EN LA LÍNEA

 

Quién nos protege de los “luchadores sociales”

Félix Fuentes Medina

 

 

Habitantes de la ciudad de México son rehenes de manifestantes, incapaces de resolver sus problemas en los lugares donde se desempeñan y pretenden resolverlos aquí mediante plantones, cierres de calles y bloqueos al Congreso de la Unión, a secretarías de Estado y al Aeropuerto Internacional.

Es el vía crucis de décadas. A partir de cuando llegó el hoy PRD al gobierno de la capital del país, la vida cambió en la metrópoli porque los presuntos luchadores sociales —carentes de esa calidad— decidieron apoderarse del Zócalo, al amparo de la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos.

Socialistas recordados como Vicene Lombardo Toledano, David Alfaro Siqueiros, Valentín Campa, Demetrio Vallejo y Othón Salazar, entre otros, se acabaron. Quienes aspiran a ser como ellos, con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza, son líderes menores y navegan bajo el estigma del fracaso.

Jamás ha refutado López Obrador los señalamientos por las sumas recibidas de Marcelo Ebrard, las veces que se apostó con su runfla de tabasqueños en el Zócalo del DF. Los plantones eran calculados para darles fin cada 14 de septiembre una vez recibido el pago de retiro respectivo.

El “luchador social” que cerró Paseo de la Reforma durante 48 días e incendió pozos petroleros en Tabasco, se erige hoy como defensor del petróleo y ya se distanció de quienes abrazó en el PRD, Ebrard y Manuel Camacho Solís, expriistas con cachuchas postizas de la izquierda.

Rosario Robles, actual funcionaria del gobierno priista, también se proclamó de izquierda y caminó del brazo con AMLO y el señor de las ligas Rene Bejarano, quien con su esposa Dolores Padierna y otros socialistas ya crearon otra tribu y han convertido la antigua Ciudad de los Palacios en parcela de oportunistas.

Los capitalinos padecen embotellamientos de horas, despidos en sus trabajos por llegar tarde o no llegar, problemas para entrar o salir de sus domicilios debido a los plantones, pérdida de vuelos en el Aeropuerto Internacional, ataques de vándalos a comercios e incluso soportar olores fétidos, emanados de plantones como el de los maestros en el Zócalo y después en el Monumento a la Revolución.

Eso y más ha de aguantar la gente del DF que paga elevadas cuotas de predial, agua, energía eléctrica, gasolina, tenencias, verificaciones, segundos pisos, traslados fiscales de dominio y hoy, con la amenaza de que se descuente 32% a quienes ganen más de medio millón de pesos al año, la andanada de golpes es para la clase media.

A cambio de eso, por gracia de los luchadores sociales, debe soportarse a los encuerados de los 400 Pueblos de Veracruz, vistos por niños y niñas, o aguantar un bloqueo de 29 días en Bucareli por los extorsionadores del SME, bajo control de Martín Esparza, cañeros, etcétera.

En 2012 hubo 3 mil 500 marchas en el DF y para este año se llegará a ¡nueve mil!, según cálculos de Acción Nacional, partido que promueve una iniciativa en la ALDF y en el Congreso de la Unión para regular manifestaciones. A esto se opone la mayoría de diputados de izquierda del DF, pues los mítines y marchas son prácticas de chantajes y negocios pingües.

El plantón de más de cuatro meses en el Zócalo, protagonizado por la Sección 22 de la CNTE oaxaqueña, sin que las autoridades federales y capitalinas hayan tenido fuerza y decisión para desbaratarlo, debe ser ejemplo —¡el último!— para terminar con esas agresiones a la población capitalina y a la imagen internacional de México.

A final de cuentas, la CNTE no logró impedir la reforma educativa, aprobada en lo general y en sus leyes secundarias por más del 80% de los diputados y senadores. Sólo la llamada izquierda respaldó a maestros holgazanes que se niegan a ser evaluados porque han vivido de las extorsiones, en decenios.

El deseo ferviente de la población capitalina es que esos individuos se vayan, con la repulsa general a cuestas, y el deseo ferviente de nunca volverlos a ver.

Sin embargo, el martes pasado volvieron a bloquear el Boulevard Aeropuerto y después se les condujo a dialogar en Gobernación con el subsecretario Luis Miranda. ¿No es ridículo?