Ha generado un clima de esperanza

Alfredo Ríos Camarena

Recientemente se publicó una encuesta sobre la percepción del gobierno federal y sus logros cuyos resultados son dicotómicos, pues, por una parte, se hace referencia a los líderes de opinión pública, que denominan círculo rojo, y que según este sondeo tiene un alto 75 por ciento de aceptación la gestión gubernativa, mientras que en el círculo verde, los ciudadanos comunes y corrientes, esta aceptación se reduce sensiblemente para ofrecer como cifra final el 50 por ciento.

¿Cómo explicar esta cifra tan dispar? Evidentemente, quienes participan de la opinión pública están inmersos en el trabajo político y en la ingeniería legislativa que se está realizando para construir nuevas reformas en muchos aspectos de la vida nacional que tienen enorme trascendencia; a partir del Pacto por México, se genera un denominador común que ofrece un panorama de cambio aceptado y aplaudido por muchos de quienes estudian la realidad social del país.

Sin embargo, para la mayoría de la población, siguen existiendo graves carencias económicas y una fuerte percepción de que el aspecto central de la seguridad nacional, si bien ha dejado de ser monotemática, sigue siendo una grave y dramática inseguridad generada por el crimen organizado. Por eso es muy distinta la visión entre el círculo verde y el círculo rojo.

La construcción de reformas no sólo se puede concretar a la manifestación de acuerdos partidarios, por muy importantes que éstos sean; necesariamente debe transitar al derecho parlamentario y a la producción legislativa y, posteriormente, la aplicación de estas reformas expresada en leyes secundarias (cuando se trate de reformas constitucionales) y su relación directa con la realidad social.

Por ahora estamos viendo algunas grietas que se reflejan en la CNTE, cuyos líderes han presionado a algunos gobernadores como el de Oaxaca y el de Guerrero, y van a representar un obstáculo al que hay que ponerle un dique que la sociedad exige, pues no hay justificación alguna para que los maestros que no trabajan sigan cobrando y, menos aún, para que cometan ilícitos como son el ataque a las vías generales de comunicación cuando cierran carreteras, como sucedió al inicio de la Semana Mayor en la Autopista del Sol.

También existen estas grietas cuando los partidos políticos se encuentran divididos y una cosa es lo que dicen sus líderes formales y, otra diferente, la que manifiestan algunos de sus legisladores federales.

La prueba palpable se da en la elección del consejero del IFE que substituirá al doctor Sergio García Ramírez, donde una convocatoria que se emitió con una mayoría muy limitada va a frenarse, según se ha anunciado en la votación para elegir a este consejero que requiere la mayoría calificada de la Cámara de Diputados.

Asimismo el caso del IFAI, donde se ha detenido la reforma por las pugnas internas de este organismo, nos ofrece una manifestación más de que el ritmo y la velocidad en las reformas del Congreso, es muy distinta a la simplemente discursiva y también a la manifestada por el gobierno y los líderes de los tres principales partidos; los representantes en el Congreso deben tener la oportunidad de conocer a fondo las reformas para poder expresar su voto con libertad y conocimiento. El Congreso no es una oficialía de partes, es un poder de la república que debe ser respetado, pues su trabajo garantiza el orden constitucional.

No obstante lo anterior, el avance es muy importante; en cuanto a la Cruzada Nacional del Hambre, ya se inició en el estado de Chihuahua con la voluntad política del gobernador César Duarte; la Ley de Amparo, elemento fundamental del cambio jurídico, ya fue promulgada por el presidente Enrique Peña Nieto, y en cuanto a reformas administrativas que no requieren el Poder Legislativo, se estableció un nuevo diseño institucional de la operación colectiva de los secretarios de Estado al crear cinco gabinetes de trabajo.

No se puede cambiar el país de un día para otro, por eso el avance reformista tiene diferentes velocidades y ritmos; lo importante, hasta hoy, es que se ha generado un clima de esperanza nacional que tiene que mantenerse siempre y cuando no haya una confusión que permita que la ciudadanía se decepcione. Sí, hay que reformar, hay que cambiar, pero también, como bien se dijo, en el tema de seguridad se requiere una maduración y un ritmo inteligente y claro.