Nora Rodríguez Aceves
Rosa Albina Garavito, fundadora del PRD y militante de esa organización hasta 2008, cuando renunció por la debacle ideológica del partido, señala a Siempre! que el discurso pronunciado por Andrés Manuel López Obrador sobre la defensa del petróleo y la económica popular, el pasado 8 de septiembre, era “esperable, en función de la defensa que ha asumido del control del Estado sobre los energéticos y sobre la definición de la política energética misma. Ello lo coloca de manera frontal en contra de la propuesta de reforma presentada por el jefe del Ejecutivo federal”.
De igual forma, “tampoco es sorprendente el anuncio de su política de movilización y de resistencia civil, pues sabemos que ha sido siempre un líder cuyas protestas las hace en el marco de la legalidad y por la vía pacífica”.
Aunque efectivamente, el que la reforma hacendaria no planteara gravar alimentos y medicinas “le arranca de las manos a López Obrador y a la oposición la bandera del no al IVA en alimentos y medicinas y la adopción de algunas demandas que la izquierda ha venido planteando en relación a esta reforma, por ejemplo el IVA a las transacciones en el mercado bursátil y la eliminación del régimen de consolidación fiscal. No es casual que los empresarios y el PAN hayan levantado su voz en contra”.
En este entorno del análisis, discusión y posible aprobación de las reformas energética y hacendaria propuestas por el presidente Enrique Peña Nieto la autora de Apuntes para el camino. Memorias sobre el PRD, comenta la división que hay en la izquierda mexicana y el hecho de que hoy dos personajes emblemáticos para esta corriente ideológica como Cuauhtémoc Cárdenas, junto con el PRD, y López Obrador enarbolen, cada uno por su lado, las mismas consignas: la defensa del sector energético, la no privatización de Petróleos Pemex y el no a la reforma constitucional de los artículos 27 y 28, “las divisiones de la izquierda no son novedad, por desgracia se han ya convertido en una tradición, y estas divisiones se dan en torno a intereses particulares y de grupos, que en nada benefician al país”.
Por ello, la maestra Garavito señala que “la izquierda en México tendría que hacer gala de los valores de la ética y la honestidad, tan escasos en el ejercicio de la política. Esto permitiría regresar la credibilidad y confianza a la izquierda. Sin embargo, soy muy escéptica al respecto y más bien pienso que la izquierda tendría que aglutinarse en una organización política legal y pacífica que no reciba recursos públicos para desarrollar sus actividades, y que tampoco solicitara su registro en el IFE. Ello no le quitaría su vocación de poder, esto es de transformar las instituciones del Estado a favor de las causas de las grandes mayorías del país. Lo que sí le quitaría es el aliciente perverso de la mercantilización de la política, que tanto daño le ha hecho, no sólo a la izquierda sino a todos los partidos; tanto que nos encontramos frente a una crisis de representatividad de los partidos, que por lo demás no es exclusiva de México”.