Julio Morejón
(Primera de dos partes)
La creación de un centro antipiratería en el golfo de Guinea evidenció la decisión de países africanos de poner fin a ese flagelo, que erosiona la seguridad y debilita los vínculos con el exterior.
Este es un gran golfo del sureste del océano Atlántico, localizado en la costa centro-oeste de África; baña los litorales, de oeste a este, de Liberia, Costa de Marfil, Ghana, Benín, Togo, Nigeria, Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón, y Santo Tomé y Príncipe.
Un grupo de 11 países de África central y occidental, reunido en Yaoundé, la capital de Camerún, se pronunció contra esos actos vandálicos en el golfo de Guinea, donde el pasado año se registró un aumentó de tales delitos, lo cual preocupó a las autoridades de la zona, pero también a la Unión Africana (UA) y a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Según el presidente de Chad, Idriss Deby, la decisión conducirá a la implantación de «un centro donde se estudiarán las estrategias que se adoptarán para disminuir la tasa de ataques de los piratas en el golfo de Guinea,» y detener una gran amenaza en el área, donde coexisten las rutas de tránsito comercial incluido el petrolero.
De acuerdo con el mandatario, se configurará una fuerza naval que asegure la tranquilidad en el litoral atlántico africano, por donde se mueve una gran parte de las mercancías del intercambio entre los Estados de la subregión.
Malabarismo de los piratas
Sobresalen variables que tratan de explicar el comportamiento del problema de la piratería, por ejemplo en el caso de Somalia los vándalos no siempre lo fueron; en su origen quedaron disociados de sus fuentes de empleo por la transnacionalización de la economía: antes pescadores y luego delincuentes.
Asimismo, grandes cifras de dinero que se manejan tras la ejecución de los secuestros y los pagos de rescates, los cuales pasan por un proceso de «lavado» y van a engrosar las cuentas, presumiblemente de entidades muy serias, llegan a estar en el centro de algunas jugadas bursátiles.
La prensa europea, tomando en cuenta estadísticas de las Naciones Unidas, afirmó que mientras en el litoral de Somalia se reducen los secuestros de embarcaciones, en la costa occidental africana aumentan los asaltos y ataques, pero esto puede tener otra lectura más cercana al objetivo político vinculado con esos delitos.
Tales apreciaciones relacionan la disminución en el caso del litoral somalí solamente con el incremento del elemento bélico en función disuasiva. En la zona del Cuerno Africano se desempeña con todo su cariz militar la Operación Atalanta, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Esa actividad policial de la Alianza Atlántica no es sólo contra los delincuentes marítimos, sino que se desempeña como un rival más de la organización Al Shabab, la cual enfrenta al gobierno de Somalia, y a sus aliados africanos y occidentales, entre ellos indirectamente a Estados Unidos, lo cual devela la complejidad del asunto.