NUESTRO TIEMPO

Vicente Fox

José Elías Romero Apis

No cabe duda de que una de las manías de Vicente Fox es la extravagancia, entendida como la divagación fuera de sí mismo. Quizás en ello resida la génesis de sus dislates que han provocado hasta un foxiario donde se contienen sus despropósitos. O recordemos a aquel vocero suyo que siempre comenzaba sus voceos señalando lo que Fox quiso decir pero no expresó correctamente.

Desde luego que en los tiempos en los que era presidente de México, ello nos alarmaba y hasta no asustaba. No nos serenaba saber las manos en las que se encontraba depositada una parte de nuestro destino nacional. En muchas noches, los noticiarios nos parecían una pesadilla y no acertábamos a discernir si estábamos en vigilia o en somnolencia.

Hace tiempo que no lo recordaba pero, recientemente, se me ha vuelto a aparecer. Primero, con su placet con una futura legalización de la marihuana. Después, con su deseo de convertirse en productor de la misma. Más tarde, con aquello de que fue mejor presidente que Benito Juárez.

Me queda en claro que si lo hubiera dicho cuando fue presidente se habría provocado un conflicto político del orden mayor. El Congreso de la Unión se aplicaría a sesiones y resoluciones sobre el particular. Los partidos políticos, con excepción del suyo, le habrían hecho extrañamientos muy severos. Los gobiernos estatales se hubieran enfurecido. Todo porque se habría tomado como una provocación y no como una estupidez. Pero ahora, ya sin la banda pectoral que representa al Estado mexicano, sus palabras no suenan como las de un bravero sino como las de un imbécil.

En primer lugar, porque no existe ni concurso ni campeonato entre los presidentes. No hay un trofeo presidencial que se pueda atribuir a alguno en superioridad a los demás. Pero, si lo hubiera, la calificación no la atribuiría el propio interesado sino algún árbitro, jurado o sínodo histórico.

Además, tengo la impresión de que en las palabras de Fox hay un contrasentido laudatorio. Porque, por una parte, se califica como el mejor presidente mexicano. Pero agrega que fue mejor que aquél al que considera el peor de todos. En efecto, Vicente Fox siempre ha demostrado un profundo desprecio por Benito Juárez. Lo hizo desde su discurso inaugural. Luego, defenestró su imagen de la mansión presidencial.

Luego, entonces, si a Juárez no lo considera un héroe sino todo lo contrario, si lo coloca en el sótano de la escala nacional, si le parece el peor presidente de nuestra historia, resulta que él mismo se está colocando como el penúltimo y no como el primero de los gobernantes mexicanos.

No obstante, algunos se enojaron con su nuevo desbarranco. Otros más, tan sólo se rieron. Y muchos ni lo tomaron en cuenta y pusieron sordera ante la necedad.

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