Limita los gobiernos federal y del DF

Hay días en que hasta Nietzsche parece

pasarse a la banqueta contraria.

Camilo José Cela.

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

El desagravio a los peatones que el Gobierno del Distrito Federal ofreció al construir la acera faltante entre la explanada de la Puerta de los Leones y el Museo de Arte Moderno por el Paseo de la Reforma develó otra de las atrocidades cometidas por la administración de Felipe Calderón en contra de la ciudad.

Los 170 metros lineales que obstruían el ejercicio del derecho de libre tránsito y movilidad de quienes circulan por ese tramo fueron construidos en 9 días con una inversión de 200 mil pesos y, tal vez sin pretenderlo, se convirtió en una banqueta que limita el ámbito de competencia entre el gobierno del Distrito Federal y el gobierno federal.

Muy pocas personas repararon en el despojo perpetrado por la administración de Calderón en contra del patrimonio urbano de la ciudad —en particular en contra del Bosque de Chapultepec y la centenaria colonia Juárez—,  a cuya traza le escamotearon 4 mil 662. 77  metros cuadrados para edificar, en una porción de 759.46 m2, ese monumento a la corrupción a la que el pueblo bautizó como Estafa de Luz.

Según se desprende del acuerdo publicado el 21 de diciembre de 2011 en el Diario Oficial de la Federación, el gobierno de Calderón retiró del servicio del Gobierno del Distrito Federal dicha fracción de terreno y la destinó “al servicio de la Secretaría de Educación Pública, a efecto de que la utilice el Conaculta como espacio cultural para organizar exposiciones artísticas y otros eventos de interés cultural, perverso artilugio federal que provocó la fáctica expropiación de la Plaza Lieja y la Calzada de la Juventud Heroica,  ambas obras complementarias del Circuito Interior que en 1974 conllevó el retiro de la Fuente de la Diana a la Plaza Ródano, y la construcción del puente peatonal que unió la Puerta de los Leones con el Monumento a los Niños Héroes.

Este atropello calderonista contó con la anuencia del gobierno capitalino expresada en el subinciso c, del inciso 2 del Convenio de Colaboración —que el gabinete de Marcelo Ebrard firmó—, a través del cual se comprometió a “entregar las áreas en donde habrán de realizarse las obras, tratándose éstas del controvertido monumento y una Plaza Bicentenario, que por cierto fue imposible construir por el multimillonario dispendio para edificar la Estafa.

Si la acción federal es reprobable, la complicidad del equipo de Ebrard es punible, sobre todo para quien se jactaba de encabezar un gobierno progresista, cuyo autoritarismo derivó en la creación de un “lunar de ámbito federal” entre el Bosque de Chapultepec y la entrañable colonia Juárez.

Parafraseando a Camilo José Cela, el 24 de mayo de 2010 —fecha de la firma del convenio— fue, para los habitantes de la ciudad de México, uno de esos días en que Ebrard se pasó a la banqueta de Calderón.