LA REPÚBLICA

La ALDF abre el debate

Humberto Musacchio

La Asamblea Legislativa del Distrito Federal abrió formalmente un debate sobre la despenalización de la mariguana. Como es obvio, discutir públicamente el asunto contribuye a crear una cultura de tolerancia hacia las drogas, lo que resulta oportuno después de la orgía de violencia de Felipe Calderón, quien terminó su sexenio con una cuenta de 60 mil a cien mil muertos, 20 mil desaparecidos y 250 mil desplazados.

Qué bueno que se discuta la despenalización o legalización de la yerba, que no se eluda el tema pese al miedo que produce en muchos políticos la sola mención del asunto. La experiencia es contundente: las medidas represivas han ensangrentado al país y han atiborrado las cárceles, al extremo de hacer necesaria la apertura de nuevos reclusorios, con los consiguientes costos para el erario.

Pero los enormes costos sociales y económicos de la guerra contra las drogas no han impedido que aumente la producción y comercio de sustancias prohibidas. Es más: ni siquiera han logrado disminuir el consumo ni el número de adictos, y aun así nuestros hombres públicos prefieren voltear para otro lado cuando se habla del asunto.

De ahí que resulte plausible la iniciativa de la ALDF, pues conviene llevar una amplia información al mayor número de mexicanos, porque los gobiernos mexicanos han preferido plegarse acríticamente a la política de Washington sobre el particular y cuidar la salud de los estadounidenses en lugar de poner por delante el interés nacional.

La guerra contra las drogas ha sido una de las campañas más ruinosas para México, tanto por el dineral que se eroga como el número de vidas perdidas. Para colmo, mientras las autoridades mexicanas juegan el papel de obedientes monaguillos celosos de la moral pública, en Estados Unidos son ya 17 los estados que han legalizado la Cannabis con fines medicinales o recreativos. Y acá nos seguimos matando.

La despenalización de la marihuana no será el fin de todo tipo de delincuencia, pero sí acabará con la criminalidad asociada a la yerba. De paso, el Estado podrá cobrar impuestos a la producción y el consumo, como ahora se hace con las bebidas alcohólicas, los cigarros y con múltiples fármacos que tienen carácter legal.

El consumo de alcohol, mota, diazepanes o mejorales es asunto que debe resolver cada quien en conciencia. El consumo excesivo de cualquiera de esos productos es dañino para la salud, pero ése es un problema que deben resolver los médicos, no los policías. Ojalá lo entiendan las autoridades.