La imagen de Peña Nieto, moviéndose con desenvoltura
Mireille Roccatti
Uno de los ámbitos del nuevo régimen del presidente Enrique Peña Nieto, donde se ha hecho presente de inmediato una transformación en las políticas públicas, es el de la política exterior, tanto en lo relativo a diversas relaciones bilaterales, como a la presencia y actuación de México en los organismos multilaterales.
La presencia y actuación de nuestro presidente en la reunión del G8 celebrada en Belfast, es muestra fehaciente del objetivo de convertir a México en un actor global y se inscribe en el propósito de recobrar el espacio histórico que casi un siglo de persistencia y constancia de nuestra diplomacia había alcanzado y la voz y la palabra de nuestro país, se atendía con respeto en el concierto internacional.
El origen y evolución del G8 que naciera en 1973 en la biblioteca de la Casa Blanca, es el de un foro de discusión informal y sin complicaciones burocráticas, se ha convertido en un espacio de diálogo, negociación y construcción de consensos especialmente en materia económica y financiera de primer orden. Por lo cual habrá que aquilatar que la asistencia de México como invitado especial para exponer las características del actual proceso de transformación en que estamos inmersos, realizando reformas largamente diferidas.
La imagen de Peña Nieto, moviéndose con desenvoltura, rodeado e interactuando con los dignatarios de las ocho naciones más industrializadas del mundo y la presidenta del FMI; como los presidentes y primeros ministros de Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Japón, China, Rusia y Canadá y, la francesa Cristine Lagarde del FMI; produce una sensación de confianza, al observar a nuestro presidente caminar a las orillas de un lago irlandés conversando con quienes deciden la política económica internacional.
La conversación que observamos por televisión entre Peña Nieto y Barack Obama es una muestra de la reconversión de la relación bilateral con los Estados Unidos, la más importante para México, misma que se revisó y se recuperó específicamente en el tema de la cooperación en materia de seguridad nacional y regional, seguridad pública y combate a la delincuencia organizada, áreas en que se había aceptado en el pasado reciente una colaboración y cooperación subordinada a los intereses de las agencias norteamericanas, que inclusive se dieron el gusto de “echar a pelear” entre sí a diversas instituciones nacionales. Hoy ha quedado claro que para el tema de seguridad en México existe una sola ventanilla de conducción de la cooperación: la Secretaría de Gobernación.
La reciente visita del presidente chino a nuestro país es otro eslabón de este esfuerzo por relanzar a México como actor global y de re dignificar la diplomacia mexicana.
En ese mismo horizonte se perfila el acercamiento con el grupo Asia-Pacífico creado en el año 2000 en Buenos Aires, y es posible observar cómo vamos tejiendo nuestra propia red dentro de la compleja maraña del nuevo orden global.
En buena hora que nuestro presidente ha marcado el nuevo rumbo de México en el contexto mundial.