Entrevista a Yuri Gabriel Beltrán Miranda/Experto en elecciones
Antonio Cerda Ardura
Tras las primeras elecciones que se registraron en México después del regreso del PRI a Los Pinos, persiste la noción de que el proceso se caracterizó por un marcado abstencionismo ciudadano, la intervención de los gobernadores, la incidencia de actos violentos y una ingeniería electoral sucia y reprobable, todo hecho para favorecer, según la oposición, al partido en el gobierno.
No obstante eso no es del todo cierto. Las elecciones locales de este 7 de julio en catorce entidades de la república (Aguascalientes, Baja California -donde la alianza PAN-PRD ganó la única gubernatura en disputa-, Chihuahua, Coahuila, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas) y la extraordinaria en Sonora, demostraron, sostiene el experto en temas electorales, Yuri Gabriel Beltrán Miranda, que México es ya un país multicolor, en el cual ya no se puede afirmar que un solo partido ganó o perdió todo.
Maestro en Gobierno y Asuntos Públicos (FLACSO) y licenciado en Economía (UNAM), Beltrán Miranda indica que la gente sí salió a votar, pero, de ningún modo, puede esperarse que se puedan comparar los niveles de participación ciudadana en elecciones locales con los del proceso federal. El resumen general, indica, es que la del 7 de julio fue una jornada exitosa.
Coordinador de asesores de la magistrada María del Carmen Alanís Figueroa, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Beltrán Miranda habla, a título personal, en entrevista con Siempre!, y afirma que el poder para decidir cuáles serán los siguientes gobiernos se transfirió, en forma total, a los ciudadanos.
País multicolor
¿Cuál es su apreciación sobre la jornada electoral del 7 de julio?
Fue exitosa por varias razones. En realidad la gente sí salió a votar, como podría esperarse en un domingo de elecciones locales. Pero es un tanto injusto comparar los niveles de participación locales con el nivel federal. Es una comparación que, en el mundo de lo electoral, sabemos que no debe darse, porque las elecciones locales normalmente atraen a menos votantes. El proceso siguiente a una elección federal siempre tiene esta particularidad y este fue el caso.
Las elecciones siguientes que más atraen participación, son las de gobernador. En esta oportunidad hubo elecciones en 14 estados, pero solamente en uno se eligió gobernador. Esto explica niveles de participación, creo yo que suficientes como para haber sido, en general, elecciones de nivel municipal, que es lo que ocurrió el domingo.
Una lectura que a mí me dejan los resultados, es que México ya es un país multicolor, lo cual se refleja una y otra vez cada que hay elecciones. Simplemente ya no podemos decir que un partido ganó o perdió todas las elecciones. Aún hay que esperar los cómputos finales, pero en los resultados que fueron arrojando los PREPs, podemos darnos cuenta que en casi en todo el país hubo cambios de gobierno. Ese es el segundo dato importante. No solamente el mapa es multicolor, sino que, además, los gobiernos pueden cambiar de signo en cualquier momento y región. Esto no ocurría así hace 25 años, cuando, ciertamente, se sabía de antemano quién iba a ganar en un estado o en una presidencia municipal. El hecho de que hoy los gobiernos sepan que si hacen una mala administración pueden perder en las urnas seis años después, es, en sí mismo, un buen resultado democrático. México está construyendo su propia democracia.
Entonces, eso sería el resumen de estos comicios.
Creo que es lo que ocurrió el domingo. Es el primer resultado.
Inmediatamente después de la elección, escuchamos a los líderes de los tres partidos diciendo cuáles fueron los saldos favorables que ellos encontraron, pero yo diría que hasta en los institutos que no son tan grandes hubo saldos positivos. En este momento hay presidencias municipales de todos los partidos. El PT ganó en un montón de municipios, lo mismo que el Movimiento Ciudadano o el Partido Verde. En realidad el país se ha vuelto multicolor y en cada región hay alternancia. A veces es el PAN, a veces es el PRD, a veces es el PRI. ¡Eso es una buena noticia!
Anteriormente, en las elecciones probablemente influía el partido que estuviera en el poder. En la época del PRI, normalmente ese partido ganaba porque ejercía el gobierno. ¿Esto se sigue repitiendo?
El PRI ganaba no porque estuviera en el poder, sino porque teníamos un sistema de partidos hegemónico en el que ese organismo, además de tener el poder, influía en la toma de decisiones de todo el aparato público del Estado. Eso ya no existe. Hoy el hecho de que el gobierno federal sea de un signo, no necesariamente indica que el presidente municipal del mismo signo vaya a ganar. Desde mi punto de vista, el poder se reparte y se distribuye, precisamente porque lo que importa hoy no es quién esté en el poder, sino que ya no hay un sistema de partidos hegemónico, dominante en México. El principal cambio está en las dos instituciones electorales del país que ya no tienen relación alguna con el gobierno. La independencia, tanto del TEPJF, como del IFE y de sus símiles en las entidades federativas, posibilitó que sea irrelevante cuál es el gobierno en turno.
