Tu partida fortalece tu legado

¡A luchar unidos!

Arnoldo Martínez Verdugo

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

“Todo lo que he hecho a lo largo de mi vida fue por convicción”, nos expresaste conmovido ante quienes nos congregamos —aquel luminoso y frío 10 de enero en la Casa de la Cultura del Bosque de Tlalpan— para rendirte un merecido y fraternal homenaje por una vida congruente con tus principios, con tsu historia, una vida a favor de una izquierda crítica y unida.

Al escucharte, reconocimos tu acción fundamental en la historia de las luchas democráticas de México, y acudieron a nuestra memoria tu congruencia y militancia como líder del Partido Comunista Mexicano, recordando tu sabiduría al señalar que “los representantes de la izquierda, con su ejemplo concreto, deben tener la capacidad y la voluntad de facilitar la construcción de una cultura política donde los valores de la democracia, en su sentido más amplio, y las perspectivas de la igualdad, se impongan. Se trata de convencer de que la construcción de una sociedad fundada en la igualdad, la justicia y la participación real es viable”.

Ésos son los principios que animaron tu acción política y tu cabal entendimiento del sentido de la unidad de la izquierda como requisito esencial para un desarrollo político fincado en el debate de las ideas, y a éste como instrumento sustantivo en la construcción de acuerdos entre nuestra pluralidad ideológica, por sobre las batallas tribales que privan entre las expresiones partidarias que se dicen de izquierda.

Camarada Arnoldo, siempre tuviste claro que dispersión y sectarismo son aliados del régimen autoritario que se adueñó de las esperanzas y convicciones revolucionarias de obreros y campesinos, y que suplantó —con un culto demagógico y un discurso vacío— los principios históricos que alimentaron la lucha social del pueblo mexicano.

Tus sólidos argumentos cohesionaron —en 1977— la Coalición de Izquierda y gracias a ellos la izquierda unida accedió a la vida parlamentaria, y más tarde propiciaron la fundación del Partido Socialista Unificado de México, bajo cuyas siglas competiste en 1982 como candidato a la Presidencia de la República.

Tiempo después, en 1988, supiste conducir a la izquierda a la formación del Frente Democrático Nacional, y ante el fraude lograste sumar voluntades a favor de la creación del PRD, partido al que diste lo mejor de ti como pensador, dirigente, legislador y jefe delegacional en Coyoacán.

Como militante, siempre defendiste la unidad de izquierda como principio articulador de la lucha proletaria, y ante el oportunismo político nos alertaste —con la inteligencia que te fue propia a lo largo de tu fecunda vida— sobre la pérdida de los principios de izquierda, fundando el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, para con ello recordarnos que se esencia está en la clase obrera, en el campesinado, en los pueblos originarios, en la equidad de género, y no en el pragmatismo electoral que se adueñó de las izquierdas partidarias.

Camarada Arnoldo, tu partida fortalece tu legado, y ella nos obliga a seguir tu ejemplar congruencia, nos llama a revitalizar las raíces de la izquierda y nos convoca a ¡luchar unidos! para “promover una profunda transformación de la sociedad”, como nos arengaste aquella venturosa mañana de enero en la que reconocimos tu ejemplar liderazgo.