Entrevista a Soid Pastrana/Portadista del 60 aniversario de Siempre!
Irma Ortiz
Colores, luces, animales y personajes mágicos forman parte de la iconografía del artista juchilango — como se autonombra— Soid Pastrana, autor de la portada del sexagésimo aniversario de la revista Siempre!, donde los colores amarillos y azules dan muestra de su trazo, de las tonalidades de la paleta de un artista zapoteco, orgulloso de su origen, que asegura que ser indígena y urbano es parte de la magia de dos culturas que confluyen.
Pastrana asegura que los molinos de viento contra los que lucha el Quijote se instalan en Juchitán.
Soid, quien tiene enterrado el ombligo en Juchitán, pero considera al Distrito Federal como su segunda piel, es un artista inquieto, prolífico. Regidor de cultura del ayuntamiento juchiteco, es fundador de la revista Bicunisa, que significa río de nutrias zapotecas, donde se presentan temas literarios y plásticos.
Pastrana ha montado exposiciones con su obra en La Habana, en San Antonio, Texas, Yakarta, Indonesia, Chicago y en nuestro país.
Soid vivió en la ciudad de México a lo largo de 19 años, donde estudió diseño gráfico, pero regresó a su ciudad —cuna del pintor Francisco Toledo— para revitalizar su sentido de pertenencia e imaginación y crear una obra donde hombres y animales forman parte de esa realidad mágica, y donde los colores nos remiten siempre a Oaxaca y particularmente al Istmo de Tehuantepec.
Juchitán soy yo
¿Quién es Soid Pastrana?
A Víctor Hugo cuando le preguntaron quién era, decía: “Víctor Hugo es un loco que se cree Víctor Hugo”, y así soy yo, un loco que se cree Soid Pastrana. Creo que uno como artista se va definiendo en el camino, el panorama se abre y uno empieza a volar, y yo ya he emprendido un vuelo hace muchos años y no he querido bajar de ahí.
Un artista plástico que se inicia muy joven.
Llegue a la ciudad de México en 1989 por 15 días y, sin embargo, me quedé 19 años. Me hice, me formé, en la ciudad de México como diseñador gráfico, estudié la licenciatura y después abandoné el diseño por completo, para dedicarme a las artes visuales y a las fiestas.
Juchitán, su territorio artístico, y donde, como usted señala, tiene enterrado su ombligo.
A Juchitán lo traigo muy presente. Juchitán soy yo, de alguna forma ahí tengo mi infancia, a mis amigos, mi familia. Tengo lo que quiero ver y uno es lo que ve, lo que come. Juchitán me permitió en esa parte geográfica nacer. Mi primer contacto fue con el exterior con la lengua zapoteca, y yo creo que desde el vientre materno, porque aprendí hablar el español a los 8 o 9 años.
Mi lengua materna es el zapoteco, por lo tanto, sueño en zapoteco, duermo en zapoteco y despierto en zapoteco, entonces mi referencia inmediata con la gramática, con la palabra, es mi lengua, que significa mucho para mi obra.
Ser indígena en este país o en el planeta es motivo de orgullo y una resistencia muy fuerte. Ser indígena en estos tiempos me ha permitido tener una visión muy particular de las cosas; ser indígena y ser urbano es algo mágico, porque son dos culturas que confluyen y hacen que una persona tenga más visión de su entorno. Yo veo a la ciudad como una segunda piel, y a Juchitán, como mi cuna.
¿Qué le da a un artista un sitio como Juchitán, donde la gente es fuerte, orgullosa de origen?
Juchitán es un pueblo rebelde, ha resistido, tiene una infinidad de características que lo hacen propio, tal es el caso de la indumentaria de sus mujeres; es el caso de su propia comida, es un pueblo mágico, maravilloso, y no lo digo porque yo sea de ahí, aunque también lo digo.
La mayor riqueza cultural de un pueblo son sus gentes, sus culturas y Juchitán ha dado notables artistas, creadores, escritores y artistas plásticos.
Juchitán tiene ahora 50 artistas plásticos vigentes actuales, de ahí han salido gente como el pintor Francisco Toledo, el escritor Andrés Henestrosa, el compositor Saúl Martínez y el reciente agregado de la Academia de la Lengua, el poeta e investigador Víctor de la Cruz.
Hay una infinidad de escritores y artistas que somos muy orgullosos, muy celosos de nuestra cultura y amamos nuestra tierra. Donde quiera que me encuentre en el mundo, me siento honrado y orgulloso de ser juchiteco, y lo digo con todo el corazón porque amo a mi tierra; amo a mi pueblo y a mi país, como artista y ciudadano.
¿Cuáles considera son las características de su obra?
Son las referencias inmediatas, en un principio fueron Juchitán y después, como cualquier obra, se va desarrollando, pero una característica particular que me han hecho los críticos es el color. El color lo tiene el artista en la paleta de Oaxaca, es el mercado, son las frutas, son los colores de las flores de los huipiles de las juchitecas, pero básicamente uno es un ciudadano del mundo y va recogiendo imágenes por todo el mundo, por donde camina y cosa curiosa, es irrepetible.
Cuando uno camina por algún lugar, quién sabe si vuelva a recorrerlo, pero tenemos una memoria privilegiada de poder 10 o 20 años después, reflejar esas imágenes y ese colorido.
