Entrevista de Carlos Landeros en 1984
Segunda y última parte

 

Otras cantantes

Dejemos la política a un lado y mejor vayamos a lo tuyo, que es el arte.

De todas las cantantes, cupletistas o tonadilleras españolas, creo que sin

lugar a duda tú has sido la que mayor fama ha alcanzado desde Meller

o Imperio.

Desde los años veinte hasta los ochenta, he sido la única señora, y esto no me lo puede quitar nadie, soy la que ha marcado, la que marqué una época, un estilo, una manera de decir, que ahí ha quedado en películas y en discos.

Pienso que aunque nada más hubieras hecho una sola película y grabado un sólo disco de larga duración, de cualquier forma hubieras vendido más y hubieras sido más popular que todas ellas juntas; ni en este momento, a nivel de cancionera-estrella, hay quien te hubiera igualado en tu país, ni Dúrcal ni Jurado, aunque no sean de tu onda.

Rocío Jurado es una maravillosa cantante de flamenco; ella nunca ha hecho películas, debutó en el teatro hace como 23 años y en los tablaos se ha roto el alma porque es buenísima. Ella, como Rocío Dúrcal, han creado una canción, un estilo mexicano, pero es una cosa…

Completamente diferente

Sí, primero porque Rocío Dúrcal (Marieta), a quien quiero muchísimo, ha sido una actriz fenomenal y una cantante estupenda, y Rocío Jurado no tiene nada que ver conmigo porque primero, como ya dije, no ha hecho cine, sino hasta hace tres años, después de matarse trabajando cantando en los tablaos flamencos; yo la vi en el año de 1971 y nadie la igualaba cantando los fandangos de Huelva y nadie los ha cantado como ella. Te hablo de hace 25 años. En España o Europa una mujer de 45 o 47 no se considera mayor, y aquí sí; pues ella a los 45 años ha conseguido una canción moderna actualizada, pero es otra cosa.

Respecto al cuplé, indudablemente tú lo reviviste.

¡No existía!, ni la generación de mi madre los conocía. Cuando oía algún cuplé me preguntaba mi madre: “¿Qué canciones son éstas?” Quizá nuestros abuelos sí se acordarían, pero ya no viven.

Y contigo también ha vuelto a morir en cierta forma el cuplé, ¿no crees?

Pues sí, hasta que no se demuestre lo contrario, lo lancé y ahí se quedó, estoy con la Columbia y los dos elepé estarán en catálogo toda la vida.

¿Cuáles son los elementos a los que les das más importancia, en el caso específico del éxito del cuplé, un género que se daba ya por muerto?

Yo creo que fue la manera de decir el cuplé. Está mal que lo diga yo, pero lo han mencionado todos los críticos y lo han dicho todos los superentendidos de la música. Según ellos el éxito se debió a la manera en que yo interpreté el cuplé. Por ejemplo en “El relicario”, cuando dice “Pisa morena, pisa con garbo”, yo le di una vuelta, o sea, lo descompuse para rehacerlo a mi manera.

Nada que trataste de imitar a Meller o a Imperio Argentina o yo no sé quiénes eran las que cantaban cuplés…

¡Espérate!, que Imperio nunca ha cantado el cuplé. Magdalena

siempre ha interpretado canción española.

¿Entonces quién cantaba el cuplé?

Nadie; de las vivas, nadie,

O sea que en cierta forma fue una ventaja para ti poder interpretarlo sin

haber comparación posible

Una ventaja, porque el cuplé fue… estaba “Clavelitos”, la cantaba la Supervía; “Valencia” la habían cantado todos los tenores. “Nena” la había interpretado la Fornarina; Raquel Meller, “El relicario”.

¿Cómo va esa canción que dice: “Le vio o la vi por la calle.,.?

Le vi por la calle, es a él, ella lo vio a él (y Sarita a medio tono canta “Sus picaros ojos”). Es lo que han dicho todos los críticos, O sea, yo te paso lo que está escrito ya sobre mí.

¿Y cuál crees que es el mejor cuplé, el que más te gusta?

Bueno, hay varios, porque se le llama cuplé a aquella canción que expresa un momento dado del amor, o sea…

¿El final o el principio?

Por ejemplo, “El relicario” es un cuplé; “Sus picaros ojos” es una canción. Otro cuplé es “Ven y ven”; “La violetera” no es un cuplé.

Pues no alcanzo a diferenciar al cuplé de una canción.

“El relicario” es un cuplé porque habla de una expresión de amor; narra lo que le sucede a un torero, lo que siente una mujer, su amor por un torero, lo que le ocurre al torero y lo que le ocurre a ella.

¿Y por qué “La violetera” no es un cuplé?

“La violetera” es una canción clásica española.

Esa la cantaba Luis Mariano, ¿no?

Sirve como fondo musical en una película de Charlie Chaplin: Luces de la ciudad.

¿No has pensado en incluir en tu repertorio una canción, digamos, de Manuel Alejandro?

No, porque te voy a decir una cosa…

¿Competir con otros cantantes no te interesa?

