Entrevista a José Felipe Ocampo/Grupo de Ingenieros Pemex Constitución del 17

Nora Rodríguez Aceves

No permitamos los errores del pasado reciente neoliberal, corrijamos y retomemos el camino en el que México progresó realmente. Que no nos deslumbren con espejismos y falsas promesas; si tenemos racionamiento, hay que usarlo.

“En realidad ninguna privatización ha sido provechosa para México: ni la industria petroquímica, pues disminuyó la producción pública y privada; ni la del sistema financiero bancario, que se extranjerizó; ni la de ferrocarriles nacionales que sólo quedó en puras promesas, no se amplió. Haríamos vías, íbamos a tener más densidad de vías que cualquier país desarrollado, todo sería maravilloso, el país se desarrollaría como un país ferrocarrilero y demás, pero no han construido un solo kilómetro más de vías; al contrario, suprimieron servicios como los de pasajeros, las tarifas no mejoraron y se desmanteló la industria mexicana de equipos ferrocarrileros, vagones, ruedas, entre otros, y todas esas industrias cerraron. Además, se tenía una industria proveedora para carros de ferrocarril que proveía a México y exportaba, pero la destruyeron, y ¿qué dieron como ganancia?, tener un asiento en el Consejo de Administración, ése fue el resultado de privatizar los ferrocarriles nacionales. Y por último, Teléfonos de México (Telmex) que luego de su privatización las tarifas subieron más del 400%, son genios de las finanzas”, afirma José Felipe Ocampo Torrea, miembro activo del  Grupo de Ingenieros Pemex Constitución del ’17.

En el marco del debate para una posible reforma constitucional en materia energética, el PAN presentó, el pasado 31 de julio ante la Comisión Permanente en el Senado de la República, su iniciativa con proyecto de decreto que reforma, adiciona y deroga diversas disposiciones a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política.

En su iniciativa, el PAN plantea que “son muchos los esfuerzos que se tienen que llevar a cabo no sólo para modernizar Petróleos Mexicanos (Pemex) sino para lograr ser competitivos a nivel internacional. Es por ello, que la propuesta de Acción Nacional está justamente encaminada a detonar la competitividad del país, generar las condiciones necesarias para atraer tecnología e inversiones, pero sobre todo, que esto se refleje en el bienestar para las familias mexicanas”.

Aun cuando falta por conocerse la iniciativa de reforma al sector energético por parte del gobierno federal, del PRI, Ocampo Torrea considera que “contendrá básicamente los mismos temas sustantivos que fueron rechazados cuando Felipe Calderón envió su propuesta al Congreso”, sin embargo, hay que esperar para conocerla y estudiarla para poder dar una posición bien argumentada.

Recursos limitados en el sector energético

El ingeniero químico por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), perito en petróleo y petroquímica y jubilado de Pemex, señala en entrevista con Siempre! que el problema del sector energético no está en cómo se encuentra sino porqué está así, y “yo lo resumiría en que el sector energético se encuentra muy limitado de recursos económicos porque todos se los quita la federación y para hacer gasolina se necesitan refinerías y para hacer refinerías se necesita dinero o financiamiento bancario y para hacer plataformas y plantas químicas etc., lo mismo”.

“Si de todo el dinero que entra a Pemex, que es la industria más sana del país, con más ganancias antes de impuestos, pero si todo se lo quita Hacienda porque el país lo necesita —desde la perspectiva de Hacienda—,sin dinero es difícil que Pemex haga algo y si no lo dejan conseguir dinero en otras formas…; hay muchas, pero déjeme decirle la que yo he estudiado y que me gusta más aunque no es la única. Los pretextos que se ponen para construir una refinería es que no hay dinero, que no son rentables, sin embargo la realidad es que todos los proyectos de refinerías en el mundo son financiados.”

Por ejemplo, “si una empresa privada grande como Exxon o Shell llegara a México a construir una refinería, ¿qué harían para conseguir el financiamiento?, porque ni Exxon ni Shell tienen ese dinero en su bolsillo, en su tesorería; es absurdo suponer que una compañía cuente con esos recursos en su tesorería, entonces lo que harían es pedir un préstamo al sistema bancario internacional. ¿Por qué Pemex  no puede ir al sistema bancario internacional a pedir también un préstamo?, porque Pemex está en el presupuesto y el presupuesto de México —por acuerdos con el Fondo Monetario Internacional— tiene un techo de endeudamiento, por eso Pemex no puede pedir ese dinero al sistema bancario internacional que es a los mismos a los que les pide Shell, Exxon y cualquier otra compañía”.

