Entrevista a Edgar González Ruiz/Especialista en la derecha política

Antonio Cerda Ardura

Aunque en apariencia el PAN tomó la batuta en el debate sobre la esperada reforma energética, al presentar, el pasado 18 de julio, en el Senado, de manos de su dirigente nacional, Gustavo Madero, y del coordinador de su bancada en esa cámara, Jorge Luis Preciado, su propuesta para cambiar ese sector, será en agosto cuando el presidente Enrique Peña Nieto dé a conocer su iniciativa al respecto.

Si bien el PRD fue el primero en poner sobre la mesa, el pasado 25 de junio, su iniciativa de reforma energética, la cual incluye 12 propuestas de modificaciones en leyes y la creación de una norma sobre excedentes petroleros, ha sido la del PAN la que más escozor ha causado, ya que busca reformar los artículos 25,27 y 28 de la Constitución, con el fin de permitir la asociación de Petróleos Mexicanos (Pemex) con empresas públicas y público privadas.

Esto es visto, por ejemplo, por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) como un engaño para la población, ya que, según su fundador, Andrés Manuel López Obrador, con ella “se pretende entregar 60 por ciento de los recursos petroleros al sector privado y empresas trasnacionales”, y, a decir de su presidente, Martí Batres, se trata del producto de una concertacesión PRI-PAN, a cambio de evitar el conteo de voto por voto en Baja California para que el candidato del blanquiazul se quede como gobernador del estado.

Mientras el PAN aduce que su propuesta, la cual presentará ante el gobierno federal el 31 de julio, está consolidada y no plantea la privatización de Pemex, sino un aumento en las inversiones de entre 20 mil y 30 mil millones de dólares al año, el PRD habrá afinado, este sábado 27 de julio, con toda su estructura nacional, incluidos diputados y senadores, lo que ese partido llama “la estrategia de defensa” de la paraestatal.

De acuerdo con diputados federales del PRI, la propuesta presidencial para la reforma energética, la cual tendrá que ser discutida en el periodo ordinario de sesiones del Congreso, que comienza en septiembre, incluirá la separación de Pemex de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para que pueda desarrollarse como una verdadera empresa petrolera, ya no sujeta a los criterios contables y de planeación del gobierno federal.

También prevé que Pemex pueda asociarse con las empresas privadas, sin que ello ponga en peligro la propiedad nacional sobre los hidrocarburos.

Entrevistado por Siempre!, el maestro en Filosofía, Edgar González Ruiz, especialista en la derecha política de México y América Latina, asegura que la reforma energética que abandera el PAN es otro proyecto privatizador que, como siempre, beneficia a las grandes empresas y perjudica al pueblo mexicano.

El investigador y periodista añade que la oposición del PRD a esa iniciativa es falsa, ya que primero va en alianzas electoreras, por meros intereses personales, y después se da cuenta de que el blanquiazul enarbola proyectos contrarios a la nación.

 

Lejos del sentido social

 

Al parecer, el PAN intenta abanderar la discusión sobre la reforma energética, en la que, obviamente, busca que prevalezcan sus criterios. ¿Qué opina de la propuesta del blanquiazul?

El papel que el PAN busca jugar como abanderado de la reforma energética es simplemente el que cabría esperar dada la ideología y la historia de ese partido, abocado a la defensa de los intereses empresariales y clericales. Es decir, y como ya lo han señalado diferentes voces: va a impulsar proyectos privatizadores que beneficien a las grandes empresas y perjudiquen a los sectores mayoritarios.

Se ha dicho también que el proyecto del PAN busca beneficiar unilateralmente a los empresarios sin imponerles siquiera cargas fiscales, y es natural que la derecha se comporte así. Eso no es novedad, ya que es la forma en que siempre ha actuado el PAN. Por el contrario, sus tendencias plutocráticas se han acentuado en el contexto del apabullante capitalismo y del pragmatismo que estamos viviendo en la actualidad, y que tiende a eliminar el más mínimo vestigio de nacionalismo que ese partido pudo haber tenido en el pasado. Finalmente, el PAN estará siempre con las grandes empresas, como se vio claramente en el sexenio de Felipe Calderón.

Por cierto, hay que recordar el odio que la administración calderonista demostró hacia Pemex, y que, en general, tienen muchos empresarios hacia cualquier institución o política que tenga un sentido social o de beneficio a nuestro propio país.

El presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano, ya ha advertido que su partido no va a conceder, ni dentro ni fuera del Pacto por México, una privatización de la industria petrolera.

