Alberto Híjar
Intervención artística es el nombre que Leobardo Jacob Lechuga le dio a la exposición de pinturas y objetos tridimensionales en un tramo de 30 metros de la calle principal de Pahuatlán, una sala y el patio de la casa del extinto maestro Rafael Lechuga Hernández, “pintor que dedicó su vida a enriquecer el alma de este pueblo”, según dice la placa colocada a la entrada del amplio espacio con el fondo del monte muy verde por la exuberante vegetación del Pueblo Mágico, donde brilla el sol y hace calor. La sinuosa carretera que parte de la principal vía Tulancingo-Poza Rica, pasa por el bosque devastado por los taladores ilegales de la sierra hidalguense fronteriza con la de Puebla. El camino es descendente y el frio aminora hasta llegar a Pahuatlán, donde el sábado 25 topaba el viajero con un gran letrero anunciando la exposición evidente en la calle intervenida por los caballetes que soportaban las pinturas y la banqueta con dos mesas con las tallas de Rubén Rayón y otro escultor que exhibió una cabeza tallada en obsidiana (oxidiana decía la cédula) abundante por esos rumbos. Dicen que todo un cerro de Tulancingo es de este mineral, pero no hay que pregonarlo. porque los saqueadores pueden empezar la explotación que genera conflictos con los defensores del monte en Pahuatlán donde desaparecen cerros enteros de caolín. En el camino y al pie de la carretera, todavía en Hidalgo, pueden verse los cerros cortados con el argumento de que son propiedad privada. El organizador de la Intervención artística trató de parar la devastación cuando fue Secretario del Municipio de Pahuatlán, agravio contra los caciques que casi lo meten a la cárcel y que tan no perdonan su digna resistencia que hace tres semanas lo emboscaron y le propinaron una golpiza “pa que aprenda”.
Sin imponer un estilo
La respuesta de Balo es ejemplar. Rescata una tradición estética animada por su padre, su fuerte y culta mamá nonagenaria, que cuenta con una tienda al frente de la casa familiar con artesanías de gran calidad y costo accesible para los visitantes de medianos ingresos, y Nora Lechuga, maestra que dirige un exitoso taller en Tulancingo, donde se produjeron una docena de pinturas variadas para la exposición, con formas diversas como prueba de la buena enseñanza que no impone estilo alguno. En la diversidad está la garantía del placer antiautoritario y autogestivo. Coexisten aprendices con profesionales, uno de ellos, el único litógrafo y grabador egresado de la Escuela Nacional capitalina conocida como La Esmeralda, Enidris Siurano Rodríguez, avecindado en el Condado Montgomery de Maryland; Rubén Rayón, lapidario, y un pintor de gran formato que expuso una obra de unos cinco metros por dos y medio pintada al óleo con maestría.
Objetos diversos de papel
Pahuatlán tiene enfrente a San Pablito, el lugar famoso por la fabricación y uso del papel amate, ahora sustituido por otras fibras ante el peligro de acabar con los árboles descortezados. Desde que se va llegando se escucha el toc toc de los fabricantes del papel que en grandes mesas aplanan la masa húmeda preparada en grandes depósitos. En el centro de San Pablito pueden comprarse objetos diversos de papel, desde las pinturas testimoniales del paisaje y los trabajos campesinos, las deidades protectoras de las siembras recortadas con sus atributos, hasta muebles ligeros como lámparas, cestos, marcos con y sin espejos, coordinaciones con ramas, listones y madera pulida, joyas y todo lo que van creando quienes no reducen sus trabajos a la demanda del mercado turístico que suele someter a la redundancia a los artesanos con todo y complicidad de FONART y los mercaderes del trabajo ajeno.
Calle y banqueta para exponer arte y artesanías
La inauguración, al caer la tarde, fue orientada por Balo para reivindicar el termino intervención característico de las transvanguardias artísticas, empleado en esta ocasión para nombrar al uso de un tramo de calle y banqueta para exhibir pinturas a cambio de los transportes habituales. Dio la palabra a quienes quisieron hablar de la veintena de expositores que agradecieron y dijeron sus razones para dar paso a las palabras de Alberto Híjar, quien rechazó la reducción artística por lo que tiene de invasora al reproducir los modos europeos mercantiles con su división del trabajo, instituciones como las academias, las galerías, los museos, el mercado del arte, las publicaciones para especialistas y, por supuesto, el artista como ser excepcional y extravagante. A cambio, lo hecho en Pahuatlán rompe los límites entre artes y artesanías, usa los soportes del ambiente como el papel amate, la piedra y las fibras naturales, para hacer representaciones más allá del folklorismo hasta llegar a la no figuración y a un expresionismo nada ingenuo, afincado en los usos del color más allá de las recomendaciones académicas, como hace el joven Oscar Tapia. Hubo que pedirle a los funcionarios de turismo presentes, con carteles y folletería informativa, la publicación de un catalogo para dejar constancia de la Intervención en beneficio de una tradición vivificada y de una memoria comunitaria actualizada por un grupo de trabajadores de la cultura que seguramente crecerá. porque lo importante se comunica de boca a oreja para animar la participación. En el presídium estuvieron dos aguerridas mujeres de la Cooperativa El Ocotenco, recientemente liberadas de cargos imputados por los talamontes efímeramente asustados por un excelente reportaje de Televisa sobre el bosque devastado con la complicidad de las autoridades de Hidalgo hasta el punto que el ex gobernador y hoy Procurador General de la República Murillo Karam, envió de inmediato a un visitador para levantar testimonios y declaraciones que, por lo pronto, tuvieron el efecto de suspender los juicios contra los defensores del bosque. Sin embargo, cuando regresamos, una plataforma de árboles talados, escoltada por una camioneta de maleantes, tomó por un camino de tierra rumbo a algún aserradero clandestino, esos que todo mundo sabe donde están pero nadie toca. Al pasar frente al barrio de Tecorral, famoso como guarida de talamontes, nos vieron con odio los borrachos al lado de la carretera. La lucha sigue entre los criminales destructores del ambiente y los impulsores de la vida comunitaria placentera para bien de la salud pública de todos.

