Afianzar la relación bilateral

Bernardo González Solano

En menos de una semana —del martes 4 al jueves 6 de junio—, llegará a México en visita de Estado, el novísimo presidente de la República Popular China, Xi Jinping, de 59 años de edad, en su segunda gira internacional después de que asumió el poder el 14 de marzo pasado, en reciprocidad por la visita que hizo el presidente Enrique Peña Nieto el 6 de abril pasado a la ciudad de Senya, provincia de Hainan.

Esta visita se incluye en la gira latinoamericana que hace el mandatario chino por Trinidad y Tobago, Costa Rica y México. En este mismo periplo, Jinping se trasladará a Estados Unidos, donde se entrevistará, los días 7 y 8 de junio, con el presidente Barack Obama, en su primer encuentro internacional en territorio estadounidense.

Desde septiembre de 2005, hace ocho años, ningún mandatario de China visitaba nuestro país. En aquella ocasión, lo hizo Ju Jintao. La historia de las modernas relaciones diplomáticas entre China y México data del 14 de febrero de 1972, poco más de cuatro décadas. En ese lapso la situación en ambos países ha cambiado radicalmente.

Balanza comercial favorable a China

Durante ese tiempo, únicamente dos presidentes chinos han visitado México. Además, la balanza comercial entre los dos países está a favor de China. Tan solo en 2012, China vendió a México bienes por 56 mil 900 millones de dólares, en tanto la México exportó apenas 5, mil 700 millones de dólares al lejano país asiático. La diferencia es de 51 mil 200 millones de dólares a favor de Pekín. Tan abismal es la ganancia para China que las declaraciones del secretario de Relaciones Exteriores de México, José Antonio Meade Kuribreña, al regresar de su viaje preparatorio a China, causan grima: “Buscamos mejores espacios y oportunidades en la relación bilateral”.

Y durante su estancia en territorio chino, el canciller autóctono manifestó: “Que China sea exitosa no está peleado con que México sea exitoso. Lo que vemos es que los dos países lo son. Lo que México importa de China le da valor a nuestra cadena de producción”.

Tal pareciera que el manual diplomático que consulta Meade lo escribió el filósofo de Güémez. ¿Realmente Meade cree que México es exitoso? ¿Y que lo que importamos —una infinidad de bienes y mercaderías de todo tipo, hasta un costurero común y corriente— “le da valor a nuestra cadena de producción?”.

La visita de Jinping incluye una reunión privada con el presidente Peña Nieto; otra con los comités oficiales de ambos gobiernos. Una visita a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión donde los parlamentarios se mostrarán zalameros, como acostumbran; encuentro con empresarios y con la comunidad china residente en el país. Se le declarará huésped distinguido de la ciudad de México y de la zona arqueológica de Chichén Itzá en Yucatán.

Aunque la esencia de la visita de Jinping es esencialmente económica, ambos mandatarios acordaron el 6 de abril en Senya afianzar la relación bilateral. México, por su parte, busca abrir oportunidades de negocio en el sector agropecuario, energético y turístico entre otros. Al respecto, hay que recordar que en el pasado Foro de Boao para Asia, desarrollado en la isla de ese nombre en abril, se firmaron memorandos de entendimiento entre Pemex y las empresas chinas Xinxin Cathay International y China National Petroleum Company, esta última la mayor petrolera del país asiático, para impulsar una mayor exportación de crudo de México al gigante chino, segundo importador mundial. Los expertos en la materia señalan que el desarrollo de la Cuenca del Pacífico ha sido de las más consolidadas del mundo y de las que menos ha padecido bajas en el desarrollo de su producto interno bruto, por lo que es un mercado confiable.

“Descomercializar” la relación bilateral

De tal suerte, Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM y titular de la División de Posgrado de la Facultad de Economía de la propia alma mater, autor del libro América Latina y el Caribe y su relación con China. Economía, comercio e inversión, de reciente aparición, declaró que es “muy importante concretar la agenda bilateral más allá de los discursos de cooperación y de armonía, y la profundidad de las relaciones entre China y Latinoamérica debe darse en proyectos específicos a nivel de instituciones que ya existen”.

Dussel también se pronunció por “descomercializar” la relación bilateral pues esto ha hecho daño a la “larga y rica tradición de la relación enre los dos países”.

Sin embargo, México no ha logrado llevar la relación al terreno de las inversiones como ya lo hace China en países como Panamá, con quien no tiene relaciones diplomáticas.

