rosario Robles fracasó en sus triquiñuelas, puesto que los panistas filmaron e hicieron grabaciones a su equipo sobre los manejos electorales, de común acuerdo con el gobernador Duarte.

La expresidenta del PRD optó por el camino fácil. Dio de baja a su delegado en Veracruz, Ranulfo Márquez Hernández, y a seis empleados más. Así reconoció el mea culpa de semejante patraña.

Sobre eso vino el apoyo del presidente Peña Nieto, quien dijo en un acto público en Chiapas: “Rosario, no te preocupes porque han empezado las descalificaciones de aquéllos a quienes los ocupa y preocupa la política y las elecciones…”

Ese “no te preocupes” ya es histórico y a los líderes del PAN y PRD, Gustavo Calderón y Jesús Zambrano les cayó del cielo porque en sus respectivos partidos andan de capa caída, justo por haber firmado el Pacto por México.

Ambos dirigentes se negaron a asistir a la presentación de la reforma financiera y el presidente Peña Nieto decidió posponerla. Fue un golpe directo al Pacto por México y ahora deberá decidir el mandatario mexiquense si continúa ese acuerdo, blanco de chantajes de sus opositores, o lo desbarata y que cada partido se rasque con sus uñas.

En este tropezón no deben quedar impunes Rosario Robles y el gobernador Javier Duarte, culpables de la detestable maniobra de Veracruz.