Ante presuntos ataques terroristas de Al Qaeda

Bernardo González Solano

Algo muy raro sucede en el escenario internacional. De pronto, como por milagro, los servicios de inteligencia de Estados Unidos —los que más recursos económicos consumen en el mundo— se vuelven “muy inteligentes” (perdón por la redundancia), pese a que en los últimos tiempos sus fracasos para prevenir los peores atentados como los del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y en las cercanías de Washington (en la sede del propio Pentágono) han sido más que evidentes.

Y, por otra parte, los grupos terroristas de filiación islámica, como Al Qaeda, se han vuelto no descuidados, sino casi casi estúpidos, al grado de que ponen al descubierto sus propósitos de llevar a cabo una oleada de actos terroristas de gran envergadura en uno o varios países islámicos. Así parece.

Estado de alerta

O al menos es lo que se deduce de la alerta mundial lanzada por la Casa Blanca, basándose en la captación de mensajes electrónicos —su labor de espionaje— entre los principales dirigentes de la terrorista Al Qaeda. Lo raro del caso es que en la “blogósfera” y hasta en los pasillos del Capitolio (sede del congreso estadounidense) se comenta que la medida de cerrar  22 embajadas y consulados del Tío Sam en 14 países con población islámica ante la posibilidad de dichos ataques, aparte de otros países europeos que ordenaron algo parecido, cae como anillo al dedo en el momento en que la Agencia Nacional de Seguridad es el centro de acusaciones de haber sobrepasado, con mucho, sus facultades legales para espiar a gran escala no solo a los ciudadanos estadounidenses, sino a los de muchos otros países del mundo. Actividad que provocó, inmediatamente, una fuerte reacción internacional. Espionaje, además, que se dio a conocer mundialmente por la filtración de información del agente de la CIA, Edward Snowden, ahora asilado en Rusia, lo que ha crispado las relaciones diplomáticas entre la Casa Blanca y el Kremlin.

El estado de alerta comenzó a diseñarse desde el martes 30 de julio, después de que apareció en sites yihadistas el llamamiento de Ayman Al-Zawahiri, el ideólgo de Al Qaeda considerado como el número dos de la red terrorista en el tiempo de Osama Bin Laden.

En su mensaje electrónico, pide atacar intereses estadounidenses en respuesta a los actos de Estados Unidos cometidos en Yemen y en Pakistán, en particular, los ataques de drones (aviones no tripulados).

Asimismo, la alarma de Washington —enviada ex profeso a sus conciudadanos presentes en los países islámicos citados: Afganistán, Argelia, Bahréin, Bangladesh, Yibuti, Egipto, Irak, Jordania, Kuwait, Libia, Mauritania, Omán, Catar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Sudán y Yemen— fue secundada por París, Londres, Berlín y Suecia, entre otros, que ordenaron lo procedente a sus embajadas en Yemen.

La Casa Blanca subrayó que la amenaza “podía existir o proceder de la península arábiga”. Canadá anunció, por su parte, que el riesgo más grande concernía a su representación diplomática en Daca —capital de Bangladesh—.

“Las informaciones actuales sugieren que Al Qaeda y sus organizaciones afiliadas podrían concentrar sus esfuerzos para perpetrar ataques de ahora a fines de agosto”, indicó el Departamento de Estado, precisando que éstos podrían afectar “los transportes y otras infraestructuras turísticas”.

Esta advertencia coincidió con un mensaje de audio del propio Ayman Al-Zawahiri, enviado el sábado 3 a los centros yihadistas. Zawahiri acusa a Estados Unidos de haber   “conspirado” con el ejército egipcio y la minoría cristiana copta para destituir al presidente islmista Mohamed Morsi.

“Los cruzados, los laicos y el ejército americanizado [de Egipto] se entendieron… gracias al dinero de los países del Golfo y una conjura de los estadounidenses, para derrocar el gobierno de Mohamed Morsi”, declaró el sucesor de Osama Bin Laden.

El mismo día 3, la Interpol (policía internacional) lanzó una alerta global invitando a 190 países miembros de esta organización a mantener la mayor vigilancia. Interpol recuerda que en el mes de agosto se cumple el aniversario de varios ataques terroristas, sobre todo los cometidos contra las embajadas estadounidenses en Kenya y en Tanzania, causando casi 250 muertos y 5 mil heridos.

