CONSULTORÍA ECONÓMICA

 Reforma hacendaria

Julio A. Millán B.

En Consultores Internacionales, hemos señalado desde hace mucho tiempo la necesidad de eliminar privilegios fiscales que distorsionan la planeación hacendaria y presupuestal; de tener una justicia distributiva que llene los huecos que tiene el queso gruyer fiscal, y de establecer un sistema simplificado que mande al destierro al moderno Prometeo tributario en el que vivimos.

Sin duda que existen algunos puntos en la iniciativa de reforma hacendaria que deberán ser tamizados, corregidos o eliminados. El sistema productivo requiere ser más competitivo y el esquema tributario debe estimularlo premiando la productividad, la inversión y la innovación generadora y consolidadora de encadenamientos, empleo e ingreso.

De igual forma, es importante que la reforma tome en cuenta el hecho innegable de que en México no estamos acostumbrados a pagar impuestos, porque existe la percepción, y en muchos casos la experiencia, de que lo recaudado no repercute adecuadamente en beneficio del bienestar de la población y que se desperdicia en muchos casos. Todo esto es un tema de credibilidad, ya que “la burra no era arisca, los palos la hicieron”.

Es oportuno tener en cuenta que, en efecto, el gobierno requiere de incrementar sus ingresos fiscales, tanto de impuestos al ingreso como al consumo, para cumplir con sus obligaciones, programas y proyectos. La realidad es que no se recauda lo que se necesita. Históricamente los ingresos tributarios (no petroleros) no han sobrepasado la barrera del 10% del PIB, mientras que en países como Chile y Corea se recauda más del 20%, y en economías donde el estado de bienestar se ha consolidado con servicios públicos y sociales de alta calidad, como Suecia, Noruega y Dinamarca, los ingresos tributarios exceden el 40% del producto.

De aquí la gran oportunidad de este gobierno de mostrar un cambio de rumbo, y asegurar que todo este esfuerzo repercutirá en beneficio de una reactivación económica real y de un verdadero crecimiento sustentable para los próximos años, que beneficie a todas las clases sociales en su justa dimensión.

Adicionalmente, si se estructuran y alinean las diferentes reformas: laboral, financiera y energética, se podría lograr que el proyecto de reforma hacendaria integral tenga un verdadero impacto positivo y real, o sea, palpable, en el bienestar social de las familias.

Nos debe quedar claro que sólo con recursos fiscales sanos (no deuda, no emisión, no exprimir a Pemex), bien administrados e invertidos, garantizaremos el largo plazo, es decir, el futuro… nuestro futuro.