BALLESTA

Dos terceras partes de nuestro territorio

Mireille Roccatti

Los últimos días, dos terceras partes de nuestro territorio sufrieron los embates de fenómenos naturales que obedecen en buena medida al calentamiento global que produce en todo el planeta una serie de cambios climáticos, que  se traducen en heladas atípicas, sequias prolongadas e inundaciones por la presencia de actividades meteorológicas potenciadas, mismas que combinadas con la destrucción que hemos hecho de nuestras selvas y bosques ocasionan graves daños por inundaciones en zonas rurales y en las ciudades, combinadas con la ausencia de drenaje pluvial agrava la preocupante sobrevivencia precaria de millones de nuestros compatriotas.

La inmensa precipitación pluvial que trajeron consigo el huracán Ingrid en el Golfo de México y Manuel en el Pacífico, trastornó la vida cotidiana de 13 millones de mexicanos, provocó también la destrucción de infraestructura urbana y por lo menos 41 carreteras, afecto severamente dos terceras partes del país, ocasionó la muerte de por lo menos 47 personas y se estima en 1.2 millones los damnificados. No es mi intención agobiar al lector con la numeralia.

Es cierto y habrá que reconocerlo que el gobierno federal reaccionó de inmediato y se activaron todos los planes de protección civil y el DN-III de las fuerzas armadas; pero nuevamente el corolario que desnuda la presencia de estos fenómenos naturales es la cara de la pobreza.

Efectivamente, año con año, testimoniamos cómo las lluvias hacen aflorar la pobreza en que viven millones de nuestros compatriotas, más de la mitad de la  población sufre algún grado de pobreza, 28 millones pobreza extrema, eufemismo para referir la miseria y las imágenes que la televisión lleva a nuestras casas es la precariedad de sus viviendas y las duras condiciones en que sobreviven.

Es cierto que estos fenómenos afecten más severamente a los pobres no solo en México, lo es en todo el mundo, y así está reconocido en convenciones internacionales, pero el saberlo debe ser acompañado de acciones concretas de prevención. Los Estados pueden firmar convenciones y tratados internacionales pero sí las palabras no se corresponden con medidas eficaces estaremos construyendo una gran tragedia colectiva.

El calentamiento global debe ser entendido como un fenómeno de aumento en el promedio de la temperatura en la atmosfera terrestre y en los mares. En el último siglo se registraron incrementos en la temperatura global que no son explicables por causas naturales y que ocasionaron deshielo en los casquetes polares, disminución de los cuerpos de nieves eternas en las altas montañas y consecuentemente  aumento en el nivel del mar, tornados, huracanes y ciclones, así como desertización, sequias, inundaciones, alteraciones en el comportamiento de los animales, entre otros.

El calentamiento global es un tema de carácter internacional, los mayores emisores de gases de efecto invernadero que detonan el aumento de temperatura son los países industrializados, pero los mayores efectos los resienten los países en desarrollo, sensiblemente la región latinoamericana y, sus poblaciones más pobres siempre resultan más vulnerables a los eventos climáticos extremos.

En nuestro caso, de nada sirve la adhesión a todas las convenciones y tratados internacionales en la materia, o tener una ley de cambio climático;  es momento de concretar las acciones de política pública previstas en el Plan Nacional de Desarrollo o seguiremos viendo con impotencia la desgracia que cada año cobra vidas y afecta la sobrevivencia precaria de millones de mexicanos.