La Política Me Da Risa
El eje del desarrollo es la fuerza laboral
Yazmín Alessandrini
En casi ocho meses de gestión, el presidente Enrique Peña Nieto y los funcionarios de su gabinete ya tienen bien identificados los principales frentes a cubrir y a atacar para que nuestro país empiece a registrar avances significativos referentes al bienestar de los casi 118.5 millones de mexicanos que habitan esta gran nación. Un par de ellos son, indudablemente, el desempleo y el empleo informal, razón por la cual la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), que encabeza Alfonso Navarrete Prida, desempeñará un papel preponderante en los próximos meses a juzgar por el anuncio del inicio del Programa para la Formalización del Empleo que se realizó el lunes anterior.
Uno de los satisfactores más importantes para que un individuo viva pleno y realizado es el empleo. Sin embargo, cuando éste se convierte en trabajo informal (59% de los mexicanos que tienen una fuente de empleo, 28 millones, recaen en esta categoría); esta condición provoca sinergias negativas en las que la baja productividad y el crecimiento insufiente se convierten en los ejes rectores de la actividad laboral.
Por ello, es de destacarse, de acuerdo con palabras de Navarrete Prida, que de aquí a finales de este 2013 la STPS tiene como meta principal, utilizando los mecanismos de este Programa para la Formalización del Empleo, extirpar de la informalidad a 200 mil trabajadores mexicanos que no sólo no producen ni crecen adecuadamente, sino que tampoco cuentan con prestaciones de ningún tipo en detrimento de ellos mismos y sus familias. El cimiento en el que se recargará este ambicioso plan gubernamental será, sin duda alguna, la reforma laboral que se aprobó en septiembre del año pasado.
Parece mentira que en pleno siglo XXI en México existan cientos (quizá miles) de empresas con más de 50 empleados que no dan a sus trabajadores las más mínimas prestaciones que contempla la ley. Por lo anterior, ya va siendo hora de que el gobierno federal, los gobiernos de los estados y el de la ciudad de México sumen voluntades con los sectores empresarial y laboral para respaldar (ahora sí) a tantos trabajadores que durante años han sido integrados a los esquemas de productividad de manera por demás discreta e ignorando que el eje del desarrollo de una nación son justamente sus ejércitos laborales.
Otro de los actores a los que se deberá poner mucha atención es al Comité Nacional de Productividad, porque a él corresponderá proponer las políticas y estrategias adecuadas para incrementar la formalidad. La transición de la informalidad hacia la formalidad será un trance que tomará su tiempo.
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