No, si no es competir, a mí no me importa, por ejemplo cuando canto “El reloj” o “Vereda tropical” de Gonzalo Curiel u otra que se llama “Hola, qué tal” y que nunca he incluido en ninguna película, se cae el teatro en aplausos. Lo mismo cuando canto el “Fumando espero” o el “Bésame mucho” los aplausos no terminan nunca, y es que ellos quieren oír sus canciones; así que imagínate qué artista dura cantando las mismas canciones y ganando tanto dinero como yo.

Es que realmente no cantas únicamente cuplé, como la gente piensa…

Yo canto canción española; hice Carmen la de Ronda con canciones flamencas, canto cuplé, canto la canción moderna actual o canciones como “La bien pagaa”, que es gitana pura, pero la transformo a mi manera.

¿Ésa la cantaba Lola Flores?

No; la he cantado yo, la descubrí para la película Varietés.

¿Y por qué desde 1975 no has vuelto a filmar ninguna película?

Me retiré porque se estaba haciendo un cine muy descarado, un cine sin ninguna calidad, y como nosotros, es decir, mi marido y yo, hemos sido productores y exhibidores -somos propietarios de cines y productores de mis películas—, entonces esperé a que pasase esa hora en que a la menor provocación la actriz se tenía que desnudar; así que decidí esperar un año, y así pasaron dos y tres años y que esto sigue, y me dije: “Bueno, Antonia, te retiras”.

Y de cantar, ¿no te piensas retirar nunca?

No, mientras tenga esa voz que tengo, tengo medio tono más alto que cuando era jovencita. Pero actualmente don Miguel Zacarías me está camelando para hacer una película a mi regreso de Miami.

¿Te gustaría jugar un juego conmigo? ¿Un juego?

Sí, uno que jugábamos de niños… Dime.

Si fueras flor, ¿qué flor serías?

Si yo fuese flor, ¿qué flor sería?, sería una flor silvestre.

¿Cuál?

Escucha, hay una flor que me encanta que se llama sangre de Cristo, es morada, alargada, finita, que se da en mayo en los campos de trigo junto con la amapola, que también me gusta, pero la amapola no me va, siendo que es silvestre y que nace entre el trigo, entre el verde, especialmente en toda la parte de Andalucía baja, hay unos campos en que lo ves todo morado, que no es violeta —y que me encanta también la violeta, porque siempre está abajito-, pero la sangre de Cristo la ves siempre que hay brisa porque se mueve, porque es como una espiguita. Se llama sangre de Cristo porque es amoratada, es morada rojiza y es muy bonita, muy finita.

¿Si fueras una piedra preciosa?

Sería esmeralda.

¿Por el color?

No sé; me atrae mucho la esmeralda.

¿Y si fueras un astro?

¿Un astro?, pues sería la estrella Sirio seguramente, porque es la primera.

¿Y por ser la primera te trae algún recuerdo?

Sí, de cuando pequeña —porque yo estuve muy grave con tuberculosis— estuve dos años en un sanatorio y por poco no me salvo; a mi hermano no lo pudieron aliviar, murió tuberculoso y yo iba detrás de él; me ponían en una camilla en la terraza de un sanatorio, en la montaña; entonces yo veía, amanecer y anochecer, o sea la estrella, la Sirio, es la que sale entre dos luces, la Sirio es con la que siempre hablaba, y me gustaba verla; era la última también en desaparecer porque es la que tiene más luz.

Nunca se me hubiera ocurrido, yo te hubiera dicho Venus. Y si tuvieras que arrepentirte de algo que hubieras hecho, Sarita, o de algo que no hiciste, ¿qué sería?

Tendría que pensarlo; arrepentimiento ninguno porque cada vez que lo pienso tenía que ser así; un desamor, amor terrible, pero no estoy arrepentida.

¿Y de algo que te hubiera gustado hacer y no hiciste?

¿De hacer y no hice?, pues me hubiera gustado estudiar pintura, pero tampoco lo hubiera conseguido porque el artista nace.

Sarita, y ahora qué más esperas de la vida, ¿qué quieres?

Nada más quiero salud para mi marido y para mí y para cuidar a mis hijos; lo que después venga será un regalo de Dios, o sea, lo demás que venga lo recibiré como un regalo extraordinario, de esos inalcanzables, como el maná.

¿Le tienes miedo a la muerte?

Yo sí, ¿tú no? Date cuenta que le tengo miedo desde que existen mis hijos y desde que murió mi madre; no precisamente a la muerte, sino a dejar a mis hijos huérfanos, porque tengo 50 años y empiezo a hacer cuentas y digo: si muero a los 75 o a los 70, a la niña la dejaré a lo mejor con 14 o 15 y al niño ¡olvídate!, o sea, estás en contra del tiempo. Esto es inevitable, es verdad, y si te dijera otra cosa, te mentiría como una villana. Pero Pepe me dice que no sea pesimista, pues mi abuelo murió a los 90.

¿Eres supersticiosa?

Supersticiosa no, creo en Dios.

¿A ti nunca te ha dado, como a otras personas del medio artístico, por

involucrarte en la brujería o esas cosas?

No, no. Yo creo que el destino de la gente lo tenemos marcado todo el mundo; nacemos para morir y morimos cuando nos llega la hora.

Volviendo a nuestro juego anterior, después de lo que me has dicho, ¿sabes con qué te podría yo comparar?

No, ¿con qué?

Con un fuego de artificio.

Siempre!, 11 de julio de 1984.