El siglo asiático

Julio A. Millán

El siglo XXI es conocido como “el siglo asiático” debido al emergente poder de diferentes naciones que conforman este continente, siendo el caso más claro el de China. Conocer sobre qué depara el futuro de este país es clave para comprender los grandes sucesos que tendrán lugar a lo largo del siglo, y la importancia que tendrá para México.

En términos económicos, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, China será la primera economía mundial en 2017, donde su PIB representará el 18.26 % del producto mundial, y el de Estados Unidos el 17.9 %. Cabe recordar que apenas en el año 2000, el PIB chino representaba el 7.1 % del mundial mientras que el de Estados Unidos, el 23.5 %.

Es claro que este éxito no podría entenderse sin su política industrial, de tipo horizontal, y que se ha desarrollado a través de tres ejes: transferencia de tecnología por medio de IED; desarrollo de su capacidad de absorción tecnológica; y promoción de una estructura dual industrial (sus zonas económicas estratégicas como tractores para el desarrollo del resto del país).

El potencial chino es indiscutible y nosotros no hemos sabido aprovecharlo; ello, a pesar de que establecimos relaciones económicas desde hace décadas. En efecto la primera misión empresarial a la República Popular China data de 1980. En la misma participaron  representantes y líderes del sector privado, de Concamin, Concanaco, Canacintra y banqueros, entre otros, encabezados por el Cemai, ahora Comce,  y se firmó el primer documento de cooperación entre los dos países.

En ese entonces, los vínculos comerciales eran de 164 millones de dólares en su valor del comercio (96 millones dólares en exportaciones y 68 millones de dólares en importaciones), pero hoy en día las cifras comerciales representan 62 mil 656 millones dólares (5 mil 720 millones dólares en exportaciones y 56 mil 936 millones de dólares en importaciones), ello significa que de cada dólar que le vendemos a China, le compramos diez. Otro dato interesante es que la nación asiática es, fuera del TLCAN, el segundo país con el que mayor comercio tenemos.

Otro signo claro del desbalance que existe entre China y México, se encuentra en la desproporción en el tema de inversiones de China en América Latina. Los flujos de capital asiáticos se han concentrado principalmente en Brasil, mientras que en el periodo 2000-2011 la inversión acumulada hacia los sudamericanos fue de 14 mil 614 millones de dólares los que representan el 56.2% del total invertido en América Latina.

A México, en el mismo periodo, sólo se destinaron 131 millones. Ahora bien, es importante analizar la naturaleza de la IED proveniente de China ya que el 87% es realizada por el sector público, destinándose en su mayoría a proyectos relacionados con la proveeduría de materia prima y energía, lo que es congruente con la política gubernamental de allegarse de los insumos necesarios para el crecimiento industrial; el resto proviene del sector privado.