Signos de un ataque

Un espectacular ataque del Estado Islámico en Irak y en Levante —nuevo nombre de Al Qaeda en Irak— contra dos prisiones ha permitido la liberación de centenares de prisioneros. En Libia, 18 detenidos se escaparon el jueves 1 de agosto, después del ataque de su convoy por un grupo armado en Trípoli. Estas fugas se producen regularmente en Libia debido a la incapacidad de las autoridades para asegurar las instituciones penitenciarias.

El 20 de julio último, por ejemplo, más de mil 200 prisioneros pudieron fugarse en Bengasi. También en Pakistán, un asalto cometido la semana anterior  por los talibanes permitió liberar 250 detenidos de un establecimiento cercano a la frontera con Afganistán.

Desde el viernes 2 por la noche, el presidente Barack Obama —dos días antes de celebrar su cumpleaños número 52, celebración que se redujo a compartir un pastel en compañía de su mujer, Michelle y sus dos hijas, y de algunos amigos de la infancia de Hawai; amén del Twitter que le envió la soberbia señora: “¡Felicidades Barack! Tu pelo está un poco más gris, pero te quiero más que nunca”, una declaración de amor en toda la regla después de 20 años casados— ordenó tomar “todas las medidas necesarias para proteger a los americanos”.

El sábado 3 tuvo lugar una reunión en la Casa Blanca bajo la presidencia de la consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, en presencia del secretario de Defensa, Chuck Hagel, de la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, y de los jefes de la CIA y de la FBI.

Estados Unidosse ha mostrado muy diligente en lo tocante a la seguridad de sus sedes diplomáticas después del ataque contra el consulado estadounidense de Bengasi el 11 de septiembre de 2012, en donde el embajador J. Chisthoper Stevens, el cónsul y dos colaboradores más fueron asesinados.

Europa

Por su parte, el presidente de Francia, François Holland, que confirmó poseer “elementos que nos permiten pensar que estas amenazas son extremadamente serias”, hizo un llamamiento a los 600 nacionales franceses que viven en Yemen a “tomar las mayores precauciones en sus desplazamientos”. Implantada en este país, Al Qaeda en la península arábiga es considerada como el brazo más peligroso de la nebulosa terrorista.

En Londres, la Foreign Office declaró “estar particularmente preocupada por la situación de la seguridad en los últimos días del Ramadán (que terminaría el miércoles 7 de agosto) y por la fiesta del Aid (fiesta grande, del cordero: festividad mayor de los musulmanes, que celebra el episodio recogido tanto en la Biblia como en el Corán en el que se muestra la voluntad de Abraham de sacrificar a su hijo Ismael como un acto de obediencia a Dios, antes de que Dios interviniera para darle un cordero y que sacrificara a este animal en su lugar).

Nasser al Zawahiri

Así las cosas, las embajadas de Estados Unidos y de otros países europeos podrían continuar cerradas este fin de semana o hasta terminar agosto. En tanto, en Sanaa, capital de Yemen, el domingo 4 fueron desplegadas las fuerzas de seguridad en estado de alerta frente a las representaciones diplomáticas.

De darse el ataque en Yemen, los especialistas en la materia aseguran que sería dirigido por Nasser al Zawahiri, de origen yemenita, exsecretario personal de Osama Bin Laden en Afganistán.

Al Zawahiri, de 62 años de edad, tomó la dirección de Al Qaeda después de la muerte de Bin Laden en 2011. De origen egipcio, siendo joven fue miembro de los Hermanos Musulmanes, a los que pertenece el depuesto presidente Mohamed Morsi. Desde el golpe de Estado militar, disfrazado con un llamamiento popular, la Hermandad ha pedido a sus seguidores a manifestarse de manera pacífica, aunque hasta el momento han muerto en Egipto 300 personas, sobre todo en ataques militares contra los islamistas.

En fin, pese a ordenar el cierre de sus embajadas y reforzar la seguridad exterior de las mismas, los gobiernos europeos se abstuvieron de comentar oficialmente la credibilidad de la alerta de Estados Unidos.

Este prurito obedece al temor de encontrarse implicados en una maniobra política estadounidense destinada a justificar las criticadas actividades de espionaje electrónico efectuadas por la Agencia Nacional de Seguridad, y otros cuerpos de inteligencia.