¿Entonces cuenta hoy más la decisión del ciudadano que de un partido o de un gobierno?
Decidir quién gobierna es una prerrogativa enteramente de los ciudadanos. Lo estamos confirmando en cada año de elecciones. El poder para decidir cuáles serán los siguientes gobiernos, se transfirió, en forma total, a los ciudadanos.
¿Qué le pareció la elección de gobernador en Baja California? El PAN conservó su bastión importante.
En Baja California, el recuento no indicó incidentes graves, o a lo mejor hubo incidentes aislados, pero habrá que esperar el reporte final. Fue preocupante que no funcionara el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), lo cual nos invita a la reflexión sobre la utilización de ese sistema. Lo que pasó en la noche de la elección fue que, sin el PREP, los presidentes de los partidos salieron a manifestar sus triunfos, seguramente motivados por las exit polls. En el mundo electoral todos sabemos que las encuestas de salida tienen un margen de error muy grande, porque lo que nos dice el ciudadano después de acudir a la casilla, no necesariamente es la verdad acerca de por quién emitió su voto. Los que sí son muy confiables son los conteos rápidos que se hacen con base en las sábanas que están a la vista después de que se cuentan los votos en las casillas. Pero para el momento en que salieron los presidentes de los partidos, esos conteos no habían ocurrido. En una elección cerrada esto puede pasar y es probablemente lo que sucedió en Baja California: se basaron en las exit polls. Esto nos lleva a rescatar la importancia de los PREPs, que normalmente arrojan resultados confiables en muy poco tiempo, que las exit polls no pueden ofrecer.
¿Cómo quedan las instancias electorales locales?
Está en boga esta discusión en todo el país, sobre si los institutos locales electorales deben permanecer o debemos construir un Instituto Nacional Electoral. Yo soy más partidario del esquema federalista, en el que haya institutos en cada uno de los estados. Pero reconozco que hay áreas de oportunidad muy técnicas, donde algunos procesos sí podrían centralizarse. Ya lo sabíamos desde hace mucho tiempo, cuando decidimos, por ejemplo, que hubiera un solo padrón, en lugar de que cada estado haga su listado nominal y sus credenciales de elector y demás. Eso lo hace muy bien el IFE y ese padrón funciona bien para todos los estados que hacen sus convenios cada año con el órgano electoral. Creo que lo mismo podríamos pensar de los PREPs. El IFE tiene una gran experiencia haciendo PREPs. No recuerdo que hayan tenido un incidente similar a lo que pasó en Baja California. Pero esto nos lleva a la reflexión de que si vale la pena, que en lugar de desaparecer los institutos locales, más bien centralicemos algunos procesos, como los PREPS concretamente. Creo, además, que dejarlos en manos de empresas privadas no fue una buena idea, por lo menos en el caso de Baja California. De manera que se podría pensar en que los estados convinieran con el IFE su PREP.
Violencia, el mayor inhibidor
¿Las elecciones mexicanas se distinguen porque haya dinero sucio o intereses oscuros detrás de los candidatos? ¿Qué reflejaron estos comicios?
No tengo la percepción de que alguno de esos dos elementos haya estado presente en estas elecciones. Pero, insisto, habrá que esperar a que los partidos interpongan sus denuncias, se cuenten los votos y se califique el proceso. Lo que sí creo que pueda haber ocurrido, lo cual puede haber influido en los niveles de participación en algunas regiones, es la percepción de violencia que no termina de desaparecer. Quienes se dedican a administrar elecciones en el mundo, saben bien que ese temor es el más fuerte inhibidor de la participación electoral. Allá en el Medio Oriente, por ejemplo, cuando ha habido la sensación de que podría desatarse alguna protesta masiva o algo que pudiera poner en riesgo la integridad física de las personas, se han registrado niveles bajos de participación.
¿Es hoy la violencia la que marca la participación electoral?
No hubo grandes episodios de violencia. Puede ser que haya regiones del país donde todavía exista esa sensación, no porque haya ocurrido en esta jornada electoral, sino porque todavía hay incidencia de asesinatos y de todo eso que está pasando.
¿Podríamos resumir que no se podría señalar realmente que un partido en particular tuvo un gran avance?
