Entrevista a María del Pilar Hernández/Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM

Nora Rodríguez Aceves

El grupo de encapuchados aceptó dialogar con autoridades universitarias y desalojó las instalaciones de la Rectoría de la UNAM, que fueron tomadas hace 12 días.

Por su parte, el rector José Narro ofreció a la comunidad universitaria y a la sociedad mexicana un mensaje destacando que “en ningún momento se ha judicializado y menos criminalizado la protesta, lo que las autoridades y la Rectoría han hecho es denunciar la violencia, exigir con firmeza y respeto la reintegración de las instalaciones, la desocupación de la Torre de la Rectoría, y sancionar a quienes cometieron —previamente a cualquier planteamiento académico—, conductas impropias e inadecuadas de un universitario”.

Además, enfatizó que “tenemos que ver hacia delante, y si lo que se ha pedido es diálogo, lo habrá, pero de universitarios, entre gente identificada, donde prevalezca el argumento, la información y el más amplio debate de los asuntos que preocupan, en este caso, respecto del plan de estudios del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH).

Ejercer la acción penal

La investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM María del Pilar Hernández Martínez, asegura que “el señor rector no puede dejar así las cosas, como si no hubiera pasado nada: ah, ya se fueron, ¡qué lindo! No, que se ejerza la acción penal, porque si no dentro de poco, así como sucede en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, que dos gatitos toman el campus o el edificio central Macedonio Alcalá, y ya se pararon las clases de todos”.

La toma de Rectoría, “no fue un acto de libre expresión, se está confundiendo la libertad de expresión y nuestra libertad de manifestación con actos verdaderamente delictivos y vandálicos, si eso, nosotros y digo nosotros los abogados, los que estamos en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, los que están en la Facultad de Derecho, el mismo rector —que tiene toda una estructura jurídica a través del abogado general— no caen en cuenta que esto rebasó por completo la legalidad, estamos perdidos  y  debiéramos de cerrar la Universidad e irnos a nuestras casas”.

En ese mismo tono, agrega la especialista en derecho constitucional, el secuestro de la Rectoría “rebasó cualquier límite que se pudo haber tenido, es afectación a las instalaciones físicas de la propia Rectoría, es afectación a patrimonio común de la humanidad, patrimonio cultural. ¿Cómo vamos a reaccionar? Esto es una alarma porque esto después se va a sumar, en su momento se ha sumado siempre, a toda esta conducta verdaderamente insensata que trata de arrasar a las instituciones ya no sólo a las democráticas, a las educativas”.

“Desde 1999, desde nuestro último paro, ha sido una actitud cada vez menos fuerte de quienes están al mando de nuestra Universidad, no hablo de represión, hablo de actuar conforme a derecho frente a seres humanos que no han respetado ese derecho ni el derecho que como institución tiene esta máxima casa de estudios”.

Por eso, debe haber un castigo para estos jóvenes, porque “los actos antijurídicos ya se concretaron, debe haber una consecuencia, porque los actos irresponsables, los actos ilícitos, siempre traen consecuencias”.

 

¿Qué van a dialogar?

María del Pilar Hernández comenta a Siempre! que “a mí se me hizo rarísimo que en plena madrugada estos jóvenes hayan dicho: «oigan, ¿saben qué?, ya nos vamos y les dejamos la Rectoría», y luego citan para el día 9 de mayo a la una de la tarde en las islas para sentarse a dialogar. ¿Qué van a dialogar?, si ya el señor rector también dijo: «no vamos a negociar con gente que no está identificada y acreditada fehacientemente como estudiante», que está encapuchada y que está reivindicando ¿qué cosas?, el plan de estudio del Colegio de Ciencias y Humanidades. ¿Un plan de estudios verdaderamente se negocia con jóvenes vandálicos? eso es muy raro”.

“El rector ni siquiera se puede sentar frente a alguien que además ahora se llama el Colectivo Malatesta, malestar de qué o qué significa esta denominación, nadie, ni usted, ni yo, ni nadie, se sentaría a negociar con alguien que no le muestra la cara; entonces, desde el momento en que el señor rector, no sé si tenga un doble discurso, lo que sí sé es que ha incurrido en un acto de verdadera pasividad al no haber reaccionado desde el primer momento, y lo estoy denominando de esta manera, ante el secuestro de la Rectoría, porque es simbólico y trastoca todo lo que implica la normalidad universitaria y el verdadero respecto a quien nos representa no sólo en términos académicos sino también jurídicos”.

