D. F. por Siempre!

Airada repulsa de EU

La venganza eterniza los odios.

Confucio

 

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

Seguramente que ninguno de los integrantes del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal, con sede en Guadalajara, intuyeron lo caro que nos puede costar la liberación de Rafael Caro Quintero, por parte del gobierno de Estado Unidos.

Tampoco lo percibieron los ministros de la Suprema Corte de Justicia, a pesar de los denodados esfuerzos del ministro José Ramón Cossío, por convencerlos de los riesgos que se corrían al desechar la solicitud de amparo presentado por el defensor del Capo del Cártel de Jalisco.

El hecho es que la noticia de la liberación de Caro Quintero —ocurrida en la madrugada de este viernes 10 de agosto— provocó la airada repulsa del gobierno y de la sociedad política de Estados Unidos, para cuyos líderes morales tal determinación judicial mexicana constituye una de las más graves afrentas cometidas por nuestro país en los casi 200 años de relaciones diplomáticas.

La virulencia y los ataques desatados por el vecino del norte reactivaron el soterrado rencor alimentado desde 1836 a través del mito antimexicano de El Álamo, exacerbado por la propaganda patrocinada por las petroleras, para combatir sin miramientos al gobierno del general Lázaro Cárdenas, defensor de la vigencia de nuestro marco legal tan despreciado por los empresarios extranjeros que se negaron a acatar el laudo emitido por los ministros de las SCJN a favor de los trabajadores petroleros, lo que sustentó la necesaria aplicación de la Ley de Expropiación de 1936, acto legal y soberano que avivó el histórico resentimiento yankee en contra de nuestro país.

Tal animadversión no pudo ser atemperada ni por los discursos de buena vecindad del demócrata Roosevelt, ni siquiera por la magia de Walt Disney, a quien en 1944 el propio gobierno de EU le encomendó realizar el filme Los Tres Caballeros, en donde Pepe Carioca y Donald viven diversas aventuras junto al gallo mexicano Panchito Pistolas, en las que el pato marine asume la superioridad, y por ende el don de mando en toda la trama, objetivo subliminal de la película.

El encono estadunidense encuentra en el secuestro y asesinato del agente encubierto de la DEA Enrique Kiki Camarena, ocurrido en 1985, su culmen. Este crimen, orquestado por la organización criminal comandada por Caro Quintero, desató la rabia de la DEA y de la presidencia del actor Ronald Reagan en contra de México.

Por ello, la reciente liberación del enemigo público número uno de Estados Unidos reactivó el cúmulo de rabias contenidas de una sociedad educada —como dijera Confucio— en la eternización de los odios como sustento de la venganza que nutre su política exterior.

Actitud ejercida en este caso para obligar al gobierno mexicano a subsanar un criminal error, reparación del daño que seguramente no se verá satisfecha con la extradición de Caro Quintero, sino que seguramente involucrará más o nuevas presiones para lograr la entrega de nuestra riqueza energética.