Susana Hernández Espíndola
Con el eslogan de “La Paz comienza en el corazón”, durante esta semana estará en México, por cuarta ocasión, el Dalái Lama, uno los últimos grandes personajes del siglo XX, época que se caracterizó, tristemente, por el derramamiento de sangre.
El líder religioso del budismo tibetano estará en la capital del 11 al 14 de octubre, en una serie de conferencias; el día 15 viajará a León, Guanajuato, donde sostendrá una charla en el Centro Fox, y el 16 estará en Zacatecas, para encabezar tres eventos y reunirse con el obispo Sigifredo Noriega Barceló.
Según explicó el presidente de la Fundación de Casa del Tíbet en México, Marco Antonio Karam, el Dalái Lama trae a México un “mensaje de aliento” que busca promover la “Ciencia de la Conciencia” y la paz mundial, y fomentar, junto con la Iglesia católica mexicana, los “valores humanos fundamentales”.
El dirigente espiritual, quien en mayo de 2011 renunció a su cargo como líder político del Tíbet, después de 60 años, tendrá un encuentro masivo, con más de 15 mil personas, el 14 de octubre, en la Arena Ciudad de México.
También estará en la Universidad Pontificia de México, en el marco de una celebración ecuménica e interreligiosa, con el objetivo del acercamiento con la cultura católica de nuestro país.
Bajo la bota comunista
El Dalái Lama, que en sus acepciones originales mongola y tibetana, respectivamente, significa: “Océano de Sabiduría”, es un título que se le confiere al dirigente del Gobierno tibetano y líder espiritual del lamaísmo o budismo tibetano, el cual, para esa cultura, es la reencarnación del buda de la compasión infinita, Avalokiteshvara.
Nacido el 6 de julio de 1935 en la pequeña aldea de Takster, al noreste del Tíbet, con el nombre de Lhamo Dondhup, e hijo de los campesinos Choekyong Tsering (1899-1947) y Dekyi Tsering (1900-1981), el Dalái Lama fue reconocido, cuando aún era un niño y realizaba sus estudios monásticos, como la encarnación del XIII Dalái Lama, Tubten Gyatso, fallecido en 1933, y fue rebautizado como Tenzin Gyatso.
Debido a su inusual capacidad de comprender y memorizar al primer intento los textos esotéricos, contando con tan solo nueve años, Tenzin se estableció como maestro por encima del resto de los monjes budistas.
Luego de la invasión del Ejército Popular de Liberación chino al Tíbet, en 1950, y ya ejerciendo su pleno poder político de jefe de Estado, que asumió el 17 de noviembre de ese año, contando apenas con 15 años de edad, Tenzin se refugió por un tiempo en la frontera con la India. Sin embargo, al no recibir ayuda exterior pese a su llamamiento a la India de Nehru y a las Naciones Unidas, tuvo de aceptar la tutela comunista. Así, Gyatso y la segunda autoridad religiosa del Tíbet, el Panchen Lama (“Gran Sabio”), fueron obligados a firmar un tratado que puso a la región bajo la administración de China.
Este pacto, del 23 de mayo de 1951, llamado Plan para la Liberación Pacífica del Tíbet, estableció que el Dalái Lama mantendría el poder en los asuntos interiores del Tíbet, mientras que los temas exteriores y militares quedarían bajo el control del gobierno chino.
En 1954 la población tibetana se resistió a la ocupación y se produjeron disturbios y enfrentamientos con los invasores chinos. En julio de ese año el Dalái Lama, junto con una gran cantidad de dignatarios religiosos y civiles, viajó a Pekín, para reunirse con Mao y tratar de establecer la paz, pero sus gestiones fracasaron.
En junio de 1956, una reforma radical de la tenencia de las tierras provocó una rebelión en las regiones de Kham Oriental y Amdoestas, respaldada por la CIA estadounidense, la cual se extendió hasta Lhasa.
En esa ciudad, las facciones de tibetanos leales al Dalai Lama iniciaron, el 10 de marzo de 1959, un levantamiento independentista, el cual fue rápidamente sofocado por el ejército chino, que dejó alrededor de 90 mil muertos.
Al considerar que su ausencia sería la única manera de liberar de la opresión a su pueblo, el Dalái Lama cruzó los Himalayas a pie, al lado de un grupo de 80 mil refugiados tibetanos, y se estableció en Dharamsala, Himachal Pradesh, al norte de la India, desde donde siguió respaldando acciones rebeldes contra el ejército chino, hasta 1969, cuando la CIA y algunas potencias occidentales dejaron de colaborarle.
