La Política Me Da Risa

Sacar las manzanas podridas que contaminan al resto

Yazmín Alessandrini

El aforismo es tan cierto como contundente: “Tan sólo por la educación el hombre puede llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”. Cita demoledora producto del teutón Immanuel Kant y su agudo pensamiento. Al leerla, pero sobre todo al reflexionarla, lo primero que me viene a la mente son esos cientos de miles de “ciudadanos en formación” (niños en edad escolar) en Michoacán, en Guerrero, en Oaxaca, en Chiapas y prácticamente en casi todo el país que viven rehenes de la irresponsabilidad de miles de profesores a quienes lo que menos les importa es educar y lo que más les puede es la mediocridad.

México es un país de muchísimos rezagos y la gran mayoría de éstos se deben a la educación. O mejor dicho, a la falta de ésta…

Por ello, el mensaje del presidente Enrique Peña Nieto, tras enterarse de que diputados y senadores dijeron “¡va!” a la Ley del Servicio Profesional Docente, cobra total preponderancia: hay que hacer realidad en las aulas los cambios logrados por la reforma educativa.

Y el país, pero sobre todo el progreso de éste, no se puede frenar ni supeditar a grupúsculos de turbios intereses como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), quienes ni son la totalidad de los maestros en México ni representan las inquietudes y las ilusiones de todos éstos. Si estos señores, los de la CNTE, no quieren aceptar ni acatar la reforma educativa y sus leyes secundarias, allá ellos, que las leyes laborales vigentes se apliquen sobre ellos y que, como señaló el secretario de Educación Pública Emilio Chuayffet, sean cesados por incumplir su obligación de dar clases. Punto.

Voy a insistir en que la nuestra es una nación que ha frenado su camino hacia el progreso debido a los rezagos, y el atraso educativo es, por mucho, uno de los cánceres que más nos ha perjudicado. El mea culpa del secretario Chuayffet con respecto a la pésima capacitación que históricamente la SEP ha impartido a los mentores es un parteaguas adecuado para iniciar el cuesta arriba en materia educativa. La gente que no tiene nivel para dar clases y que no se quiere comprometer para “ponerse al corriente” en cuanto a conocimientos efectivamente debe salir de las aulas. Hay que sacar las manzanas podridas de donde pueden contaminar al resto.

También ya es hora de que a esos “maestros” inmiscuidos en cuestiones magisteriales y políticas se les retiren las canonjías que injustamente detentan. En millones de pesos le representan una gran carga a los contribuyentes (a usted, a mí, ¡a todos los que pagamos impuestos!) y no es justo que estos vividores del sistema cobren como profesores cuando jamás en su vida han tenido un gis en las manos.

El secretario de Educación ha sido muy claro al asegurar que para salir adelante en materia educativa hace falta un golpe de timón, un cambio radical en las reglas, acabar con la unilateralidad. El Estado debe asumir la rectoría total de la educación y eso para muchos se traducirá en el fin de la gran vida que se dan a expensas del erario y los chamacos a los que supuestamente deberían estar instruyendo para convertirlos en ciudadanos productivos.

Todavía falta lo más difícil, aterrizar en lo tangible la reforma educativa y romper con inercias ancestrales.

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