Pelea en el PAN por el control del dinero

 

El que nunca cambia sus opiniones

nunca corregirá sus errores.

Tyron Edwards

 

José Fonseca

Dos temas marcaron la semana que termina. Uno fue la enconada disputa en el PAN. El otro fue el incipiente, aunque ya desde ahora acalorado, debate por una eventual reforma energética.

Dicen que la guerra saca lo peor y lo mejor de la condición humana. Igual ocurre con las reyertas políticas. Hasta ahora, en la disputa en el PAN sólo hemos visto lo peor.

Como vulgares calificó el exdirigente panista Luis Felipe Bravo Mena las razones explícitas de la disputa entre los senadores calderonistas y el CEN de su partido.

Tiene razón, pues las batallas internas del pasado —y muchas ha tenido el PAN— fueron esencialmente asuntos de doctrina, de interpretación de los valores y principios del partido.

Lo que empezó como una indisciplina del senador Ernesto Cordero y los senadores calderonistas con la línea política de su partido ha degenerado en una pelea por el control del dinero de la bancada.

Esto aún no termina. Seguirá, porque luego se disputarán el control del partido.

A pesar de la mezquindad exhibida en las pasadas semanas, en este espacio se considera improbable que el PAN se convierta en una fuerza política irrelevante.

Primero, porque cuenta con presencia en el Congreso de la Unión y sus votos son indispensables para la aprobación de iniciativas importantes.

Segundo, porque representa una corriente de opinión que debe tener representación política.

Si —como predicen los profetas del apocalipsis panista— el PAN se difuminara, esos votos no irían la izquierda, ni tampoco todos irían al PRI. Son los votos del México conservador, el cual existe aunque tantos en los medios lo desprecien. Es una realidad y exige su lugar en la representación política.

Respecto a la eventual reforma energética, el debate actual es de una esterilidad que sorprende, pues se discute un proyecto de ley que aún no se concreta.

Para empezar, ni el gobierno peñista no ha decidido si la reforma energética será mediante reformas constitucionales o simplemente reformas legales. De esa decisión depende la profundidad de la reforma energética.

A pesar de la estridencia de las declaraciones de algunos perredistas, pareciera que se impone la sensatez. Sabe el PRD que si se radicaliza, como quiere Andrés Manuel López Obrador, se quedará al margen de las negociaciones serias, será imposible incluir sus propuestas en una eventual reforma energética.

Eso, al final del día, augura que, pese a eventuales manifestaciones y reclamaciones del radicalismo de izquierda, existe la posibilidad de negociaciones serias, inteligentes para una reforma energética.

 

jfonseca@cafepolitico.com