En sí es inobjetable que la izquierda se oponga a esos proyectos privatizadores. Lo que resulta absurdo,  incluso trágico, es que lo haga luego de que algunos dirigentes del PRD se prestaron a convertir su partido en comparsa del PAN para que este último, el partido católico y empresarial, el partido de la reacción, pudiera conservar algunos bastiones en las elecciones de este mes. Algunos dirigentes del PRD hicieron a un lado la ideología de esa institución y se pusieron al servicio del PAN, para que la derecha (y no una nueva fuerza conformada por el PRD y el PAN) pudiera mantener algunas posiciones electorales, como la gubernatura de Baja California.

Obviamente, la alianza del PRD con el PAN es ideológicamente insostenible, pues se trata de partidos radicalmente opuestos en ese aspecto, que es el que le da sentido y justificación a cualquier actividad política. Esa alianza, puesto que no obedece a la defensa de ideas, responde, como sucedió en este caso, a meros intereses personales. Dirigentes del PRD como el propio Zambrano hicieron de su partido —cuando y como les convino— un comodín en el juego electoral, sin otra razón ostensible que servir a sus propias ambiciones. Y lo hicieron queriendo engañar a la sociedad con la consigna absurda de oponerse a ultranza al PRI, cuando en realidad la peor opción electoral será siempre el PAN.

Dicen que no hay que morder la mano de quien te da de comer. En este caso, el PRD recibió múltiples beneficios con esa alianza

Esos personajes tuvieron su momento y su recompensa en la satisfacción de intereses mezquinos. Hecho ya el mal, luego fingen darse cuenta, repentinamente, del tipo de proyectos que enarbola el PAN, y ahora Zambrano advierte que no los va a apoyar y se manifiesta contra una posible alianza del PAN con el PRI para defender los intereses empresariales en la llamada reforma energética. Esto demuestra cómo algunos políticos, cuando les conviene, abandonan el compromiso ideológico, en perjuicio de su propio partido, y lo retoman también cuando les conviene, de tal suerte que los resultados de esta farsa son siempre  previsibles: hoy dirigentes del PRD apoyan al PAN “para que no vuelva el PRI”. Pero mañana, cuando ya es tarde, se oponen al PAN porque está en contra del pueblo, y así sucesivamente… Con una falsa ingenuidad, se oponen a una derecha a la que están dispuestos a apoyar en los momentos cruciales, como son los comicios.

Y esto pasará una y otra vez, dando testimonio de la miseria humana que conlleva la política entendida en forma pragmática. Ahora, la “izquierda” (si es que está representada por personajes tan oportunistas) lucha contra la derecha. En cuanto los políticos vean venir los comicios, encontraran el pretexto más ridículo para aliarse con quien sea; el PRI o el PAN.

 

El PAN, enemigo de sí mismo

 

¿Esta iniciativa panista apuntala la permanencia de Gustavo Madero como dirigente del PAN?

Creo que en realidad el mayor riesgo que siempre enfrenta la dirigencia de ese partido consiste en las constantes disputas domésticas en las que se enfrentan las ambiciones de unos y otros. La permanencia de Madero al frente del PAN dependerá de las relaciones de poder dentro del mismo y del tipo de alianzas que pueda forjar fuera de él, que no serán con sectores populares, sino con otros políticos.

Hay que recordar que en otra época los panistas que supieron prosperar, en la acepción más materialista del término, fueron lo que se aliaron con el poder en turno, encarnado en el sanguinario y expoliador gobierno de Carlos Salinas. Y cabe mencionar aquí también algo respecto de la otra gran fuerza en pugna en la reforma energética, el PRI, que a lo largo de décadas ha ido perdiendo el apego a sus raíces de justicia social y de defensa del Estado laico, para irse derechizando, cada vez más, al grado de establecer alianzas con el PAN en temas económicos, o, incluso, de avalar, como lo hicieron muchos priistas, reformas reaccionarias, como las legislaciones antiabortistas en muchas entidades del país, y como la modificación del artículo 24 constitucional.

¿Hacia dónde nos llevan todas esas falsas oposiciones?

En unos cuantos meses la clase política pasa de la efímera alianza, ideológicamente contradictoria entre el PRD y el PAN, a una alianza privatizadora entre el PAN y el PRI para imponer ciertos proyectos. El único que gana con esos juegos es el PAN, como partido, y, en lo personal, los políticos de los otros partidos que se prestan a ellos, mientras que el gran perdedor es, siempre, el pueblo de México.