Tras completar el doctorado en Estudios Budistas, recibiendo el grado de Gueshe Larampa, el más alto honor académico de la tradición budista del Tíbet, el Dalái Lama estableció, en 1963, una constitución democrática para el Tíbet al tiempo que fundó varios centros de enseñanza y más de 200 monasterios.
En ese mismo 1963, China estableció una prohibición a los extranjeros (que duró hasta 1971) para visitar el Tíbet. Luego, en 1965, creó la Región Autónoma del Tíbet y emprendió el asentamiento a gran escala de población china en la región, al tiempo que la llamada Revolución Cultural china resultó, en 1966, en la invasión de guardias rojos, quienes asesinaron a varios monjes y destruyeron miles de templos y monasterios y un buen porcentaje de los bienes culturales tibetanos.
Aunque en 1979 se restableció la libertad religiosa y muchos monasterios budistas volvieron a abrir sus puertas, se mantuvo la prohibición a los lamas de cuestionar el derecho de China a gobernar al Tíbet. No obstante, se dio también el primer contacto entre el Dalái Lama en el exilio y representantes del gobierno de la República Popular China, pero sólo hasta el 21 de septiembre de 1987 el líder religioso pudo hacer público su “Plan de paz de cinco puntos para el Tíbet, ante el Congreso de Estados Unidos.
En 1988, el Dalái Lama propuso la creación de un Tíbet democrático y con gobierno autónomo, en asociación con la República Popular de China. Sin embargo, una oleada de protestas que derivaron en acciones violentas resultaron duramente reprimidas por el entonces jefe del Partido Comunista Chino en el Tíbet, Hu Jintao.
El 10 de diciembre de 1989, el Dalái Lama fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz por su postura de no violencia en pos de recuperar la libertad de su pueblo.
En agosto de 1994, la comunidad tibetana en Suiza acusó a China del asesinato de 1.2 millones de tibetanos y la destrucción sistemática de más de 6 mil 300 templos y lugares históricos.
Al año siguiente, tras la muerte, en 1989, del Panchen Lama, el Dalái Lama y el gobierno de China reconocieron diferentes reencarnaciones. Respetando la religión de los tibetanos, el gobierno chino eligió al niño Gyancain Norbu, mientras que el Dalái Lama nombró a Gedhun Choeky Nyima.
En diciembre de 2000 se reanudaron los contactos entre las autoridades chinas y el gobierno tibetano en el exilio, con la propuesta de avanzar en la alternativa del “camino intermedio” al que llamó el Dalái Lama en 1979, el cual consistía en la renuncia del Tíbet a la independencia, a cambio de una autonomía que le permitiera conservar su identidad.
Al año siguiente, en elecciones impulsadas por el Dalái Lama, la comunidad tibetana en el exilio eligió a Samthong Rinpoche como primer ministro del gobierno tibetano.
En junio de 2003, un acuerdo entre la India y China reconoció al Tíbet como una provincia china. No obstante, mantuvo el estatuto de refugiado del Dalai Lama. En marzo de 2005, el Dalái Lama aceptó finalmente que el Tíbet es parte de la República Popular China.
En marzo de 2008, cuando el turismo extranjero en el Tíbet se cifraba en 365 mil visitantes, se registraron en Lhasa los peores enfrentamientos en veinte años entre manifestantes tibetanos y fuerzas de seguridad chinas. Mientras el balance oficial hablaba de 13 muertos, el Gobierno Tibetano en el Exilio denunciaba un centenar de víctimas. El Dalái Lama amenazó entonces con renunciar como líder espiritual si empeoraban los incidentes violentos, mientras que varios países occidentales llamaron a un boicot de los Juegos Olímpicos de Pekín si China no dialogaba con los tibetanos.
A pesar de todo, las Olimpiadas se llevaron a cabo en agosto, sin contratiempos, mientras el Dalái Lama denunciaba la persistencia de abusos contra su pueblo con todo y la tregua olímpica.
Al celebrarse, en marzo de 2009, medio siglo del exilio del Dalái Lama, el dirigente espiritual denunció el genocidio contra los tibetanos cometido por China. Tres años después, el 30 mayo de 2011, renunció a su cargo.
Con todo y los llamados del Dalái Lama a la comunidad internacional para lograr una resolución pacífica al problema del Tíbet, el conflicto aún no termina.
A lo largo de su exilio, Tenzin Gyatso ha escrito más de 72 libros y ha visitado más de 60 naciones de los cinco continentes, describiéndose a sí mismo como un “simple monje budista”, y ofreciendo conferencias cuyos mensajes se centran en el amor, la compasión, la responsabilidad y la paz universal.
