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Escasa participación ciudadana
Mientras se gana algo, no se pierde nada.
Sancho Panza.
Alejandro Zapata Perogordo
Los procesos electorales en 14 estados de la república iban más allá de obtener las posiciones en disputa. Se trata, prácticamente, de volver a competir en la mitad del país, que aún sin superar las diferencias de hace un año, cuando fue la presidencial, los partidos políticos de oposición tienen la oportunidad de acreditar fuerza, apoyo, respaldo y construir equilibrios. En consecuencia, las lecturas electorales tienen un sentido de mayor amplitud, pues la lógica no se contrae únicamente al espacio local, la connotación nacional también tiene un papel sobresaliente.
Ahora las campañas son cortas pero intensas; estuvieron plagadas de denuncias y guerra sucia, llamada propaganda negra, con la intervención de gobernadores, grupos armados, noticias falsas, detenciones selectivas, delincuencia organizada; sobresalió la corrupción y la impunidad, quedando las conductas sin sancionar.
Por otro lado, era una aduana necesaria. Ha sido un camino lleno de piedras, que cambia el contexto político actual; están rebasadas tanto las reglas políticas como las autoridades encargadas de aplicarlas; quizás ésa sea la primera conclusión.
La escasa participación ciudadana llama la atención, y puede tener múltiples interpretaciones, sin embargo, el hecho real de no acudir al llamado de la democracia implica desánimo, carencia de confianza y motivación y hasta frustración social.
Dentro de la competencia, la alianza PAN-PRD tenía como objetivo arrebatar al PRI todos los espacios posibles, y éste, a su vez, conservar sus posiciones y ganar la gubernatura de Baja California. Las contiendas fueron muy cerradas y aún hoy siguen las disputas judiciales. ¿Quién gana y quién pierde? La elección más importante —por estar en juego la gubernatura— es Baja California, que la retiene Acción Nacional; al igual que se consolida en Puebla, Tlaxcala y Aguascalientes, con significativos avances en Coahuila y la zona fronteriza de Tamaulipas, consigue triunfos significativos en Boca del Río y Córdoba, en Veracruz.
En contrapartida, el PRI da la sorpresa en Quintana Roo, obteniendo el ayuntamiento de Cancún (Benito Juárez), conserva buena parte de Veracruz, Durango e Hidalgo y avanza en Sinaloa y Oaxaca, este último sigue muy peleado.
El PRI gobernaba 12 de las 14 capitales en disputa, y pierde cuatro: Mexicali, Aguascalientes, Tlaxcala y Saltillo. Puebla lo ratifica el PAN y Oaxaca se encuentra en empate técnico con diferencias que no llegan a mil votos.
Los resultados del PRI no eran los que esperaban, venían de una racha de triunfos, aunque ahora enfrentan la calificación de sus gobiernos, y la ciudadanía les cobró facturas. Por su parte, el PAN recupera confianza del electorado, circunstancia que viene bien en estos tiempos, ya que sube el ánimo de militantes y simpatizantes, sólo que ahora debe tener mucho cuidado para no tropezar con la misma piedra.
El cartero siempre toca dos veces.
