Espionaje de Estados Unidos
Frida Modak
La noticia del momento es la red de espionaje de Estados Unidos que abarca prácticamente todos los países del mundo, porque aun aquéllos que no revisten importancia fundamental para el país del norte son mantenidos bajo observación.
El desarrollo tecnológico relativo a las comunicaciones hizo posible que lo que antes realizaban los espías, como los de la CIA, se pueda hacer ahora con gran facilidad interceptando todo lo que implique formas de comunicación; y el asunto no es nuevo, lleva ya suficientes años.
Lo importante ahora es que los encargados de manejar los nuevos sistemas hayan terminado por denunciar lo que estaba y sigue ocurriendo, porque las revelaciones hechas por Edward Snowden no implican que el espionaje se detenga, sólo lo han puesto en evidencia.
Antes, Weakileaks había dado a conocer la doble cara de la diplomacia estadunidense, al hacer pública la documentación que revelaba lo que realmente pensaba el gobierno y en general el establishment del país del norte sobre las autoridades de distintos niveles de los países con que Estados Unidos mantiene relaciones.
Snowden nos ha permitido conocer cómo se nos espía y se nos usa para espiar a otros, todo lo cual incluye desde la implantación de regímenes dictatoriales a la creación de aparatos represivos que fueron verdaderas asociaciones internacionales del crimen.
Operación cóndor
En los años sesenta del siglo pasado, empezaron a producirse algunos cambios políticos importantes en América Latina, donde hasta entonces los gobiernos progresistas, tanto civiles como algunos militares, buscaban concretar cambios profundos.
El gobierno peronista había caído, en América Central se mantenían las dictaduras impuestas por las grandes empresas extranjeras, fundamentalmente estadunidenses, y la situación de las mayorías no mejoraba; al revés, se deterioraba más.
La Revolución Cubana era para algunos un ejemplo y para otros un peligro, pero las condiciones económico sociales de la región apuntaban a la necesidad de un cambio que algunos veían con temor, en especial las grandes empresas extranjeras que explotaban las principales riquezas de América Latina.
Se produjeron entonces dos hechos importantes. En Perú se desató un escándalo con los convenios petroleros suscritos por el entonces presidente Fernando Belaúnde, lo que culminó con la toma del poder por los militares; pero eran militares con ideas diferentes a las de los que habían protagonizado hasta entonces los golpes de Estado en la región.
El gobierno del general Velasco Alvarado tuvo un programa nacionalista y progresista. Por esa misma época se produjo una situación similar en Ecuador y otro militar asumió el gobierno, en una posición parecida a la de Velasco.
Los sucesos latinoamericanos llamaron la atención, en especial de Estados Unidos, gobernado entonces, comienzo de los años seenta del siglo XX, por Richard Nixon, quien envió a Nelson Rockefeller a observar lo que sucedía en la región. Fue una gira muy accidentada, porque no fue bien recibido a nivel popular, como lo mostraron las manifestaciones de rechazo a su presencia.
Pero Rockefeller entregó un informe con proposiciones importantes. Había observado a los gobiernos militares de nuevo tipo y concluyó sugiriendo el apoyo estadunidense a gobiernos militares, pero con una variante, que fueran amigos de su país. Así fue como surgieron después los regímenes militares defensores de la seguridad nacional, pero la de Estados Unidos.
En Chile asumía el gobierno el presidente Salvador Allende. Se encontró con que militares estadunidenses despachaban en dependencias del Ministerio de Defensa, las que tuvieron que desalojar. El día del golpe militar en su contra, los barcos estadunidenses de la Operación Unitas estaban frente a las costas chilenas y él así lo señaló.
América Latina se plagó de dictaduras militares que desataron una feroz represión y dieron origen a una asociación criminal, la Operación Cóndor, cuyos miembros detenían y asesinaban a los que buscaban refugio porque eran perseguidos en sus países.
