Personaje único
Bernardo González Solano
Hace 95 años (1918), que se cumplen el próximo jueves 18 de julio, nació en Mvezo (algunos la llaman Qunu), una aldea de alrededor de 300 habitantes, cerca de Umtata en el Transkei, Sudáfrica, Nelson Rolihlahla Mandela, uno de los trece hijos que tuvo su padre Gadla Hendry Mphakanyiswa, consejero principal de la casa real Thembu, del clan Madiba de la etnia Xhosa. Su madre fue Nongaphi Nosekeni Fanny, tercera de las esposas de Gadla. En aquel momento, solo se enteraron de su nacimiento sus padres y los familiares más cercanos.
Ahora, casi todo el mundo está pendiente, desde hace varias semanas, del desenlace que tenga el mal estado de salud que sufre el primer expresidente negro que llegó al poder en forma democrática en la República de Sudáfrica en 1994, un año después de haber recibido el Premio Nobel de la Paz (Mandela es uno de los siete negros que lo han recibido: cuatro hombres, tres mujeres, incluyendo al presidente Barack Obama) como reconocimiento a su labor por la unificación nacional después de lograr que desapareciera el régimen de apartheid (segregación racial) que dirigió, durante muchos años, aquella nación austral del continente africano.
En el momento de redactar este reportaje (jueves 4 de julio), los partes médicos indicaban que era “estable” —lo que esto signifique— el estado de salud de Mandela, pero fuentes cercanas al famoso personaje aseguran que el final está cerca.
Sus familiares y sus paisanos de Mvezo no hablan abiertamente del futuro de Madiba —título honorífico otorgado por los ancianos de su clan, también le llaman Tata—, pues según las costumbres de la tribu xhosa está prohibido hablar de la muerte de una persona cuando ésta aún está con vida. Nada extraño, pues en otras sociedades menos tribales también se evita hablar del fallecimiento de alguien que no ha muerto. Respeto por el que se va.
La visita de Obama
Aunque Mandela no ha dispuesto dónde enterrar su cuerpo cuando fallezca, hace veinte años expresó el deseo de ser inhumado, con una ceremonia sencilla, en su aldea natal. En tanto, maquinaria especial acondiciona los caminos para llegar al lugar donde vivió cuando era niño, así como infinidad de periodistas están en guardia para cubrir los probables eventos fúnebres del caso. Una de las hijas del Tata, Makaziwe, llamó “buitres” a los representantes de los medios de comunicación reunidos afuera del hospital donde se encuentra Mandela.
Mientras Mandela es atendido —desde el 8 de junio— en el Hospital Mediclinic Heart de Pretoria, el presidente Barack Obama realizaba una gira por tres países de Africa: Senegal, Sudáfrica y Tanzania.
Ya que el mandatario mulato estadounidense dijo no “buscar la foto con Mandela” y por “respeto y por el confort” al enfermo, Obama no acudió a visitarlo al hospital donde se encontraba. Sin embargo, en su discurso en la Universidad del Cabo —donde concluyó una inolvidable jornada que incluyó una visita a la prisión de la isla Robben, donde Mandela pasó 18 de los 27 años que estuvo en prisión por luchar contra el apartheid—, dijo: “Nelson Mandela nos demostró que la valentía de un hombre puede mover el mundo… la valentía moral del expresidente sudafricano ha sido una fuente de inspiración para el mundo… El triunfo de Mandela y de esta nación habla de algo muy profundo en el espíritu humano… Hubo momentos difíciles que pusieron a prueba su fe en la humanidad, pero nunca se rindió”.
Muchos sudafricanos protestaron por la gira de Obama a su país. El hecho es que su visita a Robben Island, la isla penitenciaria, frente a Ciudad del Cabo, magnificó al héroe de la lucha antiapartheid, donde estuvo encarcelado durante 18 años, privado de todo contacto, bajo un simple número: 46664, como si hubiera sido una víctima más de los deshumanizados campos de exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Las palabras que Obama escribió en el libro de oro de la antigua prisión se recordarán durante mucho tiempo: “En nombre de nuestra familia, se llena de una profunda humildad al encontrarse aquí, donde hombres de tanto valor hicieron frente a la injusticia y no se rindieron”.
Además de Mandela, la mayor parte de las figuras del Congreso Nacional Africano, a la sazón prohibido, sufrieron cárcel en Robben Island, incluyendo al actual presidente Jacob Zuma durante diez años.
Al recibir a Obama, Zuma dijo: “Estoy contento que visiten nuestra antigua casa”. A lo que el mandatario visitante contestó: “El mundo reconoce a los héroes de Robben Island, y nos recuerdan que ninguna espada y ninguna celda pueden igualar la fuerza del espíritu humano”.
