Susana Hernández Espíndola
Después de dieciséis días del cierre de las oficinas gubernamentales o “shutdown”, y a sólo horas de que el gobierno entrara en default (la suspensión temporal de sus pagos), el Senado y la Cámara de representantes de los Estados Unidos firmaron, el 17 de octubre, un acuerdo histórico para aliviar la crisis fiscal de esa nación mediante el aumento al techo de la deuda federal de casi 17 trillones de dólares.
Tal acuerdo (aprobado por 285 votos a favor y 144 en contra en la Cámara de Representantes, y por 81 votos positivos y 18 negativos en el Senado) permitió concluir la par álisis burocrática iniciada el 1 de octubre, pero se trata sólo de una medida provisional que dará financiamiento al gobierno hasta el 15 de enero del próximo año y permitirá al Tesoro pedir préstamos normalmente hasta el 7 de febrero. Sin embargo, no elimina el peligro de un Armagedón financiero que ya prevén los principales bancos centrales de todo el mundo.
“Ahora tenemos una oportunidad para concentrarnos en un presupuesto que sea responsable y que ayude a la gente trabajadora de este país”, indicó el presidente Barack Obama, tras firmar, en la misma fecha, la ley aprobada por el Congreso y el Senado, la cual da tiempo a que el cuerpo legislativo inicie un debate sobre el gasto y reducción del déficit.
El plan consensuado por los legisladores y que asegura los pagos a tiempo de las obligaciones contraídas por el gobierno de Estados Unidos hasta el 31 de diciembre de 2014, establece también la creación de un comité que discutirá y presentará, a más tardar el 13 de diciembre de este año, un programa de presupuesto a largo plazo para evitar otra crisis fiscal en el futuro, e incluye una previsión que incrementa las medidas de verificación de ingresos para gente que busque subsidios federales bajo la nueva reforma de salud del presidente, la Ley de Cuidado de Salud Asequible, conocida como “Obamacare”, la cual cambia por completo el manejo del sistema de esos servicios en Estados Unidos.
No obstante, como en noviembre de 2014 habrá elecciones para escoger a nuevos congresista, se teme que los encargados de las negociaciones respondan solamente a sus intereses electorales y no a la necesidad de lograr una solución definitiva a la crisis presupuestaria.
“Manzana de la discordia”
Cada 12 meses, a más tardar el 1 de octubre, cuando se inicia el nuevo año fiscal, el Congreso debe aprobar un presupuesto para financiar al gobierno, porque, a diferencia de otras naciones desarrolladas, en los Estados Unidos es el Poder Legislativo, no el Ejecutivo, el que fija cuánto puede pedir prestado el régimen.
En un panorama en el que la administración federal estaba financiada por presupuestos de corto plazo, conocidos como “resoluciones continuas”, la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, aprobó un proyecto de ley para otro presupuesto temporal. No obstante, el Senado, dominado por los demócratas, no pudo ratificar, en la fecha límite, la nueva ley presupuestaria, lo que provocó que el régimen de Obama no contara con liquidez para pagar sus cuentas y se viera obligado a decretar unas vacaciones forzadas a 800 mil empleados federales, sin goce de sueldo, dándose la paralización parcial de la burocracia.
Desde 1960, el techo de la deuda se había incrementado 78 veces, casi sin causar divisiones, pero en los últimos tres años, el asunto ha sido usado como un arma de negociación para los legisladores republicanos que intentan retirarle concesiones presupuestarias a Obama.
La “manzana de la discordia” que provocó la parálisis del sector público, fue la “Obamacare”, promulgada en 2010 y cuya mayor parte entraba en vigor el 1 de octubre. Desde su aprobación hace tres años los legisladores republicanos intentaron retrasarla e impedir su financiamiento, lo cual lograron, el 29 de septiembre de este año, en el proyecto de ley para el presupuesto temporal que fue rechazado por el Senado.
Los costos
Aunque el gobierno estadounidense estuvo a punto de quedar paralizado en abril de 2011, sólo en dos ocasiones anteriores en la historia de ese país, una a finales de 1995 y otra a principios de 1996, bajo la administración de William Clinton, el aparato burocrático se sumió en la inmovilidad. La primera vez costó 1.4 mil millones de dólares y, en esta ocasión, el golpe, según calcula la calificadora de riesgo Standard & Poor’s, fue de 24 mil millones de dólares.
Además, el shutdown tendrá repercusiones negativas en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB ), en el cuarto trimestre, que sería de 2 por ciento. Y si la gresca política entre legisladores en torno al presupuesto continúa, y el techo de la deuda se reanuda en enero, habrá más temor entre los consumidores, y especialmente en los empleados públicos mandados a sus casas sin goce de sueldo durante el cierre.
