No quieren revisar lo mal hecho
Lo que empieza en cólera
termina en vergüenza.
Benjamín Franklin
José Fonseca
La lamentable situación que atraviesa el PAN hace recordar cuando, después de que el entonces presidente nacional del PAN Luis Felipe Bravo Mena le mostró el recién inaugurado edificio del partido en la avenida Coyoacán, Carlos Castillo Peraza le comentó: “Ojalá que no sea un mausoleo para el partido”.
En aquel momento, finales del pasado siglo, aquello sonó como un comentario irónico. Ahora, a más de una década de distancia, las palabras de Castillo Peraza parecen casi proféticas.
Es natural que un partido político, luego de doce años en el poder, sufra un desgaste, pues el ánimo ciudadano suele ser voluble. Prueba de esa volubilidad son Winston Churchill y Charles de Gaulle, ambos a poco de terminar la Segunda Guerra Mundial, durante la cual condujeron a sus naciones, en las urnas los despacharon a sus casas. A De Gaulle lo mandaron llamar pocos años después. A Churchill no.
Entonces, los mandos panistas debieran aceptar como algo normal que el desgaste de doce años los haya llevado a perder la Presidencia, pues en doce años hay aciertos y errores, pero la volubilidad ciudadana con el tiempo magnifica los errores.
Perder la Presidencia después de dos sexenios no puede ser tan traumático como fue para el PRI perderla luego de detentarla casi todo el siglo XX.
A los priistas los dejó en la orfandad la derrota de 2000, pues perdieron al árbitro de los conflictos políticos y tuvieron que aprender a procesarlos sin escuchar la opinión del presidente de la república. Fue en la derrota de 2006 cuando empezaron a salir del shock. Salieron tan bien que volvieron a ganar la Presidencia en 2012, a pesar de las opiniones ilustrada e informada que se conjugaron para impedir lo que llamaron “el regreso del autoritarismo”.
El problema para los mandos panistas parece ser el mismo: no quieren revisar lo mal hecho, no quieren reorganizarse, le atribuyen todos sus males a sus adversarios. Se han metido en una espiral que cada día los enfrenta más. Y lo peor, cada día la espiral conduce a niveles más bajos sus conflictos internos.
Ni siquiera se han detenido a revisar lo dicho por el actual senador panista Roberto Gil Zuarth, parte de la coordinación de la campaña de la señora Josefina Vázquez Mota. Dijo Gil Zuarth de la derrota en la elección presidencial: “El partido no estaba preparado para una empresa de esa naturaleza”.
Esa miopía es la que los lleva a enfrentarse públicamente entre sí. Una pena el espectáculo de las pasadas semanas. Y lo que sigue.
Lástima, porque al país, así como le hace falta una izquierda democrática y liberal, también le hace falta una derecha democrática y liberal.
jfonseca@cafepolÌtico.com