Opina Vargas Llosa
Resulta que, como escribió el Premio Nobel de Literatura, el peruano-español-dominicano Mario Vargas Llosa en su “Elogio de Nelson Mandela”: “Nelson Mandela, el político más admirable de estos tiempos revueltos, agoniza en un hospital de Pretoria y es probable que cuando se publique este artículo ya haya fallecido, pocas semanas antes de cumplir 95 años y reverenciado en el mundo entero. Por una vez, podremos estar seguros de que todos los elogios que lluevan sobre su tumba serán justos, pues el estadista sudafricano transformó la historia de su país de una manera que nadie creía concebible y demostró, con su inteligencia, destreza, honestidad y valentía, que en el campo de la polìtica a veces los milagros son posibles”.
Vargas Llosa concluye: “Cuando Mandela subió al poder su popularidad en Sudáfrica era indiscreptible y tan grande en la comunidad negra como en la blanca… Ese tipo de devoción popular mitológica suele marear a sus beneficiarios y volverlos —Hitler, Stalin, Mao, Fidel Castro— demagogos y tiranos. Pero a Mandela no lo ensoberbeció; siguió siendo el hombre sencillo, austero y honesto de antaño y ante la sorpresa de todo el mundo se negó a permanecer en el poder como sus compatriotas se lo pedían. Se retiró y fue a pasar sus últimos años en la aldea indígena de donde era oriunda su familia…”
A Mandela se le otorgó el Premio Nobel de la Paz “por su trabajo para terminar pacíficamente el régimen de apartheid y por lo que se fundó la nueva democracia sudafricana”.
La vida
Durante 27 años, Mandela fue el prisionero político más conocido del mundo. Su nombre fue el principal lema en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, y cuando fue liberado, el 11 de febrero de 1990, el evento fue transmitido por todos los medios de comunicación de la Tierra. Tres años más tarde, recibió el Premio Nobel de la Paz, junto con F.W de Klerk, con quien estableció las bases para imponer la democracia y la igualdad racial en su patria.
Mandela, cuyo nombre original Rolihlahla, significa “causante de problemas”, nació en el seno de una familia que vivía acorde al sistema tribal de rangos del pueblo Thembu. Fue el primer miembro de su familia en asistir a la escuela, donde, a los siete años de edad, recibió el nombre inglés de Nelson —tomado del almirante inglés Horacio Nelson—, porque a un maestro metodista le era muy difícil pronunciar su nombre tribal. Después acudió a la Universidad de Fort Hare, pero pronto se le pidió la dejara por estar inmiscuido en un boicot contra la política universitaria por el Consejo de Representantes Estudiantiles.
Se trasladó a Johannesburgo, donde en 1941 completó sus estudios de bachillerato por correspondencia. Más tarde estudió derecho en la Universidad de Witwaterrand, donde se graduó en 1942, como abogado.
En l944, fundó el African National Congress Youth League, junto con Walter Sisulu, Oliver Tambo y Anton Lembede.
Después de la victoria del dominante Partido Nacional de los blancos afrikaner en las elecciones de 1948, Mandela comenzó a participar en política, oponiéndose a la polìtica de apartheid y la segregación racial. Poco a poco se implicó más en el Congreso del Pueblo y también ofreció asesoría legal —gratuita o muy bajo costo— a los negros pobres que necesitaban ayuda.
En 1952 Mandela fue encarcelado por infringir la ley que suprimía el comunismo, pero su sentencia de nueve meses fue suspendida. Se le prohibió tomar parte en mítines o salir del distrito de Johannesburgo durante nueve años pero esto no impidió su actividad política. En 1956, Mandela fue una de las 150 personas acusadas de traición.
Después de la matanza de Sharpville de 1960, en la que 67 negros fueron muertos por la policía, el Congreso Nacional Africano y el Congreso Pan-africano fueron prohibidos. Mandela permaneció oculto. Inicialmente se dedicó a los métodos no violentos inspirado por Mahatma Gandhi.
En l961 el Congreso Nacional Africano formó una fracción armada, la Umkhonto we Sizwe (Espada de la Nación), y Mandela tomó el mando. Viajó por todo Africa. Recibió adiestramento guerrillero en Argelia y estuvo en Londres con algunos compañeros exiliados. En agosto de 1962, poco después de regresar a Sudáfrica, fue capturado, junto con otros líderes del Congreso Nacional Africano.
Durante su juicio, Mandela se representó a sí mismo y a sus compañeros, todos los cuales, excepto Rusty Bernstein, fueron sentenciados el 12 de junio de 1964 a prisión perpetua por planear acciones armadas en contra del gobierno. Después de rechazar una oferta de libertad condicional hecha por el presidente P.W. Botha en 1985, fue liberado en l990. En 1994 su autobiografía, Long Walk to Freedom (Largo camino a la libertad), fue publicada. Ese mismo año, a la edad de 77 años, fue elegido Presidente de Sudáfrica; se retiró en 1999 y fue sustituído por Thabo Mbeki.
Lo demás ya es historia. Mandela, un personaje único.