Poco tiempo para legislar

El árbol de las leyes ha de podarse continuamente.

Anatole France

Para Carlitos, por cumplir nueve años de vida.

Carlos Alberto Pérez Cuevas

Se acabó el segundo periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión en esta sexagésima segunda legislatura.

Sin duda, este periodo ha sido uno de los más productivos para el Congreso, porque se pudieron lograr los acuerdos necesarios para sacar adelante dos de las reformas estructurales más importantes y esperadas en México: las reformas constitucionales de educación y la de telecomunicaciones que serán de trascendencia para el país, aún faltan las reformas a las leyes secundarias, pero los avances logra- dos hasta hoy son muy importantes.

Otras reformas también vieron la luz en este periodo, como la ley de víctimas, las reformas en materia de amparo, al IMSS y muchas otras más que dieron cuenta del trabajo de los legisladores mexicanos.

Hasta ahí todo muy bien, porque después de ser tan productivos, y justo cuando el país está inmerso en medio de un enfriamiento en los acuerdos de reformas por la injerencia de áreas de Desarrollo Social en las elecciones que se llevarán acabo este año en catorce entidades del país; con los maestros de Guerrero, Oaxaca, Michoacán, en marchas, bloqueos, plantones, robo a camiones repartidores de diversas empresas alimenticias, o la Rectoría de la UNAM, tomada por encapuchados desestabilizadores profesionales; y los grupos de autodefensa, la delincuencia organizada y tantos problemas que seguimos viviendo, surge la interrogante de por qué el Congreso se va de receso.

El Congreso hace un alto en el camino porque así se lo impone la Constitución, pero es un tiempo que evitará que

as reformas sigan generándose; son cuatro mese s de receso, de inactividad; y aquí revivimos el viejo debate de que los periodos ordinarios del Congreso de la Unión son muy cor- tos y los recesos muy largos.

Actualmente, la Constitución establece como periodos ordinarios dos, uno de casi cuatro meses que se inicia el pri- mero de septiembre de cada año y concluye a más tardar el 15 de diciembre del mismo; y un segundo de tres meses, que se inicia el primero de febrero y concluye el 30 de abril, seis meses y medio de trabajo, por una parálisis de casi medio año.

Indistintamente del régimen parlamentario o presiden- cial, tenemos a Estados Unidos y Venezuela como los países que sesionan más tiempo, 11 y 12 meses respectivamente; Brasil y Ecuador sesionan durante diez meses; Uruguay sesiona durante nueve meses y medio; Italia, España, Francia, Argentina y Paraguay durante nueve meses; Colombia, Panamá y Perú durante 8 meses; ahí están los ejemplos de mayor tiempo para legislar.

Aun cuando en México existe la posibilidad de convocar a periodos extraordinarios en cualquier momento del receso, esto prácticamente ha sido letra muerta, y hace ya muchos años que no se convoca a éstos; existen muchas iniciativas presentadas para acabar con los periodos de receso y tener un Congreso más productivo y con mayor tiempo de trabajo, hoy lo volvemos a ver como esta urgente necesidad de llegar a los acuerdos necesarios y reformar la Constitución para tener periodos legislativos más amplios; los parlamentarios se han ido de receso y los problemas no esperan, las soluciones se necesitan trabajar desde ya y desafortunadamente tenemos poco tiempo para legislar.

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