Los muertos y desaparecidos en la Operación Cóndor son centenares, tal vez miles, y si bien los que aplicaron este plan fueron los dictadores, sus orígenes de encuentran en Estados Unidos. Éste es uno de los asuntos que se investigan en Argentina por decisión del gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Snowden
Llegamos así a los hechos relacionados con Edward Snowden. No resulta extraño que, en conocimiento de lo que hay detrás de la maquinaria que supuestamente se ocupa de la seguridad de su país, haya resuelto no seguir siendo cómplice de lo que allí se maneja.
No es novedad que Estados Unidos opera una gran maquinaria de espionaje, tampoco es novedad que lo que más le importa es que no se le salgan de control los países que tienen las riquezas que esa nación necesita para mantener su hegemonía.
No es casualidad que Brasil, Chile y México se encuentren entre los espiados, son productores de petróleo, cobre y litio, que hoy desempeñan un papel importante. De igual manera, no parece casual lo ocurrido en torno al presidente de Bolivia Evo Morales, quien ha recuperado para su país el petróleo y el gas, siendo también Bolivia rica en litio.
En medio de la mayor crisis económico financiera de su historia, el país del norte necesita, y está buscando, evitar una crisis similar o peor que la que vivió a comienzos del siglo veinte; y parte fundamental de su estrategia es estar informado de lo que ocurre en el resto del mundo.
El sistema que ha montado es de gran envergadura y el periódico mexicano El Universal publicó hace unos días un informe titulado Los programas secretos de vigilancia en EU que así lo demuestran; involucra a casi 6 millones de personas entre contratistas, trabajadores de los contratistas y otros que tienen acceso autorizado a esa información.
Entre ellos estaba Edward Snowden, quien por lo visto llegó al límite de su tolerancia. Basta con leer la carta que le dirigió al presidente de Ecuador.
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Al presidente de Ecuador, Rafael Correa
Existen pocos líderes mundiales que arriesgarían estar del lado de los derechos humanos de un individuo frente al gobierno más poderoso del planeta, y la valentía de Ecuador y su pueblo es un ejemplo para el mundo.
Debo expresar mi profundo respeto por sus principios y mi sincero agradecimiento por la acción de su gobierno al considerar mi solicitud de asilo político.
El Gobierno de los Estados Unidos de América ha montado el mayor sistema de vigilancia del mundo. Este sistema global afecta a toda vida humana vinculada a la tecnología; grabando, analizando y sometiendo a un juicio secreto a cada miembro del público internacional.
Supone una grave violación de nuestros derechos humanos universales cuando un sistema político perpetúa el espionaje automático, generalizado y sin garantías contra personas inocentes.
De acuerdo a esta creencia, revelé este programa a mi país y al mundo.
Mientras el público ha expresado apoyo a la luz que he arrojado sobre este sistema secreto de injusticia, el Gobierno de los Estados Unidos de América ha respondido con una cacería extrajudicial que me ha costado mi familia, mi libertad de movimiento, y mi derecho a una vida pacífica, sin miedo a una agresión ilegal.
Mientras yo enfrento esta persecución, ha habido un silencio por parte de aquellos gobiernos temerosos del Gobierno norteamericano y sus amenazas.
Ecuador, sin embargo, se erigió para defender el derecho humano de buscar asilo. La acción decisiva de su Cónsul en Londres, Fidel Narváez, garantizó que mis derechos fueran protegidos durante mi salida de Hong Kong. —Nunca me podría haber arriesgado a viajar sin esto.
Ahora, como resultado, me mantengo libre y capaz de publicar
información que sirve al interés del público.
Sin importar los días que me resten de vida, me mantendré dedicado a luchar por la justicia en un mundo desigual. Si alguno de esos días contribuye al bien común, el mundo deberá agradecer a los principios del Ecuador.
Por favor, acepte mi gratitud a usted, como representante de su Gobierno y del pueblo de la República del Ecuador, así como mi gran admiración personal por su compromiso para hacer lo que es correcto, antes que lo que genera recompensa.
Edward Joseph Snowden.

