Resultan muy complicados
José Elías Romero Apis
El asunto de los pactos políticos y de su eventual cumplimiento o incumplimiento nos anuncia que el tema de la gobernabilidad es en el que más esfuerzo tendremos que invertir los mexicanos en los próximos tiempos. Pero, para ello, tenemos que estar en perfecta consonancia con la naturaleza y el funcionamiento de las instituciones y organizaciones protagonistas de los acontecimientos políticos de la nación.
Por eso, quienes no entiendan plenamente lo que sucedió en la política mexicana del siglo XX no podrán entender lo que sucederá en nuestra política en todo el siglo XXI. Veamos algunos acercamientos.
Comprender al Congreso de la Unión no es una cuestión fácil. Como tampoco es fácil entender a la Presidencia de la República, ni a la Suprema Corte, ni al PRI, ni al PAN, ni al PRD, ni al Ejército, ni a los medios, ni a las Iglesias, ni a casi ninguno de los actores políticos nacionales.
Es que la política no es un juego sencillo. Se despliega en muchos planos y dimensiones. Se desarrolla con diversas fuerzas y velocidades. Se comunica con múltiples claves y lenguajes. Por eso la tecnología comercial cibernética no ha logrado diseñar y vender un juguete sobre competencia política.
Decíamos que el Congreso es difícil de entender y lo tomo como ejemplo en tan sólo una de sus múltiples facetas. Durante muchas décadas y cuando la democracia mexicana se caracterizaba por un partido preeminente, la necesidad y el talento instalaron un equilibrio congresional que funcionó bicameralmente.
El Senado se convirtió en la Cámara del presidente. Los diputados fueron la Cámara del partido. Aquélla, integrada por amigos, colaboradores y seguidores del jefe de Estado y de Gobierno. Ésta, conformada por cuadros partidistas y por los líderes obreros, campesinos, populares, juveniles, territoriales y gremiales. Aquélla, una Cámara dócil, callada y complaciente. Ésta, una Cámara latosa, repelona y bronca.
Por eso en el Senado se hacían gobernadores y en la Cámara de Diputados se hacían leyes. Así fue durante casi seis décadas. Quizá Miguel de la Madrid fue el último presidente con un supercuate como líder del Senado. Carlos Salinas empezó a cambiar los términos y el líder senatorial fue un líder obrero.
Pues bien, si eso no se conoce, no se pueden entender muchos acontecimientos actuales, reales y concretos. Por eso a los diputados priistas les costó menos tiempo que a los senadores acostumbrarse a no tener la Presidencia, pero creo que les costaría más trabajo acostumbrarse a no tener partido. Por eso se equivocan quienes creen que los priistas en ambas Cámaras se comportan igual.
Por esas equivocaciones, los colaboradores de los presidentes panistas hicieron que ellos mismos inutilizaran muchas de sus reformas tan sólo con haberlas enviado a la Cámara equivocada como Cámara de origen. Estoy convencido de que otra suerte pudieron correr con haber destinado su iniciativa a la otra Cámara.
Por eso digo que es un juego complicado. Por eso anotar el gol es tan difícil. Pero también, por eso, parafraseando a MacArthur, no hay sustituto de la victoria.
El autor es abogado y político.
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