En México tenemos muchos

Teodoro Barajas Rodríguez

El título del presente artículo no es por el libro de Nietzsche, aquel filósofo que escribió textos como Ecce homo para generar polémica, tampoco de los trece círculos del infierno de los que da cuenta Dante, ni siquiera de Atila u otros personajes catalogados como anticristos.

El título es por las declaraciones que recién expresó el papa Francisco, quien dijo que los corruptos son el Anticristo y constituyen un peligro, para los católicos el decir del sumo pontífice es un dogma inatacable por antonomasia. De ser así, en México tenemos muchos anticristos sueltos porque en los últimos años los escándalos de corrupción son una verdadera legión que les condenaría al inframundo, según el jerarca eclesial.

Las tropelías de algunos políticos constituyen todo un compendio de malas artes, Andrés Granier es un caso, su megalomanía le llevó a comprar como desesperado ropa de marca a raudales, sus excesos son un gran escándalo que ha orillado a los dirigentes de su partido a desmarcarse porque el desprestigio es contagioso.

Por los registros históricos nuestro país aportaría una gran tanda de anticristos si a los corruptos así les nomina el papa Francisco, algunos han sido videograbados, aunque regularmente han estado blindados porque una gran mayoría de imputados andan libres, carentes de vergüenza.

Los corruptos, a decir del líder de la Iglesia católica, son adoradores de sí mismos, una cosa es ser pecador y otra ser corrupto, dijo para ejemplificar con Judas.

Granier no compareció ante las autoridades, lo cual se anticipaba, la corrupción es una pandemia que sacude estructuras. Tal parece que se trata de una práctica socorrida, arraigada, como si fuese parte inherente a la cultura casi en rango de una tradición.

La corrupción nos remite al quebranto de la norma, y si ésta se burla, lo que llega es la impunidad al no registrarse castigo.

Más allá de lo expresado por el papa Francisco, la corrupción es delito, no es una conducta exclusiva de algunos integrantes de la clase política porque abarca todos los sectores, desde el automovilista que soborna a un agente de tránsito hasta las grandes fortunas que muchos amasan mediante artilugios y transas que contradicen los discursos del bien común.

En su intervención, el Papa recordó a otro pontífice que murió medio siglo atrás, un clérigo con una visión de futuro impresionante que no encontró eco con sus sucesores, Juan XXIII. Conocido como el Papa Bueno, Angelo Roncalli o Juan XXIII, fue quien convocó en su corta gestión al Concilio Ecuménico Vaticano II, el cual trazaría otro rumbo para la Iglesia por alentar el diálogo con los diversos así como una serie de transformaciones litúrgicas, se dio una lectura moderna a los signos de los tiempos.

En fin, retomamos el tema inicial, si los corruptos son el Anticristo, en México tenemos muchos que esquivan la ley a plena luz del día, para ser unos fariseos cleptómanos. Es momento de actuar antes de perder la capacidad de asombro.