En ese mismo tono, la investigadora de la UNAM opina sobre los argumentos de los presuntos estudiantes, de que la toma de Rectoría fue porque se quiso imponer la reforma al plan de estudios del Colegio de Ciencias y Humanidades y no por la expulsión de alumnos del plantel Naucalpan.

“Una cosa es un diseño curricular, en donde desde luego tiene que oírse las voces de quienes son egresados de la facultad y todo lo que implica, esto pero con estos jóvenes que de manera vandálica asaltan Rectoría, ¿se van a sentar a negociar?, y si estos jóvenes de esa manera tan inusitada, tan espontánea, se atreven a romper con la legalidad, o sea, a mí me parece rarísimo porque entonces estamos ante personas que no son sanas psicológicamente hablando”.

“Pareciera que se confunde la impunidad con la libertad de expresión y la libre manifestación, y eso no es así, porque yo entiendo como abogada que si hay un reclamo legítimo por la afectación a un derecho de un estudiante que tiene un desempeño impecable, si no de 10, un desempeño en términos de su regularidad estudiantil propiamente académica, desde luego que yo sería la primera entre muchos más que alzaríamos la voz ante un acto lesivo a un derecho a la educación de cualesquier mexicano o extranjero, me da igual, pero no así”.

Hubo infiltrados

“¿Quiénes son estos jóvenes que reclaman, cuando ni siquiera y como fueron expulsados demostraron que no tenían una regularidad académica?”.

A pregunta expresa de si pudo haber grupos infiltrados en este pequeño movimiento de 12 días, la investigadora de responde: “Creo que sí, cuando yo en 1999 fui representante de este Instituto de Investigaciones Jurídicas ante el Consejo Universitario, recordemos que estábamos en huelga, desde luego que los hubo, porque esto también se convierte en el humos más fértil para los grupos de derecha de izquierda y del centro, como de otro tipo de intereses espurios para desestabilizar. ¿Qué es lo que quieren, no lo sé?, pero esta Universidad cuesta y cuesta muy cara”.

En contraste con la postura del rector Narro Robles en el sentido de que no se criminalice a estos jóvenes encapuchados, María del Pilar Hernández se pregunta: “¿entonces qué son?, ¿estos jóvenes le dejaron su credencial, su historial académico al rector?, ¿él sabe que son estudiantes? No, pues nadie sabe”.

“¿Cómo no vamos a criminalizar a los jóvenes, cometieron delitos, no estamos hablando de criminalizar de manera simple y vana, transgredieron el orden jurídico, el orden instituido, secuestrando una instalación universitaria, ¿cómo se van a ir impunes?, ¿es la forma como vamos a actuar en la Universidad?”.

Y va más allá: “Esta fue una toma sorpresiva en la ausencia total de responsabilidad de quienes son trabajadores administrativos de esta Universidad, estos que llaman Vigilancia UNAM o Seguridad UNAM que están completamente desbordados, y fuera de control, porque acá dentro pasan mil cosas y esto fue la prueba, por eso a los primeros que hay que llamar a cuentas por este acto no sólo es a los jóvenes, o sea, es a quienes tienen responsabilidades administrativas aquí adentro, porque a eso se le llama indolencia, irresponsabilidad, falta de compromiso, son a los primeros que hay que llamar, porque no había vigilancia en la Rectoría”.

“Cómo puedo yo justificar, o más bien esto que sucedió no tiene ningún argumento en descargo de quienes son los primeros en responder en la protección, en la guardia, en la custodia de lo que son las instalaciones universitarias. Somos todos los universitarios, pero cada uno tenemos funciones específicas, y si éstos que son personal administrativo no tienen compromiso, que son los sindicalizados también tenemos que decirlo, entonces somos muy complacientes en todos los sentidos y se comenten actos como este que acaba de suceder con la Rectoría por falta de cuidado”.

Lecciones

La lección que nos deja este suceso es “cómo restablecer la autoridad en términos morales, pero también la integridad de la institución universitaria como tal. Es terrible, porque si nosotros, repito, estamos mandándole ese mensaje a las generaciones, al menos habló por la Facultad de Derecho y por este Instituto de Investigaciones Jurídicas, que somos los guardianes del Estado de derecho y somos incapaces de poder llamar al orden a estos jóvenes, pues cuidado, porque para mí es un pésimo mensaje si no se lleva a estos jóvenes a que dimensionen las consecuencias de sus actos ilícitos, estamos perdidos”.