Alexander Serikov

Hace poco el científico ruso de nombre Andrey Zlobin hizo un anuncio sobre un prometedor hallazgo. Se trata de los tres fragmentos de un cuerpo celestial enigmático que el 30 de junio de 1908 explotó sobre la región del río Podkámennaya Tunguska en Siberia causando colosales destrucciones así como toda una serie de suposiciones y especulaciones.

Cabe sañalar que todavía nadie ha presentado pruebas del origen de aquel cuerpo cósmico que derrumbó cerca de 80 millones de árboles en la taiga siberiana en un territorio de dos mil kilómertros cuadrados. Estos datos indican que la explosión mencionada superó mil veces la potencia de la explosión de la bomba nuclear norteamericana lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

Pero este fenómeno de tan grandes proporciones no dejó ninguna huella que evidenciara su orígen. No se encontró ningún cráter, que habitualmente se forma tras una explosión de este tipo, ni tampoco alguna substancia extraña, ni testigos. De lo último hay que mencionar que en aquel entonces allá casi no vivía nadie. Se supuso que era un cometa o un asteroide.

Un grupo de geólogos soviéticos visitó aquella zona en los años treinta del siglo pasado y encontraron unas piedras parecidas a los fragmentos de un cuerpo cósmico. Pero no se pudieron realizar estudios al respecto ya que comenzó la Segunda Guerra Mundial y la Unión Soviética tenía otras prioridades. Lamentablemente las muestras en cuestión fueron extraviadas. En 1988 se realizaron nuevas búsquedas y cuando Andrey Zlobin visitó la zona del río Podkámennaya Tunguska encontró allá varias  muestras de fragmentos parecidos visualmente a los de un cuerpo extraterrestre.

Antes se buscaban las muestras en la misma zona de la explosión, pero Zlobin durante su viaje a la región señalada, perforó varios pozos en las turberas locales de donde sacó numerosas muestras. También investigó el lecho del río Jushmo, cercano a la zona de la explosión, donde se acumulaban las piedras traídas por las corrientes de agua desde los alrededores. Allá Andrey también encontró varias muestras que atrajeron su atención y las llevó a Moscú.

Pero otra vez las muestras tuvieron mala suerte ya que la desaparición de la Unión Soviética y, como consecuencia, las dificultades económicas de aquellos tiempos impidieron la realización de los estudios necesarios. Pero ahora el científico Zlobin pudo investigar las piedras traídas desde Siberia, que por suerte se guardaron en el museo geológico.

Apoyándose en la información anterior tanto sobre las características de la zona después de la explosión, como sobre los datos de los estudios de varios cuerpos celestes caídos a la Tierra durante los últimos tiempos, el científico llegó a la conclusión que las tres muestras conseguidas por él tienen las características que deben poseer los cuerpos de procedencia espacial.

El análisis químico de las muestras que planea realizar Andrey Zlobin tendrá que proporcionar más datos sobre el origen de las valiosas muestras y ayudar a descubrir el misterio que hace más de un siglo rodea el fenómeno siberiano que hasta la fecha se llama el meteorito de Tunguska.