“Una forma para que México sí pueda pedir el financiamiento al sistema bancario internacional es sacando a Pemex del presupuesto de la nación. Las empresas gubernamentales productivas, con proyectos autofinanciables… así lo hace Electricité de Francia que es 100% gubernamental y así le hace Petrosal y Petrobras en todas sus extensiones hasta la parte que es 100% gubernamental, y en muchos países están en un apartado del presupuesto nacional no sujetos a techo de endeudamiento como México; nosotros podemos lograrlo al igual que los demás si sacamos del presupuesto a Pemex, las inversiones autofinanciables de Pemex no estarían sujetas a un techo de endeudamiento, y resuelto el problema, tan tan”.

Refinerías rentables

Para Ocampo Torrea, “una refinería es un negocio rentable, ya que las ventajas adicionales de construirla en México es brindar fuentes de trabajo estables y bien remuneradas, no solamente en la operación sino en la adquisición de los bienes y servicios nacionales que se requieren. Una refinería puede ser un gran detonador de la industria nacional, claro, si se maneja adecuadamente”.

Ésta es una forma para conseguir dinero, otra es, “las Afores, ahí hay dinero que puede ser prestado a Petróleos Mexicanos, y también hay dinero, no sé cuantos cientos de millones de dólares que tiene el Banco de México depositados en un banco rindiéndole un pequeñísimo interés, y ahí está ese dinero, no es la palabra exacta, pero vamos a decir ocioso, claro tiene un fondo para previsiones, para fluctuaciones de la moneda  y cosas especulativas con el tipo de cambio dólar-peso, pero ahí sí hay dinero”.

Por lo tanto, “dinero sí hay, que no se lo den a Pemex ha sido una cosa perfectamente intencional para hacer parecer a Pemex mal y entonces decir: como esto está tan mal, no queda más que recurrir a los benefactores de la humanidad que son Exxon, Shell, etc. para que nos ayuden. No hay mentira más grande que esa, ya que Shell, Exxon y demás no son ni hermanas de la caridad ni instituciones de beneficencia; ellos vienen aquí a hacer negocios, a sacar ganancias del país, pero si eso los políticos no lo entienden, los industriales no quieren entenderlo, y para los medios de comunicación no es suficiente la difusión que se da a ideas más o menos claras, estamos perdidos”.

En este sentido, y ante una posible reforma constitucional en materia energética, el autor del libro Pemex, mitos y realidades, testimonios y propuestas, editado por la UNAM en 2006 explica que “en realidad todos están justificando que la reforma energética es necesaria porque no hay fondos, porque Pemex no tiene dinero; bueno, acabo de decir que ésa es una mentira, que eso es algo perfectamente deliberado para hacerlo parecer así, y si empezamos así, no vamos a ningún lado; ése es el principal argumento de siempre”.

Hay otro argumento con “el que  francamente no estoy de acuerdo y que tiene que ver con la tecnología, sólo los tontos son los que creen en que se carece de tecnología o que la tecnología no es un bien común ni silvestre que se vende en todo el mundo y que los vendedores de tecnología son peores que los vendedores que nos pintan las caricaturas o las películas que van de puerta en puerta vendiendo aspiradoras y perfumes y no sé qué tantas cosas”.

Quieren tomarnos el pelo

“Cuando se hizo la refinería de Shell —nada más por poner un ejemplo—, Shell le compró la tecnología a un proveedor, su planta de coque porque Shell no tenía. Aquí en México tenemos varias plantas de coque que se le han comprado al mismo proveedor de tecnología u otro similar; Shell le compró la tecnología de reformación a los mismos proveedores de tecnología y al mismo precio que nosotros hemos comprado; Shell compró la tecnología de las plantas de azufre a un proveedor de tecnología al mismo que nosotros le hemos comprado o similar, etc., y le puedo decir más. Eso francamente es insultante para los que sabemos cómo se maneja una industria, es insultante que traten de tomarnos el pelo con esas mentiras tan ridículas y tan burdas, pero que la gente lo cree y tiene impacto en ellos”.

En cuanto a la modernización y competitividad del sector que tanto se menciona en el discurso del gobierno federal, los actores políticos, empresarios, e incluso de la opinión pública, el ingeniero químico y perito en petróleo y petroquímica explica: “¿Y por qué no hacemos más eficientes todas las empresas de México que no pagan impuestos? Esos términos son muy pocos definidos: modernizarlo, ¿modernizarlo en qué?, ¿en tecnología?, las refinerías de aquí son iguales que las refinerías del resto del mundo, de las buenas. Eso de modernizarlas francamente es una tomadura de pelo, ¿qué le vamos a modernizar? o ¿qué íbamos a modernizarle?, ¿no tenemos unas plantas modernas? Pues claro que sí, tenemos las plantas igual de modernas que la refinería de Deer Park, en la cual yo fui comisionado como miembro del Comité de Inversiones”.