Quienes estudian ciencia política sostienen la idea de los ciclos electorales, o la teoría de que, al año siguiente de una elección federal, es muy difícil que cambien en forma dramática las preferencias que se registraron en los comicios presidenciales. Es demasiado corto el tiempo. A ese periodo le llaman el de la “luna de miel”. Matthew Soberg y otros teóricos de esos temas dicen que conforme va avanzando un ciclo electoral, en el caso mexicano, un sexenio, se va haciendo más lejana la preferencia electoral como se dio en la elección presidencial. Es el famoso “desgaste” de los presidentes.
Ya existe una percepción más real de cómo se está gobernando.
Exacto. Al principio, en realidad lo único que uno conoce son los planes de gobierno, pero no hay una percepción clara. Y el quinto año de un sexenio, pues ya nada tiene qué ver con el inicio. Más bien, el quinto año de un sexenio es un predictor de lo que va a ocurrir en la nueva elección federal. ¿Qué fue lo que pasó en ésta elección? En muchos casos, el PRI recuperó espacios. En algunos estados, a los panistas no les fue nada mal, y, en otros más, a los perredistas tampoco les fue nada mal. Creo que más o menos se confirmó esta hipótesis del ciclo electoral en algunas regiones.
¿Qué tanto influyó la situación de los partidos? Hay observaciones de que al PAN lo están atomizando sus problemas. Lo mismo pasa con el PRD con este asunto de las tribus. El PRI también tiene divisiones, pero no son tan notables hacia fuera.
Hay dos movimientos claros que están ocurriendo en el país. Uno es que el Estado de derecho se está arraigando, en serio, en los ciudadanos y, por supuesto, en los militantes de los partidos políticos. Es decir: un militante de un partido que siente que la autoridad partidista le hizo alguna trampa en algún sentido, hace uso de su derecho de controvertir esa decisión de su autoridad partidista ante la propia instancia de resolución de conflictos del partido o ante el TEPJF. Eso es buena cosa, que los ciudadanos se sientan propietarios de sus derechos político-electorales. ¿Esto explica por qué están más beligerantes los partidos? Creo que es eso, los militantes y los cuadros partidistas se volvieron más dueños de sus derechos.
Por otra parte, los cambios en el poder a veces provocan convulsiones al interior de los institutos políticos. Las fuerzas se realinean y creo que eso es lo que estamos viendo no solamente en la prensa, sino en demandas concretas y fundamentadas ante instancias legales. Es una nueva manera de construir la política en México: a través del derecho y no de la movilización y la violencia, como ocurría a mediados del siglo pasado.
¿Funcionaron, en general, todas las fases y aparatos electorales?
Yo creo que sí. El más importante aparato electoral, el que más cuenta, es el que se activó con los cómputos distritales. Pero, en general, el 7 de julio hubo procesos bien organizados y los institutos electorales locales lo hicieron bien.
Cuotas de género
¿Qué nos faltaría?
México tiene aún la tarea de hacer una vida política local más pujante. Algunos de los estándares que ya logramos incorporar a nivel federal, todavía no logramos incorporarlos en el plano local. Hace un año, por ejemplo, el TEPJF y las instituciones federales estábamos muy orgullosos de los niveles de representación de mujeres en el Congreso de la Unión. Las cuotas de género, a nivel federal, por primera vez habían conseguido romper una barrera internacional que nos habíamos trazado, por cierto, como producto de la acción de sentencias del TEPJF, de la regulación del IFE, y de que los partidos le entraron con entusiasmo a ese tema. Estábamos verdaderamente eufóricos. Sin embargo, en el plano local, en esta elección los niveles de representación de mujeres volvieron a ser raquíticos. El estándar de igualdad que ya logramos generar en el nivel federal, no tiene paralelismo en la vida local. Lo peor de todo eso es que es en el nivel local donde se construye la escuela de política del país. Es ahí donde la gente da sus primeros pasos para después convertirse en diputados o senadores. Desde ahí estamos arrancando con un piso disparejo.
Otro tema es el de los candidatos independientes. Este año fue la prueba de fuego de esa figura. Por primera vez se echaron a andar las candidaturas independientes como producto de la reforma política constitucional. Dos estados ya las regularon y sabemos que en Zacatecas ganó un candidato independiente en uno de los municipios, si se confirma la información del PREP. Creo que habrá que mejorar esas regulaciones que intentaron dos estados. Hay mucho qué hacer. ¿Para qué? Si se les reconoció a los ciudadanos el derecho para concursar en elecciones, también tenemos que generar un piso más o menos simétrico para que lo hagan. Y es que si las condiciones son totalmente desiguales en favor de los candidatos de los partidos, la figura va a morirse de inanición. Así que hay que debatir con qué recursos van a competir los candidatos independientes y si van a tener acceso a medios como la radio y la televisión para tratar de generar un esquema más igualitario. Los resultados del domingo nos dan, en general, buenas cuentas. Ya ganó el primero y la figura funcionó más o menos bien en las candidaturas.


