LA REPÚBLICA

Misoginia de autoridades

Humberto Musacchio

En Ciudad Juárez apareció a fines de agosto una señora que se hace llamar Diana la Vengadora y que por lo pronto ya lleva dos muertos en su cuenta. Las víctimas son choferes del transporte urbano, José Roberto Flores Carrera y Alfredo Zárate, a quienes la mujer ultimó a balazos ante testigos, como venganza por las repetidas e impunes violaciones que cometen algunos conductores contra las mujeres que trabajan en las maquiladoras.

Diana la Vengadora, a quien describen como una morena de pelo rubio de 1.65 de estatura y 50 años, mandó a los diarios juarenses un correo electrónico en el que advierte que, “ante la ausencia de eficacia de las autoridades para defender a las trabajadoras de los abusos de esos conductores, seguirá el ajuste de cuentas contra los degenerados… La necesidad nos obliga a estar fuera hasta altas horas de la noche para mantener a nuestras familias, ya no podemos callar estos actos que nos llenan de rabia. Mis compañeras y yo sufrimos en silencio, fuimos víctimas de violencia sexual de choferes que cubrían el turno de noche de las maquilas, aquí en Juárez, y aunque mucha gente sabe lo que sufrimos, nadie nos defiende ni hace nada por protegernos… Yo soy un instrumento que vengará a varias mujeres… Si no nos respetan nos daremos a respetar por nuestra propia mano.”

En otras condiciones, un texto como el citado provocaría hilaridad, pero no en esta época negra que vive México. Hace 20 años que en ciudad Juárez se practican de manera sistemática e ininterrumpida los feminicidios. Por supuesto, la policía ha inventado culpables y tiene a varios pobres diablos en la cárcel, pero continúa la ominosa práctica de abusar sexualmente de mujeres y luego matarlas.

Para mayor escarnio de las víctimas, gobernadores y políticos de todo color han pretendido minimizar el asunto diciendo que ellas se lo buscaron. Incluso, se tiene registro de más de un jefe policiaco que se ha expresado con tal misoginia que equivale a una exoneración de los violadores y asesinos. Por eso no debe sorprender a nadie la aparición de Diana la Vengadora y de otras mujeres que sigan el mismo camino.

La inoperancia de las instituciones, la falta de eficacia y la corrupción de las corporaciones policiacas y la profunda degeneración de nuestra clase política han dejado a la sociedad indefensa, y aumenta la convicción de que  nadie hará en su favor lo que ella misma no haga. Grupos de autodefensa, movilizaciones sociales, amagos de linchamiento y ahora la venganza individual ocupan el lugar que hace rato abandonó la justicia.