LA IZQUIERDA HOY

Belisario Domínguez

Miguel Barbosa Huerta

La Cámara de Senadores declaró el 2013 como “año Belisario Domínguez, de la Libertad de Expresión y la República”, como un reconocimiento al senador con mayor aprecio y reconocimiento en la historia de nuestro país. El pasado 7 de octubre, se cumplió un siglo de su muerte y su legado y congruencia crece y se valora con los años.

En 1913, México era un país convulsionado por una revuelta armada, Victoriano Huerta había ordenado el asesinato del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez y usurpado la Presidencia de la República.

Belisario Domínguez aprovechó las escasas oportunidades que tuvo para denunciar las atrocidades que cometía un gobierno encabezado por un “soldado sanguinario y feroz”, surgido de la traición y el asesinato. Le parecía inconcebible un régimen que acallaba las voces disidentes y que fiel a su origen como usurpador sembraba el terror entre la población. Fueron momentos de importantes definiciones para nuestro país.

En ese contexto, este senador chiapaneco alzó la voz en contra de la usurpación. Como defensor de la democracia, de la libertad de expresión y como un disidente del dictador Victoriano Huerta. Su valiente actitud marcó tres de los ejes más importantes de la transformación política de nuestra sociedad.

La democracia avanza en el sentido que avanzan sus libertades. Uno de los valores de nuestra democracia es el acceso a fuentes de información y la libertad de expresión.  Todo ser humano tiene el derecho a recibir y difundir información y opiniones libremente en los términos que estipula el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que establecen que: “Todas las personas deben contar con igualdad de oportunidades para buscar e impartir información por cualquier medio de comunicación sin discriminación”.

El acceso a la información en poder del Estado es un derecho fundamental de los individuos. Los Estados están obligados a garantizar el ejercicio de este derecho. Cualquier tipo de censura, directa o indirecta, sobre cualquier tipo de opinión o información difundida a través de cualquier medio de comunicación, violan el derecho a la libertad de expresión. Al obstaculizar su ejercicio, se perjudica no sólo el derecho del ser humano que lo sufre, sino que afecta a toda la sociedad. Sabemos bien que el control que algunas empresas de los medios de comunicación pueden ejercer es una situación que resulta inadmisible en la pluralidad de un régimen democrático.

La degradación de la libertad de expresión puede llevar a la destrucción de la democracia. En la actualidad, a la tradicional censura que lamentablemente todavía algunos gobiernos siguen ejerciendo sobre la libertad de expresión, hay que agregar la violencia del crimen organizado y del terrorismo contra el ejercicio de este derecho en diferentes partes del mundo.

La disidencia es un derecho de una sociedad democrática como la nuestra. Sería impensable un gobierno digno si no es posible escuchar las voces disidentes y críticas, los puntos divergentes al gobierno y las críticas desde la oposición.

 

El autor es coordinador parlamentario del PRD en el Senado de la República.