CAFÉ POLÍTICO
Reforma energética a cambio de la político electoral
Quien no ha afrontado la adversidad
no conoce su propia fuerza.
Benjamin Jonson
José Fonseca
Ha sido una semana intensa, porque la emergencia creada por la tormenta Manuel y el huracán Ingrid muestra cómo a veces los partidos parecen vivir en un universo paralelo.
A pesar de las presiones mediáticas, el gobierno del presidente Peña Nieto ha respondido con adecuada solvencia, con todo y que no es fácil movilizar a la vez a toda la estructura de la Federación y los estados con un propósito común, pero sobre todo, con eficacia.
Es innegable que la emergencia significará ajustar algunas de las premisas económicas del gobierno peñista, pues aliviar las necesidades de los damnificados y reparar la infraestructura dañada exigirá disponer de recursos que, a pesar de las declaraciones, no estaba previsto erogar, al menos no en los montos que la realidad exigirá.
Sin embargo, los partidos políticos, particularmente la oposición, parecen moverse en su propio universo, pues salvo las declaraciones y reclamos al gobierno, no alteran su agenda.
Es más, aprovecharán las urgencias creadas por los desastres para presionar al gobierno a que acepte las iniciativas de carácter político electoral, entre las cuales se busca deslizar algunas que en estricto rigor acercarían el sistema político mexicano a una suerte de semiparlamentarismo que no necesariamente se compagina con la idiosincrasia nacional.
Así, el PAN anunció su iniciativa de reforma político electoral con un argumento oportunista. ¿Quieren reforma energética? Aprueben la reforma político electoral que presentaremos, ha dicho Jorge Luis Preciado, el coordinador de los senadores panistas.
Ante el desempleo que no cede, ante los efectos de la desaceleración económica, la pobreza y la desigualdad que amenazan ser crónicas si la economía no crece y crea empleos, la única respuesta de la oposición parece ser la protección de sus intereses electorales, tan alejada de las aspiraciones de la mayoría.
Por eso insistimos en afirmar que los partidos políticos y las elites académicas que le dan sustento a sus pretensiones viven en un universo paralelo, distinto al que habitamos casi 114 millones de mexicanos.
Ésa y no otra es la razón de que insistan en cambiarle hasta el modo de andar al sistema político mexicano, con fórmulas importadas. Cierto, el sistema actual, presidencialista, también lo importamos; pero ya llevamos 200 años con él y, con sangre, sudor y lágrimas, que diría Churchill, funciona.
jfonseca@cafepolitico.com