Aunque con la pausa sólo se mantuvieron en funciones 1.3 millones de trabajadores considerados como “esenciales”, entre las áreas oficiales que tuvieron que cerrar temporalmente, destacan los parques nacionales, los zoológicos, los monumentos históricos y los museos, incluido el famoso Instituto Smithsoniano, ubicado en Washington, que cuenta con tres museos que se hallan en la lista de los veinte más visitados del mundo, con más de 19 millones de entradas. En las oficinas de trámites de pasaportes, se quedaron estancadas 200 mil solicitudes para obtener ese documento.
Entre los empleados federales obligados a trabajar sin sueldo (aunque lo recibirán después, de manera retroactiva) y que podrían repetir si las cosas no mejoran, destacan el personal de la Casa Blanca, los controladores de tráfico aéreo, los recolectores y transportadores de residuos peligros, los inspectores de alimentos y el servicio postal.
En el ámbito de las fuerzas armadas, el paro afectó también a los empleados civiles, administrativos, pensionados, de mantenimiento de armas e instalaciones militares, etcétera, que también recibirán sus salarios retroactivos, pero los 1.4 millones de personas activas siguieron recibiendo su sueldo gracias a una ley que firmó el presidente Obama inmediatamente después de que comenzó el impasse.
La recaudación de impuestos quedó paralizada, en tanto que la Oficina para el Control de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos dejó de expedir permisos de portación de armas. De igual manera, los préstamos y créditos federales fueron varados y los veteranos de guerra no pudieron cobrar sus ayudas. Mientras, se tuvo que afrontar la paralización de proyectos de investigación médica, la de las operaciones de seguridad social no asociadas al envío de cheques de pensiones, el servicio de líneas telefónicas para consultas de salud, la verificación de estatus de residencia legal para nuevos empleados inmigrantes, los juicios civiles y algunas áreas de la Agencia de Protección Ambiental.
La recolección de basura fue detenida en el país y, particularmente en Washington, se acumularon alrededor de mil toneladas de desperdicios.
Riesgo latente
No obstante que el presidente Barack Obama descarta que Estados Unidos vuelva a enfrentar otra crisis presupuestaria parecida a la que acaba de finalizar, los expertos económicos advierten que en tres meses, una vez que se venzan los nuevos plazos trazados en la ley firmada por el mandatario, esa nación podría convertirse en la primera potencia occidental que declare el default desde la Alemania nazi en 1933.
Por ello, los principales bancos centrales de todo el mundo ya están adoptando medidas tendientes a minimizar las pérdidas y mantener el funcionamiento de la economía mundial.
“Eliminar la amenaza inmediata de una recesión global asociada a un impago de la deuda estadounidense es algo bueno”, sostiene Mohamed A. El-Erian, analista de CNN Expansión y presidente ejecutivo y codirector de inversiones de Pacific Investment Management Company, LLC (PIMCO), una empresa de inversión con sede en Newport Beach, California, en los Estados Unidos, y uno de los mayores gestores de activos de inversión globales de renta fija del mundo.
El experto indica, sin embargo, que Estados Unidos necesita medidas firmes para fortalecer la confianza en su economía y reactivar la recuperación.
“Sería estúpido por parte del Congreso”, señala, “no reconocer que está tentando a otros países a explorar formas de reducir su dependencia hacia Estados Unidos como el ancla de la mayoría de las interacciones económicas internacionales (incluyendo el comercio, las finanzas y la coordinación multilateral de políticas). Y esto apela directamente al prestigio global de Estados Unidos en el mundo, y por tanto también afecta la seguridad nacional.
“A medida que plantean un conjunto más de soluciones a corto plazo que corren el riesgo de dejar demasiadas cuestiones abiertas, el Congreso haría bien en mirar un viejo episodio de Monty Python en el que un caballero (interpretado por John Cleese) inexplicablemente se pone a sí mismo en peligro.
“Consecutivamente despojado de sus miembros por el Rey Arturo, el caballero se niega a aceptar su predicamento. Y declara con confianza: “Esto apenas es un rasguño”, tratando cada golpe como un simple “arañazo”. Y después de haber anunciado absurdamente que es “invencible”, el caballero es dejado atrás, inmóvil e irrelevante”.
Según el corresponsal de BBC Mundo en Washington, Thomas Sparrow, “es clave dejar claro que esto es una solución temporal y Estados Unidos se verá a principios del próximo año otra vez en una discusión similar, aunque con dos situaciones adicionales: por un lado está previsto que otra ronda de recortes fiscales –que en inglés se conoce como sequester- entre en vigor en enero.
“Por el otro lado, 2014 es año de elecciones de mitad de término, lo que podría enrarecer aun más el clima político que se respira en el Congreso.
“Y aunque por el momento se superó la crisis inminente, ésta dejó un país afectado política y económicamente”.