Panistas y perredistas
Teodoro Barajas Rodríguez
Las generaciones de las últimas décadas no hemos conocido una situación de bonanza económica, hemos sido testigos de fraudes electorales, mezquindad de la clase política y una complicación proverbial para concretar acuerdos.
La democracia cada cual la interpreta a su gusto, regularmente este invento griego es sólo bien visto cuando se gana en las urnas, los que pierden despotrican. Incluso hay quienes creen que la democracia nace y extingue al emitir un voto, es tal la miopía política que suele obnubilar.
Nuestra generación se inscribe en la posmodernidad, cambios, revoluciones, llegó la era de la globalización con sus ventajas y desventajas. La ley que en esta era tiene el mayor peso e influencia es la que se concreta a la oferta y la demanda. La codicia maridada con la avaricia.
Concluyó la guerra fría, el ciclo temporal en que las dos grandes potencias de la época se disputaban la hegemonía, Estados Unidos operando golpes de estado, la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hacía lo propio con las guerrillas. Al final fungieron como una especie de socios.
En nuestro país casi todo llega tarde, hemos registrado la alternancia apenas hace unos años, nuestro sistema de partidos es relativamente reciente porque anteriormente una gran parte de la oposición fue paraestatal. Aun con los cambios en el diseño de participación, la partidocracia se envileció.
En este momento se perfilan nuevos partidos, seguro todos ellos con el empuje retórico de los cambios aunque los que encabezan esas organizaciones no representen novedad alguna y todos ellos forman parte del mismo sistema.
La vocación democrática no es la principal prenda que caracterice a nuestra clase política, seguimos rezagados respecto a otros países en los que las campañas son demoledoras pero al final se impone el continente de la urbanidad. Aquí parece utopía.
Los debates que presenciamos están investidos, las más de las veces, en descalificación y exabruptos, ruindad con oportunismo. Escaramuzas.
El Pacto por México puede supeditarse a las coyunturas electorales que son profusas, ahora el PRD se queja de la Secretaría de Desarrollo Social porque, dicen, un 75 por ciento de las estructuras son priistas, me pregunto qué haría el sol azteca o qué hizo el PAN, no creo que convidarían a su proyecto a una mayoría de opositores. De hecho, todos los partidos tienen de alguna manera rastros del ADN del PRI.
Es conveniente vigorizar el escenario político porque los moldes ya deberían romperse, es el momento de los liderazgos emergentes, nuevos cuadros con otros diseños. Digamos que hace mucho vivimos una transición que en muchos casos parece detenerse, se teje y desteje, al final no se registra un golpe de timón. Seguimos igual.
