BALLESTA
Construir acuerdos sin imponer visiones
Mireille Roccatti
El tema de la reforma energética ocupa la atención central de la vida política nacional acaparando la atención y los reflectores mediáticos. Se conocen las propuestas formuladas por el PRD y el PAN y nos anuncian que es inminente que el gobierno federal presente la suya, la cual el PRI hará propia.
El tema del futuro de la riqueza petrolera no es un asunto menor y la discusión de una nueva reforma en materia energética debe darse en un debate nacional, sereno, responsable e informado que involucre todas las expresiones políticas e ideológicas, en el cual deben confrontarse los diferentes proyectos de nación y sobre todo debe ser integral.
En razón de la importancia que tiene para el presente y futuro del país, hay que pronunciarse por que se promueva un gran debate nacional, sin empecinamientos viscerales y con la participación de los expertos en el tema energético. Nuestro país merece y necesita una gran reforma que se sustente en argumentos científicos y económicos, un debate de altura.
Hoy, al igual que en el pasado, tenemos que debatir de manera intensa, exhaustiva y civilizada el futuro que queramos imprimirle al aprovechamiento de los hidrocarburos que “nos escrituró el diablo”. Necesitamos el debate, que es necesario e inaplazable. Se requiere una política energética integral que abarque toda las posibilidades de generación de energía como podría ser la solar, eólica, geotérmica, oceánica, biocombustibles y otras.
Carecemos de una política pública de Estado en la materia, que tenga visión de horizonte y supere los límites estrechos de los periodos sexenales. Por ello es importante el debate. Tenemos que fijar los principios, las directrices, los ejes rectores de lo que queremos hacer como país, con nuestros hidrocarburos y con el tema de la energía.
La reforma energética es básica para resolver el problema del futuro desarrollo de México, que ayude a replantear el nuevo modelo de desarrollo para garantizar a las nuevas generaciones un mejor país con menos desigualdades sociales. Es necesario reflexionar sobre la conveniencia de persistir en el camino de una política pública que privilegia la captación de divisas provenientes sólo del petróleo, que actualmente y en el pasado reciente esos ingresos ni siquiera se canalizan a gasto público de inversión en infraestructura o programas de desarrollo social, sino que se dilapidan en gasto corriente.
Los mexicanos debemos discutir el presente y futuro de México, tenemos que hacerlo serena y responsablemente, nuestra historia está hecha de explosiones sociales por agravios acumulados, y el modelo de desarrollo vigente sólo ha generado pobreza generacional y tensiones sociales que pueden desbordarse. Es necesario construir acuerdos sin imponer visiones.