Liturgia

 

El sentir de la patria sigue anhelante

Teodoro Barajas Rodríguez

Septiembre, mes de la patria, las efemérides que destacan nuestro pasado están instaladas en la memoria, evocamos la lucha por la Independencia como una característica, símbolo y pegamento unitivo.

Este mes también nos sitúa en los recuerdos trágicos no sólo en México sino en otras latitudes porque un 11 de septiembre de 1973 la frágil democracia en el cono sur de América sufre un golpe de Estado para derrocar al presidente Salvador Allende en Chile; sus últimas palabras reflejan el temple valiente ante la adversidad patrocinada por el imperialismo.

Fue un 11 de septiembre del año 2001 la fecha que registra el atentado terrorista en Nueva York, concretamente en el World Trade Center; las Torres Gemelas fueron destruidas para generar un apocalipsis vertiginoso y hacer creciente una tragedia elocuente a través de Al Qaeda.

Los rastros de sangre en el mes de septiembre no se olvidarán porque la honda huella de brutalidad quedó remarcada, la barbarie personificó dramas superlativos.

Fue un 15 de septiembre del año 2008 en la noche que ocurrió otra tragedia en Morelia: la ceremonia del grito de independencia culminaba tras el tañir de la campana que se escuchaba desde el Palacio de Gobierno, Leonel Godoy saludaba desde el balcón, le acompañaba el entonces alcalde Fausto Vallejo Figueroa.

Instantes después los estallidos de granadas hacían sentir esa carga de maldad de quienes las detonaron, la confusión resaltaba entre gritos, empujones y gente caída, la oscuridad no ayudó.

Llegó el recuento de daños, vidas perdidas, asesinatos contra la población civil. El clima sosegado daba el vuelco para mirar el Centro Histórico sitiado por militares, el miedo se disparaba.

Estamos inmersos en la conmemoración de aquella lustrosa proclama de los Sentimientos de la nación que se efectuó el 14 de septiembre de 1813, forje de nación, origen de nuestra identidad. Tiempos cruentos fueron aquellos en los que se distinguió con claridad el pensamiento de estadista del hombre más grande nacido en Morelia —en aquel tiempo Valladolid— José María Morelos y Pavón.

No hay lapsos en la historia exentos de los trances dolorosos que reflejan inequívocamente la naturaleza del ser humano.

Nuestra historia vive porque el olvido no le ha destruido, el generalísimo José María Morelos resalta en los Sentimientos de la nación las aspiraciones de una nueva nación que mezclaba diversos elementos.

El Estado moderno mexicano debe sus trazos y bases fundacionales a José María Morelos y Pavón, eso es incuestionable, la influencia de los enciclopedistas franceses se advierte para el nuevo paradigma propuesto en Chilpancingo.

El punto número 12 del referido documento histórico mantiene su vigencia: que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia; y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto. El sentir de la patria sigue anhelante.