Precisamente en este momento trabajo en una serie, donde ya llevó tres años, sobre el poema de Renato Leduc llamado “Una dama que nunca conoció elefantes” y que coincidió con la visita que realicé a Indonesia y una parte de un barrio de la India, y me ha permitido 15 o 20 años después, poder enlazar toda esta pieza visual que trabajo ahora.
El elefante ha sido ha sido un motivo iconográfico constante en mi obra. Soy afortunado, soy feliz, y aunque pintor, también me defino como insatisfecho, cuando alguien me preguntaba que por qué pinto, les digo que pinto para no morirme.
Pinto para no suicidarme, porque tengo una gran energía y que haría si no me dedicara a la pintura, pues tengo que pintar, dibujar constantemente para estar vivo y eso es lo que hace a un hombre completo, aunque nunca voy a estar satisfecho con lo que estoy haciendo, siempre estoy inconforme, no me gusta lo que hago, pero finalmente es parte del oficio.
La pintura se ha vuelto una pasión insatisfecha pero a la vez una satisfacción con la sombra, con uno, yo creo que a estas alturas es difícil que deje de pintar porque se ha vuelto para mí, una manera de poder decir lo que otros ven, lo que me platican.
En otros tiempos yo hubiera pensado ser taxista para recoger historias de otras personas, pero con una manera equivocada de hacer las cosas, porque ahora estoy en donde yo tenía que estar, donde Dios me puso y aquí estoy.
El Quijote es una imagen enriquecedora
Una magia que vemos en su obra, con una iconografía mágica.
Uno va creando su propia magia. Me encanta de pronto como ser el director de la obra de teatro, de mi propia obra. Yo muevo los elementos, los actores y en muchos de los casos los personajes, los creo, los invento y los reinvento, y eso qué significa que me estoy reinventando, y creo, sin dudarlo, que al reinventarme, me estoy sorprendiendo a mí mismo.
Cada día quiero sorprenderme con lo que hago, con el color, si mis manos me han enseñado la ruta del color, del trazo, mi corazón siempre también va implícito.
Como portadista de este 60 aniversario de Siempre!, ¿cuál es su visión del Quijote de la Mancha?
Para mí fue de sorpresa, el Quijote por sí solo es una imagen enriquecedora, es como una parte del arte, que cualquier pintor aborda. El Quijote es una referencia no sólo en la literatura sino en la iconografía, sin tener siquiera tener una referencia en una revista, en un libro.
El Quijote inmediatamente te atrapa y, cuando me piden la portada, es un gran honor y un gran placer tener esta oportunidad de ilustrar Siempre!, aunque debo señalar que ya había colaborado con la revista hace como 15 o 20 años.
¿Qué quiso mostrar en su Quijote?
Primero, tratar que el Quijote tenga un sello mío, así lo traté de visualizar, que cuando la gente vea la revista, diga “es Pastrana”, y eso me va a dar muchísimo gusto, sobre todo por lo que hablábamos de la distancia. De Juchitán a la ciudad de México son en carretera alrededor de 10-12 horas, pero a la vez no sé el Quijote cuánto haya caminado. Esa es parte de la cuestión que uno tiene de poder plasmar su trabajo sin límites, sin fronteras, porque el arte rebasa esas fronteras, los límites territoriales y también el arte mismo.
La pintura sirve como oxígeno ante lo caótico de la sociedad, de lo caótico que se vuelve el Distrito Federal, es un escape. La cultura sirve para eso: es finalmente una mentira que nos hace ver la verdad, algo imaginario. Uno puede estar pintando y estar en Bagdad, sin necesidad de salirse del taller.
Este Quijote es parte fundamental de una referencia en Oaxaca, por la zona en que se encuentra, ahora por la cuestión de los generadores eólicos, ahí están los molinos de viento, pero ya modernos.
Estamos en estas fechas en Oaxaca, no digamos en tiempos de pacificación pues siempre hay problemas en el estado y la cultura y el arte, son medios para que se refleje al mundo que Oaxaca también ha dado artistas, escritores. No somos un estado nada más de problemas sino también somos una entidad con mucha cultura, con mucha riqueza artística.
En estos días fue el cumpleaños del pintor Francisco Toledo y es un orgullo tenerlo en Oaxaca, ha sido un promotor incansable de instituciones que han apoyado en la cultura y el arte. Esa es Oaxaca, es la Oaxaca de Morales, de Tamayo, de tantos artistas que tenemos en el estado, por eso decía que somos un pueblo rico, orgulloso.
Hay vestigios de nosotros, de los antiguos zapotecas, ahí está Monte Albán, ahí está Mitla, vestigios actuales en estas fechas que son pilar de este país y de este continente.
Tenemos que trabajar
Y donde usted ha participado fuertemente como promotor cultural.
Si hubiera tiempo, uno podría escribir un libro de poesía, dirigir una película, hacer teatro, danza, ese es el artista que nunca está conforme, nunca está quieto y no le queda otra más que promover otras disciplinas que no puede hacer. Dice el escritor que como no puedo pintar, hago exposiciones y todo eso; en mi caso, como no puedo dirigir una película, llevo proyecciones de cintas, hago presentaciones de revistas.
Hago una revista en Juchitán bilingüe, zapoteco y en español; dirijo un colectivo de graffiti, llamado Chiquitraca, vamos a las calles y pintamos, nunca vamos a estar quietos, esa es la fortuna del artista, con o sin recursos, tenemos que trabajar.