CAFÉ POLÍTICO

 

De frente a los debates

 

La democracia es la necesidad de inclinarse de

cuando en cuando ante la opinión de los demás.

Winston Churchill

 

 

José Fonseca

A la hora que usted lea estas líneas, amable lector, el debate por la reforma hacendaria ya estará en el Senado, con toda la carga de intereses que se confrontaron en la Cámara de Diputados.

Nadie debe decirse sorprendido. Para eso existe el Congreso en todas las democracias. Ahí están representados todos los grupos de interés, económico, social y político que coexisten en la republica.

En el terreno legislativo esos intereses defienden sus intereses, legítimos e ilegítimos. La tarea de los diputados y senadores es conciliar y reconciliar los intereses tan diversos y contradictorios que coexisten en la sociedad mexicana.

Además, en las cámaras del Congreso los legisladores de cada partido aprovechan el escenario para impulsar sus respectivas agendas y para tratar de ganar alguna ventaja a sus adversarios con posiciones y declaraciones que les ganen el favor de los eventuales electores de futuros comicios.

Falta todavía el debate por el presupuesto de egresos. Qué se gasta y cómo se gasta. Y cada quien tiene sus preferencias.

Igual de intenso, o quizá más, será el debate por la reforma energética, el cual es considerado por muchos como el verdaderamente trascendente y, sin duda, el cual tendrá una alta carga emocional e ideológica.

En este debate se confrontan las visiones generacionales, pues en buena parte la carga ideológica y política del discurso de quienes se oponen a la reforma energética contiene esencialmente las premisas de las generaciones pasadas y antepasadas.

No sabe uno si la reforma energética será tan modernizadora como nos aseguran sus proponentes. Lo que sí es un hecho es que refleja la visión de una nueva generación que intenta cambiar viejas premisas.

En realidad, en México, como en tantos otros países, es posible que más que visiones ideológicas, ocurra que las generaciones pasada y antepasada han hecho rehenes a la nueva generación de sus premisas que corresponden a otro México, uno que ya se fue.

Insisto, no sabemos si la reforma energética o, para el caso, todas las propuestas por el gobierno peñista son lo mejor. Eso lo definirá el tiempo.

Pero es inaceptable que los que vivimos el México del siglo pasado pretendamos anular la visión de la actual generación. Esta generación tiene el mismo derecho que sus antepasados de intentar la construcción de un país más acorde a la realidad actual.

No debemos exigirle que vean el futuro por el espejo retrovisor.

 

 

                                                             jfonseca@cafepolitico.com