Pese a que el gobierno chino suele solicitar a los países que no reciban al Dalái Lama, a quien califica de separatista, México ha sido uno de los estados que han abierto las puertas a este líder espiritual.
La primera visita a México, para inaugurar la Casa del Tíbet, fue en 1989, un poco antes de que a Tenzin le fuera conferido el Premio Nobel de la Paz. En ese entonces aún no se ponían en marcha los acuerdos con la Organización Mundial del Comercio y la relación México-China era muy distante, por lo que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari recibió al Dalái Lama en la residencia oficial de Los Pinos, dándole un tratamiento especial, que no ha vuelto a recibir posteriormente.
Durante ese viaje el religioso participó también en un foro de prioridades globales que organizó la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En octubre de 2004, cuando la Casa del Tíbet cumplió quince años, el Dalái Lama volvió al país y ofreció una conferencia, en la Cámara de Diputados, sobre la ética y el compromiso social en la vida legislativa. También se reunió en privado con el entonces secretario de Gobernación, Santiago Creel, y con la señora Martha Sahagún, aunque el ex presidente Vicente Fox sólo le envío un mensaje de bienvenida, y recibió un doctorado honoris causa por parte de la Universidad Iberoamericana.

El Dalái Lama se reunió igual con el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, quien le otorgó el reconocimiento de visitante distinguido, y el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Juan Ramón de la Fuente, quien lo galardonó con la medalla conmemorativa de la fundación de esa casa de estudios.
El Dalái Lama compartió enseñanzas del budismo tibetano en el Teatro Metropólitan, dio una conferencia en el Auditorio Nacional sobre su propuesta ética secular para el nuevo milenio, y participó en un acto para líderes de opinión en el Museo Nacional de Arte.
Después de que sufrió una crisis de salud por piedras vesiculares y canceló su visita a México en 2008, el Dalái Lama volvió por tercera ocasión, en septiembre de 2011, dejando la política de lado, ya que su renuncia como jefe de Estado tibetano en el Exilio se produjo el 30 de mayo de ese año, a favor de Lobsang Sangay, quien ya había sido electo como Sikyong (el equivalente a Primer Ministro), el 26 de abril.
La visita de Gyatso ocurrió en medio de una gran crisis moral y del Estado mexicano, cuando las cifras oficiales daban cuenta de 40 mil muertes violentas ocurridas en el país desde diciembre de 2006.

En ese contexto, el Dalái Lama viajó a la ciudad de Monterrey, Nuevo León, en donde recientemente se había dado la tragedia en la que 52 personas murieron tras el incendio provocado por manos criminales en el Casino Royale.
Algunos de los principales temas del sacerdote durante sus ruedas de prensa y conferencias fueron la no violencia, la compasión y el desarme interno.
En el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, el Dalái Lama inauguró la exposición “Tíbet, recuerdos de la patria perdida” y encabezó el evento “Consejos de un amigo espiritual”, en el Teatro Metropólitan, en el que estuvo acompañado por el actor y activista estadounidense Richard Gere (quien estará con él nuevamente, este 12 de octubre, en el mismo Museo Memoria y Tolerancia, presentando la exposición “Peregrino, fotografías de Richard Gere”).
También se reunió con 30 mil personas en el Estadio Azul, en donde estuvieron presentes algunas víctimas de la violencia en México, como el poeta Javier Sicilia, cuyo hijo fue asesinado por sicarios en Morelos, y sostuvo una charla con unos mil 200 maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la cual fue transmitida por televisión.
El líder espiritual tibetano se encontró en privado con el ex presidente Vicente Fox, quien lo invitó a regresar al país en 2012, visita que se concreta hasta ahora, y también con el entonces senador con licencia y aspirante presidencial del PAN, Santiago Creel Miranda.

La entrevista más importante durante esa visita, la sostuvo el Dalái Lama en Los Pinos, con el ex presidente Felipe Calderón, con quien compartió ideas sobre “la importancia de promover valores éticos en las sociedades contemporáneas”.
Esa charla con Calderón desató críticas del Gobierno chino contra el ex mandatario mexicano, ya que consideró que interfirió en los asuntos internos de la República Popular China.
A pesar de las presiones del gobierno chino, hay cierta posibilidad de que, en su cuarta visita a México, el Dalái Lama sea recibido, en su calidad de líder religioso, por el presidente Enrique Peña Nieto.








