CAFÉ POLÍTICO
Marchas y manifestaciones contra las reformas
No hace falta un gobierno perfecto;
se necesita uno que sea práctico.
Aristóteles
José Fonseca
Cumple los primeros nueve meses de gobierno el presidente Enrique Peña Nieto con la capital de la república como escenario de las movilizaciones de profesores, pero también de quienes desde la sombra maniobran para acorralar el gobierno federal.
Pero, eso, creemos en este espacio, no significa que haya crisis de gobernabilidad en la república, por más que desde la opinión informada y desde la opinión ilustrada haya tantos que se empeñan en convencernos que esto está peor que nunca.
Las marchas de los profesores de la Coordinadora, sus discursos, plantones y bloqueos no son distintos de su comportamiento desde hace varios años en Oaxaca. Al someter el Centro Histórico de la ciudad de México al mismo tratamiento que han dado a los oaxaqueños, los profesores han atrapado la atención de los medios de comunicación y magnificar la fuerza de un movimiento minoritario dentro del magisterio.
A pesar de todo, las leyes secundaria de la reforma educativa ya fueron aprobadas por el Congreso, lo cual es resultado de legisladores dispuestos a hacer lo que les corresponde y a que el gobierno de la república ha mantenido la cabeza fría y desoído a tantos que exigen que ya se contenga a los profesores, aunque algunos maniqueos dicen que se haga sin utilizar la violencia.
Las manifestaciones magisteriales, igual que las marchas contra la reforma energética que organiza y organizará la izquierda desde el PRD, no lograrán que haya una represión.
El gobierno del presidente Peña Nieto ha calculado bien sus márgenes de maniobra. Y éstos son muchos. Bastará que selectivamente se contenga a los manifestantes más violentos, sin caer en la trampa tendida por sus adversarios.
El problema magisterial, como el de la resistencia a las reformas electorales, exige de aplicar las armas de la política: el diálogo y la negociación, pero sin permitir que éstos detengan el avance de los programas.
Sabe el presidente Peña que las circunstancias adversas heredadas no pueden corregirse en unos pocos meses. Será cuestión de temple y paciencia para no desesperar ni dejarse influenciar por los impacientes de uno u otro signo.
Lo que importan son los resultados. Y éstos sólo se dejarán sentir al mediano plazo, no de inmediato.
Hasta ahora el gobierno peñista se ha mantenido firme. Serán semanas y meses difíciles, pero está en condiciones de probar que la paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia.
jfonseca@cafepolÌtico.com
