D. F. por Siempre!
Destrucción patrimonial en el “docenio trágico”
…la más estupenda obra arquitectónica
entre todas las que había contemplado en mi vida.
Dr. Atl.
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
Con la desacertada intervención al ex Convento de la Merced culminan las aberraciones legadas por el docenio trágico del PAN al frente de una política que pervirtió las instituciones responsables de la protección de nuestro vasto patrimonio cultural.
Al amparo de los prejuicios culturales de quienes ocuparon la presidencia de la república los últimos doce años, se estructuró una política de destrucción patrimonial acreditada ante decisiones tan aberrantes como la alteración a la isóptica del Paseo de la Reforma por la Estafa de Luz, monumento a la corrupción para festejar 200 años de nuestra Independencia.
Desde la dirección del INBA se gestó la deformación de la Sala Principal del Teatro de las Bellas Artes a costa del capricho y la ambición de quienes determinaron modernizar ese espacio, para transformarlo en sala de usos múltiples a costa de la pérdida de su extraordinario patrimonio arquitectónico decó, ideado por Federico Mariscal, y su irrepetible amalgama con el diseño nouveau de Adamo Boari, sustituida por la anodina remodelación para festejar el centenario de la Revolución.
En 2009 las presiones colectivas y la sensatez política impidieron la metamorfosis de la zona arqueológica de Teotihuacán en un escenario de espectáculos multimedia, descaradamente auspiciado y defendido por la administración calderonista a través de un director del INAH cuya impronta devastadora es paradigma de la derecha anticultural.
Con los mismos sólidos argumentos esgrimidos ante las vandálicas pretensiones de esa camarilla, en su momento surgió una fuerte oposición al programa de modernización del ex Convento de la Merced, impulsado en los estertores del calderonato so pretexto de transformar ese hito excepcional del patrimonio en Museo de la Indumentaria, para lo que se proyectó adosar un edificio de cinco plantas —con estacionamiento subterráneo— y una techumbre para cubrir el bello claustro mudéjar, cuyo peso de 80 toneladas puso en riesgo la admirable factura de este inmueble.
Alfonso de Maria y Campos, extitular del INAH, exhibió su desprecio al patrimonio cultural, y en el caso del claustro de la Merced ignoró la extraordinaria lucha que en los años 20 del pasado siglo libraron a su favor el polifacético intelectual Gerardo Murillo —el Doctor Atl— y su musa Carmen Mondragón —Nahui Ollin—, quienes para impedir su demolición vivieron en las celdas del viejo convento, acción de defensa que nutrió su pasión por la vida y el arte, y que el pintor recreó en una de sus más apasionadas obras literarias, Gentes profanas en el Convento.
Reconocemos la atinada decisión del reinstalado Consejo de Monumentos del INAH, cuyos integrantes determinaron detener y revertir las atrocidades de quienes no supieron ver la más estupenda obra arquitectónica contemplada y defendida por el Doctor Atl.
