Trabajar más y hablar menos
Félix Fuentes Medina
Si son o no narcomenudistas, se trata de al menos 11 jóvenes —13, indica otra versión— que desde el 26 de mayo están desaparecidos y las autoridades del Distrito Federal nada sabían de ellos hasta el martes pasado. Causa horror a la población capitalina que tanta gente desaparezca de sopetón y estemos sumidos en un clima de inseguridad extremo.
El procurador general de Justicia del Distrito Federal, Rodolfo Fernando Ríos Garza, supone (no tiene seguridad de nada) que los jóvenes domiciliados en el llamado barrio bravo de Tepito fueron plagiados en el antro Heavens After de la Zona Rosa por un comando, pero las 18 cámaras instaladas en esa área no tienen registro alguno de los desaparecidos.
Con el régimen perredista, la Zona Rosa dejó de ser área agradable de paseo y buenos restaurantes. Hoy está plagada de antros autorizados por la Delegación Cuauhtémoc y en ellos se desempeñan mafias del narcotráfico y mujeres y hombres de costumbres extrañas.
La vigilancia es nula y ningún control se tiene de los tugurios solapados por funcionarios de todos los niveles de la Cuauhtémoc. Ya vimos cómo fue asesinado a golpes un nieto del hombre histórico de color, Malcom X, en un antro de Garibaldi, y ese caso quedó en la impunidad, como casi todos.
El actual jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, fue procurador de justicia y conoce en exceso cómo es hoy la Zona Rosa y otros rumbos de la metrópoli, entre otros el de La Condesa, también plagada de narcotraficantes y dueños de restaurantes —verdaderas cuevas donde se registran homicidios y todo género de ilícitos— sin que se adviertan propósitos de saneamiento.
El propio Mancera pone el mal ejemplo por ser chile de todos los moles. No hay evento que se pierda, en primer lugar los encabezados por el presidente Enrique Peña Nieto y tampoco se aleja de los micrófonos. Igual hacen sus subalternos y la pregunta general es: ¿a qué horas trabajan?
Decenas de veces dijo el doctor Manuel Mondragón y Kalb, exsecretario de Seguridad en el DF que la llamada delincuencia organizada no había llegado a la ciudad de México y había puesto un blindaje para contenerla. Falso. El hampa de las drogas lleva tiempo entre los capitalinos y baste revisar los récords de consumidores.
En su nuevo puesto de comisionado de Seguridad Nacional, es la misma historia con Mondragón y Kalb. Mucha palabrería y escasa efectividad. Y hoy tiene a su cargo la persecución de delitos federales, entre otros el tráfico de drogas.
Es similar el comportamiento del procurador Ríos Garza, quien se la pasa en los estudios de televisión o en entrevistas de radio. El lunes pasado dijo en el Canal 120 que no tenía evidencia alguna sobre la desaparición de los once tepitenses, pero iba a ofrecer en conferencia de prensa los “avances de la investigación”.
En esos momentos se preguntaron los televidentes: si el procurador no tiene seguridad de que los desaparecidos fueron plagiados por un comando armado, como asegura un supuesto testigo, ¿qué puede saber Ríos Garza sobre la situación de los desaparecidos?
Otra interrogante se refiere al funcionamiento de las cámaras instaladas en el DF. Han sido gastados miles de millones de pesos en la colocación de las mismas y tras la comisión de los ilícitos resulta que no registran nada.
Debido a la preocupante situación metropolitana en materia de seguridad, el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera debe ser más exigente con sus contingentes policiacos y, por supuesto, trabajar más y hablar menos.