Por lo tanto, ¿qué le van a modernizar? Modernizar es decir que entre el capital privado; entonces, cuando hicimos la expropiación ¿nos desmodernizamos?, no, esa palabra no quiere decir nada, mientras no se le ponga qué, cómo y cuándo, no tiene ningún significado y es nuevamente tomarle el pelo al pueblo de México”.

Aprobar reformas a la Constitución significaría “volver a tiempos antes de la expropiación; sí, esa historia ya la vivimos, es regresar otra vez a lo que está pasando en países subdesarrollados, no desarrollados, es dejar de crear oportunidades para los mexicanos, que no las hayan aprovechado es otra cosa, pero para los mexicanos —déjeme decirle otra cosa—, cuando no se hablaba de privatización y cuando se hacían antes refinerías y plantas petroquímicas, el 50% de los equipos se le compraba a la industria nacional porque daba mejores precios, mejores tiempos de entrega y una mejor calidad, que son los tres elementos básicos para juzgar un equipo”.

“Ahora que le damos contratos de ingeniería y de construcción a extranjeros, ¿cuántos equipos compramos en el país?, menos del 5%,  porque ellos compran en sus países, entonces le dimos en la torre —perdón por la expresión tan popular— a la industria nacional con los ánimos modernistas. Pemex antes compraba el equipo, ahora lo compran los contratistas, ¿eso es modernizarse?, no,  vuelve a ser otra vez como antes de la expropiación; esa película ya la vimos”.

Seguimos con los mismos mitos

José Ocampo Torrea agrega que es lo mismo: “las empresas trasnacionales desde el momento en que Lázaro Cárdenas expropió empezaron a hacer sus planes para regresar; cualquier persona con dos dedos de frente lo sabe, lo intuye, llega a esa conclusión si estudia un poquito, por eso se usan los mismos mitos que le estoy diciendo: “no tiene la tecnología”, hombre, por favor, ésa es una tontera, es un insulto a los técnicos mexicanos. Yo he trabajado en Estados Unidos y he trabajado en Europa, en París, Alemania, Francia, etc., igual le digo: hay técnicos tontos aquí y allá, y el conjunto de técnicos son iguales de buenos aquí que allá; ahora, cuando son los políticos y son los mercachifles los que quieren apoderarse de la industria, eso ya es otra cosa”.

“Las privatizaciones en general, y las correspondientes a la industria petrolera en particular, han sido un fracaso. La industria petroquímica se privatizó en tiempos de Ernesto Zedillo y la consecuencia fue que de 20 millones de T/D de producción gubernamental se pasó a cinco o seis millones. Se ponían mensualmente en operación una o dos plantas de Pemex, y las correspondientes de la iniciativa privada, mayoritariamente mexicanas; desde la reforma privatizadora de Zedillo, las plantas nuevas de Pemex se cuentan con los dedos de la mano, pero las desmanteladas erróneamente son muchísimas. Pemex dejó de invertir, y la industria privada también, se dedicaron a importar, favoreciendo las industrias en otros países, y los precios para los consumidores no bajaron”.

“Las privatizaciones han tenido un efecto negativo para los industriales mexicanos, que han sido desplazados por extranjeros, sólo se han beneficiado coyotes y prestanombres, ya que la industria nacional de ingeniería y fabricación de bienes de capital ha sido desmantelada. Sin embargo, puede y debe rehacerse en beneficio de México y de los inversionistas mexicanos; ya fue probado, ya lo hicimos anteriormente; no es teoría de cubículo. Es inexplicable que los empresarios mexicanos, en buena proporción, avalen y aplaudan estas iniciativas privatizadoras contrarias a sus intereses productivos”.

Por eso, advierte el integrante del Grupo de Ingenieros Pemex Constitución del 17:  “hay que analizar esas cosas, no dejarse embaucar por cosas de competitividad; hay gente que dice que la industria privada siempre hace mejor las cosas que la pública, eso es dogmatismo de un lado y del otro. Yo creo que hay cosas en las que conviene que esté el gobierno y hay otras cosas en que conviene que esté la iniciativa privada, pero los dogmáticos y además los prestanombres, mercachifles y advenedizos que existen en todas las sociedades —y que aquí tenemos más de los convenientes y necesarios— son muchas veces los que tienen la última palabra”.