Liturgia

 

Hasta el Gato Morris obtuvo votos

Teodoro Barajas Rodríguez

Democracia a la mexicana, repleta de obscenidades políticas, fuego cruzado como temerario, nadie reconoce derrotas porque todos se aseguran ganadores. Tales estampas vimos el domingo anterior en los comicios desarrollados en 14 entidades federativas, no se vislumbra evolución, parece que estamos anclados en una precaria cultura política.

Lo afirmo por la cantidad de actos tanto irregulares como ilegales que se escenificaron en diversos puntos de la geografía mexicana, la violencia estuvo presente para enturbiar el clima, los niveles de abstencionismo fueron altos. Los signos, los síntomas nos indican un dato revelador: nuestra democracia es frágil.

Hay quienes pretenden situar el Pacto por México como la moneda de cambio o como vil artilugio de chantaje, nuestro país vivió el monopolio partidista legitimado por una disciplinada oposición leal, que no preocupante. Años de un solo estilo, partido hegemónico y simbiótico con el gobierno.

Llegó 1988 para inscribir otro modelo de participación, asomaron las primeras grietas en el edificio del sistema político para diseñar otra forma de competencia. Allí se ubican los primeros registros reales de alternancia ya no aislados, comenzó a dibujarse el sistema de partidos que terminó en partidocracia.

Los comicios celebrados el 7 de julio tuvieron algunos componentes para analizarse, de nueva cuenta las alianzas entre la derecha a través del PAN con la izquierda cuyo principal actor es el PRD, la conveniencia siempre juega.

El PRI se alía regularmente con el PVEM, no sé la justificación de tal ayuntamiento, porque el segundo no tiene ideología, le apuesta al oportunismo, igual respaldó a Vicente Fox que a Roberto Madrazo o Lázaro Cárdenas Batel. Un partido verde que apoyaba la legalización de la pena de muerte contrasta con sus similares de otros puntos del orbe.

El domingo todos se adjudicaban victorias, al escribir estas líneas aún no había resultados oficiales sólo los que publicitan los candidatos, nadie reconoce derrotas, al unísono todos se autoproclamaban vencedores. Surrealismo o teatro del absurdo.

Lo preocupante radica en los actos de violencia porque ensombrecen, debilitan la vida institucional para agregar temor, inhiben la participación ciudadana.

Las acusaciones mutuas para señalar presuntos votos al margen de la ley es algo que regularmente se presenta cada que hay elecciones. No existe una confianza plena en las autoridades electorales ni en las de otra índole.

En Veracruz hasta el Gato Morris obtuvo votos, ésa es una señal significativa que desearía que enfoquen de manera autocrítica las cúpulas de los partidos políticos, la confianza de los electores se diluye como consecuencia del circo que suelen montar.

Espero que todos acaten los resultados porque en las democracias el voto define, aunque en Baja California todo apunta a la judicialización del proceso, situación que parece arraigarse como el nuevo elemento.