Al margen del viaje del mandatario chino a México, la prensa internacional publicó, días pasados, la noticia de que China podría ser el principal inversor en el proyecto del canal transocéanico en Nicaragua que tendría un costo de 40 mil millones de dólares. En este sentido, el antiguo guerrillero nicaragüense, actual presidente Daniel Ortega, ha pedido a Obama que Estados Unidos  se sume a la inversión de este proyecto.

Aunque el doctor Dussel se declaró optimista por la visita del mandatario chino, admitió que no es suficiente para aterrizar y destrabar temas como las controversias que México tiene en contra de China en la Organización Mundial de Comercio.

No obstante, la visita podría reforzar las instituciones existentes como la Comisión Binacional México-China y el Grupo de DIálogo Alto Nivel  de ambos gobiernos.

Hay otros datos para tomar en cuenta con motivo del arribo de Pinjing a territorio mexicano. En 2003, México y China elevaron su relación a la de socios estratégicos. Para México, China es su segundo socio comercial a nivel mundial y el primero entre los países Asia-Pacífico. Para China, México es su segundo socio comercial en Hispanoamérica, después de Brasil y el número 25 a nivel mundial. Como se advierte, la relación está desbalanceada y a corto plazo no mejorará.

Como presidente de China, esta sería la primera visita de Jinping a México, aunque no sería la primera ocasión en territorio nacional. En 2009 estuvo aquí durante una gira por Iberoamérica cuando aún era vicepresidente de su país.

Habría inversiones multimillonarias

Pagar es corresponder. A Peña Nieto le toca ahora recibir al presidente de China. En su visita a China, el presidente mexicano y Jinping acordaron trabajar “para equilibrar la balanza comercial”. De acuerdo a los datos, hasta 81 mil millones de dólares Méxio podría captar de inversión extranjera directa de China a mediano y largo plazo. Así, Amapola Grijalva, vicepresidenta de Inversión y Comercio de la Cámara de Comercio y Tecnología de China, explicó que tan solo en infraestructura podrían atraerse 50 mil millones de dólares.

“Ello implicaría participación en puertos, aeropuertos, vías férreas y telecomunicaciones, de acuerdo con lo planteado en el Plan Nacional de Desarrollo, dado a conocer por el presidente Peña Nieto”, agregó Grijalva.

La vida

Jinping nació el 15 de junio de 1953 en Pekín. Hijo de Xi Zhongxun, uno de los fundadores de la guerrilla comunista que operó en el norte de China contra el Kuomitang. Estudió ingeniería química en la Universidad de Tsinghua, en la capital pekinesa; también obtuvo el doctorado en teoría marxista en la Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales, de la misma Universidad.

Durante la Revolución Cultural fue enviado, como muchos millones de chinos, a trabajar al campo. En 1974 se unió al Partido Comunista de China. Tiene fama de luchar contra la corrupción. Actualmente, desde el 14 de marzo pasado es el presidente de China.

Al mismo tiempo, es secretario general del Comité Central y presidente de la Comisión Central del propio partido. Está casado con la cantante de música folclórica Peng Liyuang (20 de noviembre de 1962, en Yucheng, Heze) desde 1987, con la que procreó un hijo: Xi Mingze.

Cuando Peng Liyuang conoció a Jinping era más famosa que él, gracias a sus admiradas interpretaciones —con voz de soprano— de música folclórica y a sus apariciones regulares en la gala anual de año nuevo de la Televisión China Central, lo que la convirtió en una celebridad nacional.

Además de excelente cantante, es una mujer hermosa de 50 años de edad, que llama la atención a donde llega. Se dice que en las giras de su esposo, las cámaras de televisión y los fotógrafos están más atentos a la primera dama de China que de su esposo, lo que en cierta forma ha roto el rígido protocolo que rodea a la presidencia de su país.

Peng Liyuang estudió en el Conservatorio Chino de Música y según Forbes es una de las 100 mujeres más influyentes en el mundo.

A semejanza de lo que sufrió su esposo durante la Revolución Cultural, la atractiva Peng Liyuang y su familia fueron  perseguidos por los maoistas. Cierta prensa llama a Jinping “el chino primera dama”. No cabe duda que algunas cosas han cambiado en el país comunista. Lo cierto es que en la visita del mandatario del viejo país asiático a México, no faltarán ojos para comparar a las dos primeras damas: la visitante, y la esposa de Peña Nieto, Angélica Rivera, la antigua Gaviota de telenovela. Cada mandatario presume lo que tiene.