Cira Rodríguez César 

(Segunda y última parte)

Para este año se prevé que América Latina, sin Venezuela, Ecuador y México, producirá un promedio de 4.82 millones de barriles diarios (mbd) de crudo, un 2.3 por ciento más que en 2012, con lo cual será la segunda región fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) con el mayor crecimiento petrolero después de América del Norte.

Así lo vaticinó la OPEP en su último informe donde cifró también la demanda de crudo de la misma región en 6.5 mbd, un 3.5 por ciento más que la del año pasado.

En esos cálculos no se incluyen a Venezuela y Ecuador, dos importantes exportadores de oro negro de la OPEP, ya que su producción está sujeta a las cuotas fijadas por la organización, mientras México se suma a los registros de Norteamérica.

De esa forma, la producción de toda América Latina rondaría este año los 10 mbd. En tanto su demanda de crudo tendrá un incremento sobre todo en Brasil, impulsado por los combustibles industriales, que contribuyen a una fuerte producción industrial en el sector de la manufactura.

En cuanto a las perspectivas más cercanas, Latinoamérica también tiene el potencial de extraer más de sus reservas y adquirir un poco de independencia energética.

Sobre esa base, en menos de una década podrá ver los frutos de nuevas exploraciones ya en marcha en reservas no convencionales, ya que la tecnología la aportan las grandes petroleras.

De concretarse todos los proyectos y esfuerzos de las empresas estatales y privadas América Latina y el Caribe, estarán produciendo 12 millones de barriles diarios de petróleo en 2015, muy diferente a 2009 cuando sumó 9.6 millones, de los cuales se exportaron 3.3 millones.

Con esas previsiones, la gran preocupación actual de los economistas y los gobiernos latinoamericanos es aprovechar la creciente abundancia de energía, que se añadiría al boom exportador en materias primas y a la ampliación de los mercados domésticos.

El continente defiende su petróleo

Una larga historia de expoliaciones de los recursos naturales, en particular los petroleros, han fogueado a los pueblos de la región para defenderse de las trasnacionales en materia energética.

Los estados de la región con recursos de hidrocarburos poseen una empresa estatal que, en algunos casos, es la compañía con mayores ganancias del país. Con ese objetivo en 2001, Caracas determinó que el Estado controlara la empresa Petróleos de Venezuela, y decidió que una parte de los beneficios del oro negro pasase a financiar programas de desarrollo social.

Brasil, con el hallazgo en los últimos cinco años de importantes yacimientos en el litoral sur del país y con el cinco por ciento de las reservas de la región, tiene en la estatal Petrobrás a la primera empresa del país y la octava del mundo con lo cual es decisoria para el desarrollo nacional.

El Estado brasileño controla la compañía con la posesión del 50 por ciento de las acciones, pero es una sociedad anónima de capital abierto.

En el caso de Colombia, el gobierno controla la amplia mayoría de la empresa Ecopetrol.

El presidente boliviano, Evo Morales, nacionalizó los hidrocarburos y en la actualidad quiere aumentar la participación pública en la explotación de los recursos mineros, mientras  Ollanta Umala creó en Perú nuevos tributos a las petroleras.

Petroecuador es ciento por ciento estatal y explota los hidrocarburos a través de asociación con terceros, al tiempo que la presidenta argentina Cristina Fernández expropió el 51 por ciento de las acciones de la española Repsol en YPF, mediante la ley de la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina.